Orlando Ortega: “Si los atletas tuvieran libertad no habría tantas deserciones”
El atleta subcampeón olímpico de los 110m vallas en los Juegos de Río, cerró el viernes su primera temporada como español con el triunfo en la Liga del Diamante, la Champions League del atletismo
Orlando Ortega (Artemisa, Cuba, 25 años), subcampeón olímpico de los 110 metros vallas en los Juegos de Río de Janeiro, cerró el viernes su primera temporada como español con el triunfo en la Liga del Diamante, la Champions League del atletismo. Tras ganar el último mitin con 13,08s en el estadio Rey Balduino de Bruselas, Ortega reiteraba su agradecimiento a España por la oportunidad brindada.
Pregunta. ¿Cómo es la carrera perfecta?
Respuesta. Arrancando bien, reaccionando bien de salida y entrándole a la primera valla como nunca en la vida. Después, darlo todo en las últimas siete vallas. Y si sale un tiempazo de menos de 12,94s [su mejor marca, lograda en la Diamond League de París en 2015, compitiendo por Cuba] sería una explosión de emoción. Mi objetivo todos los años es mejorar mis tiempos. Este año no he podido bajar de 13 segundos pero no estoy preocupado, estoy contento y tranquilo. Si sale, esa sería la carrera perfecta.
P. El año pasado mejoró la salida hasta hacer ese 12,94s. ¿Qué ha pasado este año?
R. Creo que la presión me ha pasado factura. Me he pasado todo el año pensando en lo mismo: las tres primeras vallas… En Río cambié por fin el chip.
P. Se emociona otra vez…
R. Pienso en Río y me vienen muchas cosas a la cabeza, tantas cosas que han tenido que pasar para lograr mis objetivos. Empezar de cero y haberlo dejado todo: familia, hermanos, abuelos… Son cosas que si te sientas a pensarlas dos veces no las haces.
P. ¿Qué fue lo más duro al llegar a España?
Siempre te queda la espinita de si pudiste dar más, pero en Río di todo”
R. La incertidumbre de no saber qué iba a hacer y cómo acabaría esto. No sabía si había tomado la decisión correcta. Al llegar, pensé: ¿y ahora qué hago? Estoy metido en un hotel, entre cuatro paredes, sin nadie con quien conversar… No saber hasta última hora si iría a los Juegos fue duro.
P. ¿Y si no hubiese podido competir en Río?
R. Hubiese sido fatídico para mi carrera deportiva. No ir al Mundial el año pasado no me afectó porque sabía que no podía participar, pero en estos Juegos se cumplía el reglamento, solo faltaba el visto bueno de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF). Gracias a Dios nunca llegó a mis oídos la pelea que había con Cuba. Si no, hubiese sido más preocupante para mí.
P. ¿Cómo vivió las protestas de Cuba?
R. Es normal, cualquier país hubiera protestado igual, no solo Cuba. Cuando me fui estaba en excelente forma, con 13,08s, segundo en el ranking mundial. Tener un atleta que está entre los mejores y que de la noche a la mañana se te vaya a representar a otro país… Mi problema nunca ha sido con Cuba, sino con la Federación Cubana de Atletismo, que son cosas diferentes y dirigentes diferentes.
P. En 2013 fue sancionado por la Federación Cubana por no participar en una competición, pero apeló y le levantaron la sanción. ¿Qué le llevó entonces a marcharse?
R. A pesar de que lo tenía todo en Cuba, no me sentía cómodo con las cosas que iba viendo en los años que pasé en el equipo nacional. Cuando sales de allí te das cuenta de que existe otro mundo.
P. ¿Deportivo?
R. Y social también. Conocí muchos atletas de fuera de Cuba y cuando les contaba cómo vivía allí no me creían. Me decían: ‘¿Cómo puede estar en estas condiciones un finalista olímpico?’.
P. ¿Qué condiciones?
R. No podía tener mi mánager, mi sponsor, ir a las competiciones que quería… O si me siento cómodo con Adidas, ¿por qué no puedo tener un contrato con ellos? Si los atletas tuvieran un poco más de libertad no habría tantas deserciones. Ahora eso ha mejorado mucho.
P. Volviendo a Río, en su club de Ontinyent se reunieron todos para verle, y a alguno la plata le supo a poco.
R. En la semifinal estuve tan presionado que no fui yo… Salí y choqué con dos o tres vallas. Al ir a la zona de calentamiento para la final, mi padre me dijo: “¿Qué te pasa? suéltate, relájate, vívelo y disfruta”. Y lo hice. Sabía que estaba en excelente forma y podía pelear por una medalla. No me quedé clavado en los tacos, tuve una buena reacción, pero la progresión hasta la primera valla fue muy lenta.
P. Los siete primeros pasos…
R. Sí. Esos siete pasos hasta la primera valla fueron muy lentos. Las tres primeras vallas se me fueron… En ese momento, no pensaba nada, solo los veía ahí delante; después me dije: es ahora, cambia y a morir… Cuando vi la meta ahí lo único que pensé fue tirarme de cabeza.
Cuando llegué a España no sabía si había tomado la decisión correcta”
P. ¿Qué sintió al ver que era subcampeón olímpico?
R. Lo logré… Plata, pues plata. Como si hubiese sido bronce. El objetivo era una medalla. Siempre te queda la espinita de si pudiste dar más, pero lo di todo. Después de la salida en falso de Shanghái, me pasé todos los Juegos pensando en asegurar la salida. Mi padre me dijo: “Asegúrate en los tacos y luego, en las últimas siete vallas, sabes que el mejor eres tú”.
P. ¿Qué pensaba ante las cámaras, cuando miraba al cielo emocionado, llorando?
R. Pensé mucho en mi abuela. Si hoy estoy donde estoy es gracias a ella. Y luego fue todo emoción: España, Cuba…
P. Fue corriendo a por una bandera de España y el gesto provocó todo tipo de reacciones.
R. Sentí que es lo que debía hacer, lo hice sin pensarlo dos veces. Recuerdo que vi una bandera cubana, pasé por delante y unos chicos me llamaron intentando lanzármela. No les dije ni que sí ni que no. Simplemente cambié la vista buscando la bandera española, la encontré y salí corriendo. Estoy muy contento y muy agradecido a España por la oportunidad que me ha dado.
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