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EL QUE APAGA LA LUZ
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Benzema contra el populismo

Pese a serlo de largo, el premio al mejor jugador del partido no se lo llevó el francés

Benzema dispara en el partido ante el Kashima.
Benzema dispara en el partido ante el Kashima.Matt Roberts (Getty Images)

Mientras uno de los contrastados especialistas televisivos exigía la entrada inmediata de Morata, y lo exigió hasta en una decena de ocasiones, Benzema y Cristiano hacían campeón del mundo al Madrid. Es este, el de campeón mundial, un término algo ampuloso para un torneo de apariencia menor, que otorga al ganador un título al que todas las aficiones quitan trascendencia excepto las de los equipos que lo disputan. El Madrid estuvo ayer a punto de perder la final del consabido Mundial de Clubes, lo que habría provocado enorme rechifla en muchos puntos del planeta dado que el rival era el nunca bien ponderado Kashima japonés, ahí es nada. Que se reveló, para sorpresa general, como un equipo valiente y mucho más que decente. “Muy dotados están estos japoneses”, decía Manolo Sanchis en la retransmisión. Sin entrar en tan proceloso terreno, es cierto que el Kashima hizo todo por destrozar los pronósticos y llevarse el triunfo, pero chocó con un árbitro que se quedó a un milímetro de expulsar a Ramos, con la pegada de Cristiano y, sobre todo, con Benzema, ese futbolista indolente, abúlico, gandul, extraño, melancólico, algo ido y, por resumir en una palabra, único.

Pero en este deporte nada tiene tanto valor como los goles. Por eso el premio al mejor jugador del partido no se lo llevó Benzema, que le hizo un homenaje al fútbol, sino Cristiano, que le hizo un homenaje al gol. El portugués firmó tres de los cuatro tantos que marcó el Madrid y cerró así una de las semanas más condecoradas de su vida, que comenzó el pasado lunes con su proclamación como Balón de Oro. A este premio le pasa lo mismo que al Mundialito, que dependiendo de si lo gana el que nosotros queremos adquiere mayor o menor trascendencia. En la edición de este año ha sucedido que, según las votaciones, existen 15 futbolistas en el mundo mejores que Modric. Y uno, obcecado como está en que eso es imposible, lee y relee la lista de quienes han recibido más votos que Modric. Y encuentra en ella a Payet, a Pogba, a Lewandovski, a Pepe, a Mahrez, a Vardy y un no parar de reír es aquello. Y viene al recuerdo lo ocurrido hace un año, cuando este galardón lo otorgaban, amén de algunos acreditados periodistas, los seleccionadores y capitanes de las selecciones del mundo mundial. Sucedió que el entrenador de Pakistán, de nombre Basheer Al Shamlan Mohammad Shamlan Mubarak, dio sus cinco puntos a Arjen Robben, lo cual demuestra que el siempre admirado señor Basheer y todo lo demás posee tan refinado gusto futbolístico como nulo criterio, pues el concurso premia al mejor jugador del año y Robben se pasó lesionado la mayor parte de aquel 2015.

Fue elegido Cristiano el mejor de la final porque, como tantas veces, los goles ganan al fútbol. Y fue elegido Balón de Oro porque así lo consideró la inmensa mayoría de los periodistas a quienes se consultó. En realidad, uno no comparte que se otorguen premios individuales en un deporte colectivo. Pero uno y otro galardón son tan justos o injustos como justa o injusta es la subjetividad. ¿O es injusto que el periodista que votaba en Italia lo hiciera por Gareth Bale? Claro que siempre queda la posibilidad de echarle la culpa al populismo, que en estos tiempos se lleva mucho. Y para demostrarlo, lean lo que se escribía hace unas fechas sobre el Balón de Oro a Cristiano: “En un mundo en el que Donald Trump es elegido presidente de EE UU puede pasar de todo. Incluso que Cristiano gane un Balón de Oro que no se merece. En la era del populismo y las campañas mediáticas ya no importan ni los valores ni los argumentos”. Ay si Benzema fuera populista...

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