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Valverde da vida a la Volta con un triunfo en La Molina

Sancionado por la mañana con 1m, el murciano devuelve el golpe ganando por la tarde

Carlos Arribas
Valverde, ganador en La Molina por delante de Dan Martin.
Valverde, ganador en La Molina por delante de Dan Martin.JOSEP LAGO (AFP)

Como contaba un Asterix histórico, un golpe, la tontuna producida por un golpe en la cabeza, solo lo cura otro golpe, un trastazo que devuelve a la realidad al que sufre. Solo el mal cura el mal, diría un malo. Así en la Volta, la carrera que comenzó descompensada con un gran error de planteamiento y a la que otro error, alimentado por el veneno, ha devuelto a la normalidad.

El golpe de Valverde y los suyos en la contrarreloj quedó compensado por el golpe a Valverde y a los suyos, que devuelve el equilibrio, la rabia, el suspense y el interés a una carrera que parecía ya muerta. La noche del martes, Valverde se acostó líder; amaneció líder el miércoles y dejó de ser líder al mediodía, cuando, antes de partir hacia La Molina, el comisario le anunció que él y todos sus compañeros del Movistar habían sido sancionados con un minuto por los empujones de la contrarreloj y que el líder, el tercer líder en 24 horas, debía ser Ben Hermans, del BMC.

Comenzaba una nueva Volta, nivelada, con Froome 15s mejor que Valverde (en vez de 45s peor) y Contador 15s peor (en vez de 1m 15s). Una general abierta. Pero pese a tanto intento combinado de malas intenciones, denuncias y veneno, la realidad es más pesada que los deseos. Media docena de horas después, en la cima de La Molina, después de un sprint de figuras a 1.700m dominado con suficiencia ante Dan Martin gracias al lanzamiento de su compañero Marc Soler, Valverde tozudo y de rabia volvió a subir al podio, recogió el trofeo de ganador de etapa y miró por encima del hombro a Froome y Contador, rivales y denunciantes, cortados a su espalda en los últimos metros y de nuevo detrás de él en la general. La Volta, como deseaba la afición, se jugará el viernes en la subida a Lo Port, en Tortosa. Junto al trío de la fama, Valverde, Contador y Froome, otros dos nombres parecen en forma y con capacidad de triunfar: Van Garderen, el líder del BMC, y líder de la carrera gracias a la penalidad del minuto, y Thomas, el segundo de Froome.

El error inicial fue insertar en la Volta una contrarreloj por equipos tan larga, 42 kilómetros, que las diferencias que creara podrían ser matadoras, como así ocurrió a favor de Valverde. La corrección llegó gracias al error múltiple del comisario, quien, acuciado por las protestas del BMC y del Trek, consideró que el Movistar se había beneficiado durante la contrarreloj de dos o tres toques de uno de sus corredores, Rojas, a otros dos que le debían preceder en el carrusel. Para salir del paso sin hacer mucho daño, y sabiendo en cuenta que el reglamento es atroz, arbitrario y no tiene medida (un minuto de sanción merece todo el equipo si entre sus corredores se producen empujones durante una contrarreloj, sea cual sea el número de empujones, la influencia de los mismos en el desarrollo de la prueba o la longitud de la misma), el comisario solo sancionó a los tres corredores implicados, una solución que no figura en ningún reglamento.

Disconformes, evidentemente, los equipos reclamantes volvieron a la carga por la tarde y por la noche del martes y tanto atosigaron al juez que este finalmente cedió y aplicó el reglamento a rajatabla. Fue como si después de un partido de fútbol el entrenador del equipo derrotado le acosara al árbitro hasta que este reconociera que se había equivocado y anulara un día después el gol que había decidido el encuentro. “Fue, más allá de la injusticia de considerar que había habido ayuda ilegítima en los empujones de Rojas, una muestra de la debilidad del ciclismo y de la desproporción de algunos reglamentos”, dice Eusebio Unzue, el director del Movistar, a quien dolió más la inquina de algunos colegas que los equilibrios del comisario. “Yo sigo estando orgulloso de cómo trabajamos y de cómo hicimos una contrarreloj tan buena, y del esfuerzo de todos los corredores. Si este caso ridículo sirve al menos para que se cambien el reglamento, ya me conformaría”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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