La sacrificada solidaridad del Celta de Berizzo
El equipo gallego supera al Real Madrid tras una exhibición de sus singulares “marcajes individuales en zona"
“Si algo debo agradecer a mis futbolistas es que me han hecho creer que podemos ganarle a cualquiera”. La mirada de Toto Berizzo tenía un brillo especial tras la victoria (1-2) en el Santiago Bernabéu, tras escalar una cumbre que le faltaba por hollar. Había ganado en el Camp Nou, le dio dos severos repasos al Barcelona en Balaídos, hace un año dejó atrás al Atlético en los cuartos de final de la Copa del Rey tras superarle y marcar tres goles en el Manzanares. Ahora quiere hacer lo propio con el Real Madrid, con el que se había enfrentado cinco veces desde su llegada al banquillo del Celta y había perdido en las cinco con un bagaje global de 19 goles en contra y apenas 5 a favor.
La ilusión de tocar tierra prohibida invitó al cuidado de los detalles. No resulta erróneo concluir que el Celta es un equipo de autor, pero también una evolución forjada con varios técnicos. Hace casi cinco años que regresó a Primera de la mano de Paco Herrera, que exprimió las características de unos futbolistas especialmente vertiginosos en la contra. Tras el breve interregno de Abel Resino, Luis Enrique incidió en esa particularidad y añadió más herramientas para interpretar la presión alta y una respuesta rápida tras recuperar la pelota. Berizzo agregó después lo que denomina “marcaje individual en zona”, una seña de identidad del bielsismo. La clave de la victoria en Madrid la detalló el técnico tras el partido: “En la segunda parte ajustamos las ayudas para recuperar la pelota, robamos y encontramos el ataque porque si podemos correr somos muy verticales”.
El Celta ganó desde una defensa que en realidad es un ataque sin balón. Propone duelos individuales en todo el campo e invita a sus futbolistas a un extenuante ejercicio en el que priman sacrificio y solidaridad. Berizzo incidió en un detalle que ya había intentado contra el Real Madrid, puso el foco en que Modric y Kroos, los interiores, no recibiesen cuando los blancos querían construir. Radoja tuvo la asignación del croata, Marcelo Díaz se situó sobre el alemán. Además Hernández, que se perderá la vuelta en Balaídos por sanción, afrontó la misión de encimar a Casemiro. Bongonda y Wass debían tapar a los laterales y Aspas trabajó sobre la salida de los centrales, sobre los que no había mayores reparos respecto a que iniciasen ellos el juego. Atrás Cabral libraba mientras Hugo Mallo se aplicaba sobre Asensio, Roncaglia sobre Cristiano Ronaldo y Jonny ante Lucas Vázquez. La persecución tenía un límite para Berizzo. Si los delanteros del Real Madrid intercambiaban posiciones se aplicaban cambios similares a los que se hacen en el baloncesto. “Si hay tiempo”, matiza. Eso lo decide el futbolista sobre el campo, pero incluso las decisiones se pueden entrenar.
Si todas las piezas se ajustan, cada pérdida de balón es un problema para el oponente. En caso contrario los problemas cambian de bando. “Somos humildes, esforzados, pero valientes”, retrata Berizzo. Fueron audaces cuando Jonny, un lateral, persiguió a Lucas Vázquez hasta la línea de medio campo, consiguió puntear la pelota hacia Iago Aspas y salió disparado a buscar el segundo gol. “Trabajamos mucho esas acciones”, confirmó Jonny antes de dejar el Bernabéu. “Lo que queremos es robar en campo contrario para estar cerca de la portería rival”, confirmó Aspas.
El descomunal esfuerzo que exige el plan de Berizzo propicia que en ocasiones se vean varias versiones del Celta no ya a lo largo de una temporada sino de un partido. “El descanso de diciembre nos vino bien para recuperar la energía y poder jugar como lo hacemos ahora”, reconoce el entrenador. En 2017 han jugado cinco partidos y vencieron los cinco. En septiembre después de comenzar la liga con tres derrotas, una de ellas en el feudo blanco, con el equipo en el fondo de la tabla los más alarmistas dispararon las alertas. “En la adversidad exijo a los jugadores seguir creyendo”. Lo hicieron cuando en la primera temporada de Berizzo en Vigo, tras vencer en casa del Barcelona, se pasaron 10 partidos sin ganar, con ocho derrotas y apenas dos empates. El técnico estuvo al borde de la destitución. Entonces a Berizzo le tildaron de arcaico por las persecuciones que promovía sobre el campo. Dos años después nadie le discute que imponga su autoridad para prescindir de Orellana uno de los mejores futbolistas del plantel y en lo táctico empieza a ser tendencia.
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