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Troicki noquea a Nadal en Shanghái

El de Manacor, de nuevo a un nivel bajo, cae en la 2ª ronda del torneo asiático (6-3 y 7-6, en 1h 34m) y sigue sin certificar su presencia en la Copa de Maestros. Sus opciones pasan por Basilea y Paris-Bercy

Alejandro Ciriza
Nadal, cabizbajo, durante el partido contra Troicki.
Nadal, cabizbajo, durante el partido contra Troicki.ALY SONG (REUTERS)

Fue tensando la cuerda poco a poco Viktor Troicki, rudo serbio, 31 en el ranking mundial. Fue tensándola hasta que por fin consiguió su objetivo: se rompió y la persona que estaba al otro extremo, o sea, Rafael Nadal, cayó. 6-3 y 7-6 (después de 1h 34m), y el español eliminado en la segunda ronda del Masters 1.000 de Shanghái, cuando el torneo apenas había echado a andar. Perdió el de Manacor y cerró la gira asiática sin certificar aún su acceso a la Copa de Maestros de Londres, aunque todo dependerá de lo que puedan hacer de aquí al 13 de noviembre él mismo, en Basilea y Paris-Bercy, y el resto de aspirantes que compiten en esta recta final de la temporada para estar dentro de un mes entre los ocho mejores tenistas del año.

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El partido contra Troicki, en realidad, no descubrió nada excesivamente novedoso, sino que constató los mismos pálpitos que han desprendido los últimos compromisos de Nadal, con Nueva York (derrota en octavos contra el joven Lucas Pouille) y Pekín (cuartos, con Grigor Dimitrov) como referencias más cercanas. Hoy día, Nadal no está bien, o para ser más precisos, Nadal no es Nadal; o, para hilar aún más fino, no es ese jugador de comienzos de año que despegó con fuerza e iba camino de reencontrarse con su mejor nivel, hasta que el tendón de su muñeca izquierda le puso un cepo a su arrancada. Y no es ya una cuestión de una interpretación más o menos aguda, sino que el propio protagonista es el que hace el diagnóstico más fiable después de los partidos, con toda franqueza.

Explicaciones y análisis confluyen en un mismo punto: desde hace mucho tiempo, Nadal lucha por encima de todo contra el propio Nadal y el avance de su reloj biológico, ley de vida, y desde el parón obligado en París, Nadal afronta prácticamente otra vuelta a empezar. Hasta ese punto, después de casi todo un año de penurias sobre la pista, había recuperado el brío y la competitividad, el grado que persigue desde hace dos años, pero desde el pasado 27 de mayo, férula, tratamiento médico y reposo de por medio, es de nuevo un tenista terrenal y vulnerable, al que le han hincado el diente rivales (Borna Coric, Pouille, Dimitrov, Troicki...) que en otros momentos no hubiesen representado mayor obstáculo para un campeón de su categoría.

Frente a Troicki, un poco más de lo mismo en las últimas fechas. El balear, ahora en el quinto peldaño de la lista mundial, no consiguió imponerse ni marcar el ritmo en ninguna fase del pulso. Fue a remolque, no encontró profundidad ni ángulos desde su derecha y estuvo impreciso en un buen puñado de acciones, en dejadas, restos o tiros relativamente fáciles. El drive, lo dice él, no le sostiene. Olfateó la vulnerabilidad Troicki y allá que embistió el serbio, que edificó su victoria sobre su solidez en los intercambios y por encima de todo sobre sus excepcionales réditos con el servicio (11 aces y 91% de puntos retenidos con primeros, 100% en la manga inicial). Y eso que cuando más cerca lo tuvo, en el segundo parcial, se arrugó, porque dejó escapar un 0/30 y desperdició un match point en los dos últimos juegos del set.

Los dos tropiezos en Asia, ante dos rivales que no le habían ganado nunca, son el síntoma de que el balear ha derivado en un competidor terrenal

El primero lo había decantado con una rotura, para 3-4, y a partir de ahí se dejó llevar. Como Nadal no arremetía y sufría una barbaridad para salvaguardar sus turnos de saque, lo hizo él. Mantuvo el temple en el tie-break del segundo el de Belgrado (30 años), ganador este curso en Sydney, y se adjudicó su primera victoria sobre Nadal, que le había superado en los cinco precedentes. Pero, claro, eran otros tiempos, otro Nadal, al que la semana pasada también le venció por primera vez Dimitrov. Síntoma, este doble tropiezo y el nivel exhibido en las dos citas, de que el español ha derivado poco a poco en un jugador franqueable y que ha perdido poder de intimidación.

La derrota contra Troicki podía haber supuesto un duro traspié, pero las opciones de Nadal para disputar la Copa de Maestros siguen intactas. El mallorquín es séptimo en la race, y aunque se marche de Shanghái con un exiguo botín de 10 puntos, sigue todavía con el viento a favor: el austriaco Dominic Thiem, octavo clasificado, y por tanto el que cierra el cupo para el torneo de Londres, no está compitiendo por lesión; el noveno, el checo Tomas Berdych, cedió ayer frente a Marcel Granollers; y el que figura a continuación, el croata Marin Cilic, no pudo con el alemán Alexander Zverev.

La impotencia rival, pues, está siendo su mejor aliada.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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