Messi abrillanta al Barcelona
Ausente Iniesta y lesionado Busquets, el argentino marca las diferencias con el tridente después que Ter Stegen respondiera con acierto a las acometidas iniciales del Eibar
Messi hace buena hoy cualquier alineación y hace malo a cualquier rival, en la Liga, en la Copa y quien sabe si en la Champions. Abatido Iniesta, reservado Piqué y lastimado Busquets, el 10 ofició también el rotundo triunfo del Barça en Ipurúa. La mejor versión del argentino ha propiciado la reaparición del tridente cuando más se temía por una posible despersonalización del equipo de Luis Enrique. El momento de forma de Messi es tan continuado que permite reengancharse a los más rezagados, como fue ayer el caso der Ter Stegen. Aunque disparatado después del 0-3, el portero alemán estuvo firme hasta el 0-1 después de un tiempo de extravío en el Camp Nou.
Ipurua fue de salida un cuadrilátero para el Barça. Al equipo le costaba encontrar aire ante la presión del Eibar y tampoco fluía el fútbol alrededor de Messi. Luis Enrique dispuso una formación rara, con dos zurdos como centrales —Umtiti y Mathieu— y Arda de volante, cuando se había distinguido como sustituto de Neymar, y al poco de empezar se cayó Busquets, eliminado por una patada al tobillo de Escalante. Ausente el mediocentro, el Barcelona no encontraba la manera de salir de su área ni de llegar a la de Yoel.
No había sincronía en el juego del Barça, que se abonó al intercambio de golpes, más pendiente de Ter Stegen que del tridente, mientras la hinchada la tomaba con el árbitro por entender que se excedía en la señalización de faltas al Eibar. El meta azulgrana sacaba en largo y corrían los delanteros a por el balón sin que mediaran los centrocampistas, tan desubicados como los zagueros, la mayoría sometidos por la intensidad de los muchachos de Mendilibar. Ter Stegen sostuvo entonces al Barça con dos buenas intervenciones, una difícil ante Adrián.
No fue casual que el gol llegara después de una larga posesión culminada con un tiro raso y cruzado desde fuera del área de Denis Suárez. Al Barça le convenía más el control del encuentro y el fútbol paciente que el juego directo y la ruleta rusa que daban más opciones al Eibar. El repertorio de Messi, excelso en los pases interiores durante veinte minutos, resultó tan solemne como estéril por la falta de puntería de Suárez, Neymar y Arda. Hasta el palo, que escupió un tiro del uruguayo, negó el 0-2 mientras el 10 no paraba de filtrar pases al área del Eibar.
El gol de Suárez
El descanso no fue ningún alivio para el equipo de Mendibilar después del recital de Messi. El argentino decidió resolver el partido por su cuenta después de constatar que no atinaban Suárez ni Neymar. Rakitic desplegó la transición hacia Messi, que abrió para la carrera profunda de Suárez y su centro lo remató finamente, sin parar la pelota, la zurda del 10, origen y final del 0-2. El esfuerzo del Eibar, en cualquier caso, obligó al Barça a no descuidarse, a no dejarse ir, a combatir de manera colectiva, sostenido por las ayudas de Arda y Neymar.
El equipo de Luis Enrique, que pivotó sobre Rakitic, fue muy solidario en la defensa de su cancha y selectivo en sus entradas a la cancha del Eibar. Los armeros se quedaron secos ante Ter Stegen, tran frívolo como efectivo, a veces incluso temerario, y los barcelonistas sentenciaron con un tanto de Luis Suárez, vigoroso en el robo de la pelota a Lejeune y certero en el remate ante Yoel.
El partido se puso tan cómodo parar el Barça que Luis Enrique dio salida a Aleix Vidal y Alcácer. Messi, para entonces, ya había decidido parar: ya se sabe que juega siempre, descansa en el campo, porque le gusta celebrar los goles de sus amigos, como el 0-4 por fin de Neymar, y decidir a quien regala su camiseta: ayer se la dio a su compatriota Escalante, el verdugo de Busquets; cosas del 10.
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