La espera de Lydia Valentín
La halterófila leonesa confía en recibir pronto la plata de Pekín y el oro de Londres que consiguió tras los positivos de sus rivales
Lydia Valentín vivió un verano de locos. Alcanzó el tercer escalón del podio olímpico en la tarima de Río, y consiguió el oro de Londres 2012 y la plata de Pekín 2008 en un laboratorio antidopaje. Seis de las siete rivales que la superaron en los dos Juegos dieron positivo en los reanálisis realizados este año. Las noticias se sucedieron sin pausa, entre julio y agosto, con la competición de Río de por medio y casi sin tiempo para la digestión.
Ahora Valentín (Camponaraya, León, 31 años) se encuentra en una fase de readaptación. Nada es como antes. Su vida ya no es silenciosa. Los patrocinadores la buscan y los reconocimientos se le acumulan. El último, la medalla de oro al mérito deportivo de la diputación de León. “Ahora voy a muchos más actos. No sé a cuántos. Quizás tres o cinco veces más que antes, no lo sé”, reconoce la halterófila; “las medallas fueron un boom y está claro que ahora todo es más mediático”.
Los metales olímpicos la consolidan como el referente de la halterofilia en España. “Siempre tienes que estar luchando para decir: ‘Sí, soy chica y hago halterofilia”, aseguraba en una campaña de Bridgestone. Lydia intenta normalizar la imagen de alguien que levanta 150 kilos con la efigie de Hello Kitty en su cinturón lumbar. “Mi madre nos vestía de rosa y nos ponía cosas de Hello Kitty. ¡Me mola! Da la casualidad de que soy deportista y me dedico a un deporte de fuerza, pero al final, lo que has mamado marca tu personalidad”.
En su nuevo mundo, Lydia se sabe un referente para niñas y niños. Y para sus padres. “Algunas niñas me escriben por las redes sociales diciendo que soy su inspiración, y algunas madres me explican que se quedan tranquilas cuando me ven y descubren que soy normal. Está muy bien que tengan una referencia que yo no tuve”. Los halterófilos en España, sin embargo, son escasos. Actualmente hay poco más de 2.000 licencias y la federación tuvo que suspender el Open Nacional del próximo diciembre por falta de participantes. El efecto Valentín se espera a partir de enero, cuando la nueva temporada atraiga más federados.
Del oro y la plata que le corresponden, sin embargo, poco se sabe. De hecho, no hay un procedimiento estipulado para la recuperación de los metales. “Pero una vez la Federación Internacional (FIH) publicó los positivos, soy 100% oro y plata”, asegura la leonesa. De momento el COI descalificó la semana pasada a la primera clasificada de Londres, Svetlana Podobedova, y exigió la devolución de la medalla, la insignia y el diploma olímpico. El propio COI es el encargado de reconstruir los podios. “¡Tengo la sensación de que es una victoria a plazos!”, cuenta Lydia entre risas.
El tiempo que tardarán las medallas en volar a España es incierto. Existe el precedente del lanzador de peso Manolo Martínez, que conoció en diciembre de 2012 el positivo del bronce de los Juegos de 2004. El COI le concedió oficialmente el metal en marzo de 2013 y lo recibió en diciembre del mismo. Un año duró la espera.
A Martínez no le abonaron los 24.000 euros por el que se pagaba un tercer puesto en Atenas, algo que sí quiere recuperar Valentín. “Me siento ganadora. No puedo reclamar lo emocional y sentimental, pero sí que puedo requerir la medalla física y el premio que conlleva”. El oro olímpico se pagó a 94.000 euros y la plata a 48.000, lo que sumaría 142.000 euros que ahora considera que le pertenecen.
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