Míchel, entre el palo y la zanahoria
El técnico del Málaga presiona a los futbolistas con su futuro en un club al que ha llegado para construir un proyecto
A Míchel le pasó en el Málaga lo que a la mayoría de los entrenadores que llegan a un club con una aparente buena plantilla pero malos resultados. Desde la lejanía, el Málaga es una perita en dulce. Un club con jugadores aceptables, una gran afición y una ciudad que vive el fútbol de manera intensa.
Transcurridas las primeras sesiones de entrenamiento, Míchel detectó que las bondades que presuntamente adornaban a su plantilla no eran tales en algunos casos, mientras que en otros comprobó cómo las cualidades que atesoraban algunos jugadores no se mostraban por una suerte de bloqueo mental. El método de Míchel se activó para sacar rendimiento al grupo. El entrenador entendió que en estos momentos el trabajo físico y táctico debía dejar paso a un fuerte trabajo mental. El reto es levantar la moral de unos jugadores que a su llegada solo habían conseguido un triunfo en 15 partidos. “Nuestras palabras de aliento a mis jugadores han demostrado que pueden hacerlo”, afirma Míchel en la víspera del partido ante el Barcelona, un rival al que no ha podido derrotar en seis partidos como entrenador: cuatro choques con el Getafe y dos con el Sevilla.
El apoyo a sus jugadores ha sido relevante, pero al mismo tiempo Míchel ha sabido utilizar un método de presión que obliga a los futbolistas a la reacción. El técnico madrileño ha firmado año y medio por el Málaga. Su opinión contará en la planificación de la próxima temporada, que debe realizar el director deportivo, Francesc Arnau, en compañía del entrenador. Con este poder bajo el brazo, Míchel le ha hecho saber a muchos de los futbolistas que se juegan su futuro en el Málaga en estos dos meses. Una cuestión trascendente en una plantilla en la que nueve futbolistas acaban contrato en 2017. Son los casos de los cedidos Boyko, Diego Llorente, Demichelis, Juankar, Kuzmanovic, José Rodríguez y Peñaranda, más Duda y Charles. Míchel, liberado después del triunfo en Gijón frente al Sporting, el primero de su etapa en el banquillo del Málaga, no deja pasar ninguna ocasión para recalcar que desea forjar un proyecto en el Málaga. “Si se me nota más contento y con ilusión es porque quiero seguir aquí y ayudar a construir un gran Málaga”, afirma Míchel. Con apenas un mes en una ciudad que le encanta, Míchel habla sin tapujos de la palabra proyecto y del futuro de una entidad que ha sobrevivido con cierta entereza después de los buenos tiempos de inversión del propietario del club, el jeque Abdullah Al-Thani.
Crecer con el Málaga
La complicidad de Míchel con el Málaga supone que el entrenador tiene ya asumida la salida de alguno de sus mejores jugadores en el próximo verano. Camacho y Sandro, con una cláusula de rescisión asequible (18 y 15 millones, respectivamente), firmada como compromiso para aterrizar en el Málaga, podrían ser los futbolistas elegidos. Míchel piensa, no obstante, en vender bien para luego reinvertir y crecer.
Junto a su táctica mental y de presión, el técnico ha tomado algunas decisiones desde su llegada al banquillo. La primera fue sentar a Demichelis, llegado en el mercado de invierno procedente del Espanyol. Jugó el primer partido con Míchel, ante el Alavés, y se acabó su participación. Además, el técnico confía mucho en el joven Pablo Fornals.
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