Thomas Tuchel, el último gran innovador
El entrenador del Borussia Dortmund, próximo rival del Madrid, está empeñado en crear un modelo táctico que supere al de Guardiola en dinamismo
El Schumann’s es un bar de Múnich situado entre la plaza del Odeón y el Hofgarten. El establecimiento, parte del histórico complejo administrativo del Palacio Real de Baviera, abre las 24 horas y sirve de cenáculo a la bohemia muniquesa. Entre los clientes más famosos que frecuentaron sus chirriantes sillas de roble en el invierno de 2014 y 2015, figuran Pep Guardiola, el entonces entrenador del Bayern, y Thomas Tuchel, que se tomó un año sabático para intentar desentrañar algunos de los secretos del maestro de Santpedor. Las largas veladas que pasaron examinando sus ideas tácticas mientras movían saleros sobre la mesa como si fuesen futbolistas sobre la hierba, se conocen en Alemania como La Batalla del Schummann’s.
El técnico entabló largos debates con Guardiola en el bar Schumann’s
El juego elaborado, la defensa adelantada y la permuta de posiciones de los futbolistas en un sistema que funciona como una unidad de partes ensambladas, se dieron por supuestos. Ambos entrenadores debatieron sobre cómo perfeccionar el modelo que ha marcado la pauta del fútbol mundial en la última década. Guardiola se interesó por convertir las transiciones de ataque-defensa y defensa-ataque en el nuevo paradigma. Tuchel apostó por redoblar el ritmo: la velocidad y la frecuencia a la que cada jugador se mueve en sincronía con sus compañeros.
Comenzó por poner a prueba sus conceptos el año pasado en el Westfalenstadion. El recinto que visitará el Real Madrid este martes, en la segunda jornada de la Champions, acoge a un equipo singular. El Dortmund no se caracteriza por las grandes estrellas sino por el funcionamiento. Ningún equipo exhibe despliegues más dinámicos, ni un ritmo de permutas más elevado. Acabó la pasada Bundesliga segundo con 78 puntos, a diez del Bayern y a 18 del tercero, el Bayer Leverkusen. Los resultados de esta temporada en Champions y en la Bundesliga son elocuentes: cinco victorias (2-1, 0-6, 6-0, 1-5, 3-1) y una derrota (0-1). Cuatro goles en contra y 22 a favor.
Dividido el campo en once cuadrículas imaginarias, una para cada jugador, una para cada programa de tareas, se impone la asociación. Guardiola experimenta desde 2008 con el intercambio temporal de posiciones. Tuchel pretende que estas mudanzas se prolonguen en el tiempo y en el espacio. Quiere que el jovencísimo mediocentro Weigl sea líbero, interior y mediapunta en una misma maniobra; fuerza que Guerreiro sea extremo derecha, ocho y volante en la misma jugada; pide que Schmelzer sea lateral, volante y extremo en un mismo ataque; o que Aubameyang juegue en la cuadrícula del lateral izquierdo, en la del interior derecha y en la del nueve sucesivamente. Su plan es gestar la jugada generando líneas de pase que desmadejen al equipo contrario y así llegar a los últimos metros con más claridad.
Su sistema fomenta un extenuante intercambio de posiciones
La idea es tan ambiciosa que empuja a los jugadores hasta el límite fisiológico. Los esfuerzos máximos son tan prolongados, en torno a los 30 segundos, que a veces los jugadores traspasan el umbral de aparición del ácido láctico. Cuando pierden el balón, es frecuente verlos sofocados en la transición defensiva. El Dortmund se expone al remate fácil.
La inexperiencia de los zagueros para mover la línea es el flanco débil de un entramado que precisaría de centrales rápidos y clarividentes para alcanzar su máxima expresión. El vacío dejado por la marcha de Hummels es evidente. La lesión de Bartra abunda en un problema que ni Papastathopoulos ni el imberbe Ginter parecen resolver.
El equipo del Ruhr es un rodillo. Pero se arriesga al colapso defensivo
El proceso no es sencillo. Los traspasos de Hummels, Mkhitaryan, Gündogan y Blaszczykowski pudieron debilitar la estructura del equipo. La plantilla es joven e irregular. Pero bajo la dirección de Tuchel todos mejoraron su rendimiento, comenzando por el portero Burki, Weigl, Guerreiro, Aubameyang, el turco Emre Mor, e incluso el retornado Götze.
Tuchel juega a recrear el caos y la vuelta al orden en fracciones de un minuto. Su propósito no es ganar sino levantar un monumento. El fútbol europeo ha concebido a su último gran innovador.
Número uno en la lista del Real Madrid
Thomas Tuchel nunca ocultó su amor por el Barça de Cruyff ni por el fútbol español en general. Tampoco escondió que su visión del juego conecta con una idea estética. “Pep”, dijo, en una reflexión sobre Guardiola que publicó la Federación Alemana de Fútbol en su revista oficial, “ha demostrado que podemos ganar jugando bien al fútbol, e incluso que jugar bien quizás sea necesario si lo que queremos es ganar”.
Heredero de Jürgen Klopp en la caseta del Mainz, mantuvo al modesto equipo de Renania en Primera durante cuatro temporadas clasificándolo para Liga Europa en dos ocasiones. En 2014, en la cúspide de su obra, dimitió para emprender un viaje iniciático. Vio entrenamientos y partidos en España, dio clases de castellano, y se instaló en Múnich, donde trabó amistad con Guardiola. Dicen los reporteros que les seguían que adquirió hasta gestos y vocablos del técnico al que admiraba. Expresiones como “solidaridad” o “sufrimiento” que no existían en el léxico habitual del fútbol alemán.
Puede que para muchos aficionados Tuchel sea un desconocido. Para los profesionales de la industria del fútbol está llamado a convertirse en uno de los técnicos más cotizados del mundo. Embarcados en proyectar estrategias a largo plazo, clubes como el Barça o Real Madrid cumplen periódicamente con el protocolo de sondear el mercado en busca de entrenadores que puedan amoldarse a su estilo, en el caso de que sus banquillos se queden vacantes. El informe de los expertos que ha recibido la dirección técnica del Madrid sitúa a Tuchel en la cabeza de la lista. Le sobran cualidades.
A diferencia de Klopp, que se mostró reacio a aprender español y fue áspero a la hora de trazar estrategias conjuntas con las directivas de los clubes que le emplearon, el caso de Tuchel es el de un genio de disposición flexible. Más curioso que su predecesor por conocer otras culturas y más dúctil ante las indiciaciones de los dirigentes. Así lo describen los analistas que han elaborado informes sobre el entrenador alemán para grandes clubes españoles.
Nacido en 1973 en la pequeña localidad bávara de Krumbach, vivió obstinado por ingresar en un mundo que se le resistía. Como jugador, fue casi un amateur. Apenas disputó tres partidos en la Segunda División, ejerciendo en la defensa del Stuttgarter Kickers. Su carrera acabó con una grave lesión de cartílago.
Hay entrenadores que alcanzan cargos como quien recibe un obsequio debido. El prestigio ganado en el pasado les avala para adentrarse en lo desconocido. El técnico del Dortmund no pudo ganarse la vida como futbolista. Salió del anonimato y, como muchos de los técnicos que compartieron su perfil, como Arrigo Sacchi, o como Rafa Benítez, lo moviliza una visión deslumbrante.
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