Nadal sube el pistón ante Seppi

Para cuando quiso darse cuenta, el bueno de Andreas Seppi, un italiano de 32 años que suspira con los partidos del calcio y su Milan, ya había sufrido tal empellón que por mucho que tratase de reanimarse no hizo otra cosa sino prolongar el martirio (6-0, 7-5 y 6-1, después de 2h 18m) al que le sometió Rafael Nadal. El español, que se había autoimpuesto mejorar con respecto a su estreno en Nueva York, hace tres días, subió el pistón y registró una victoria que le conduce directamente hacia un duelo con el ruso Andrey Kuznetsov (7-5, 6-4 y 7-6 al catalán Albert Ramos) en la tercera ronda del torneo.

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Seppi, 87 del mundo, natural de una ciudad norteña llamada Bolzano, sufrió de primera mano la exigencia máxima que se propone el propio Nadal, al que hasta el momento no parece molestarle su muñeca izquierda lo más mínimo. Ayer, como en Río, como en el estreno en Flushing Meadows ante el uzbeko Denis Istomin, se desenvolvió sin mayor problema y encarriló de inmediato el partido, al hacerse con el primer parcial en un santiamén, apenas 39 minutos en los que Seppi no las veía venir y si lo hacía la bola iba tan cargada de dinamita que no acertaba a devolverla con tino.

No hubo mayor novedad en esta última actuación de Nadal. Si acaso, extraer la certeza de que está otra vez a punto desde todos los planos posibles: el técnico, el físico (salvo la articulación, protegida con un vendaje oculto bajo la muñequera que combate la sudoración) y el anímico. Porque la confianza, factor esencial, está de nuevo ahí, acompañada de la chispa en los movimientos y una derecha que en esta ocasión carburó mejor. “He intentado ser más agresivo con el drive”, indicó después el balear, de 30 años, dominante en la mayoría de los rallies (48% de intermedios) y el servicio (67% de puntos con primeros y 58% con segundos, por un 58% y 30% de Seppi), voraz en la red (10/11) e inspirado a la hora de materializar las opciones de rotura (8/12).

En todo caso, la miga del partido estuvo en la techumbre de la pista Arthur Ashe. A las 4.41 de la madrugada (22.41 en horario neoyorquino) comenzaron a caer unas gotas, así que la central replegó por primera vez su fastuosa estructura superior, estrenada en esta edición. Nadal, vestido de oscuro, ya había sido el primer tenista que se estrenó con la cubierta cerrada, durante un entrenamiento, y ayer fue el primero en convertir un punto y adjudicarse un juego y un partido bajo la nueva estética. “Ahora voy a ser parte de este histórico torneo”, declaró el de Manacor, doble ganador (2010 y 2013) en la Gran Manzana. “La verdad es que no lo he notado demasiado”, continuó; “con el techo abierto no hay nada de viento, así que el cambio no se nota. Está tan alto que no sientes que esté cerrado. No sentí viento ni ningún ruido que me molestara”.

Ahora, otro choque con el pulcro Kuznetsov, en lo que va camino de convertirse en un pequeño clásico. Y es que Nadal se ha topado con él tres veces en poco más de un año: en París (2015), Doha y Madrid (2016). En las tres, electrónico a favor. Pero el mallorquín no se permite la más mínima relajación. A buen seguro que sigue pisando el acelerador. Es Nadal. ¿Acaso existe otra fórmula para él?

KARLOVIC, RÉCORD DE ‘ACES’ EN NUEVA YORK

A sus 37 años, Ivo Karlovic sigue dejando su huella en el circuito. El croata, sacador más prolífico en la historia del tenis, con un registro que supera los 10.000 puntos directos a través del saque, firmó un nuevo récord anoche en Nueva York.

Venció al taiwanés Yen-Hsu Lu por 4-6, 7-6, 6-7 y 7-6; hasta ahí, nada fuera de lo normal. Pero lo hizo con otra exhibición de potencia y colocación. En total, Karlovic rubricó 61 aces. Una cifra que ningún otro jugador del circuito había registrado nunca en Flushing Meadows, en un solo partido.

La plusmarca anterior pertenece al holandés Richard Krajicek, que obtuvo 49 puntos a través del golpeo inicial en los cuartos de final de 1999, contra el ruso Yevgeny Kafelnikov (entonces, 7-6, 7-6, 3-6, 1-6 y 7-6 a favor del ruso).