Fuerzas Armadas a la caza del metal
Nueve de las 11 medallas de Brasil nacen en los cuarteles, que sostienen a los mejores
Cuando el gimnasta brasileño Arthur Zanetti ganó la medalla de plata en la final de anillas, aplaudió el resultado y, al subir al podio, hizo un saludo militar. El gesto es cada vez más común en unos Juegos en los que 145 atletas —casi un tercio de la delegación brasileña— forman parte de las Fuerzas Armadas. De las 11 medallas de Brasil hasta este lunes, nueve provienen de los cuarteles, mientras que en Londres fueron solo cinco. Hay equipos, como el de yudo, compuestos exclusivamente por militares. Tanto Zanetti como su compañero Arthur Nory (bronce), los yudocas Rafael Baby Silva (bronce), Sarah Menezes o Rafaela Silva (oro), las jugadoras de voley playa Talita y Larissa, el tirador Felipe Wu (plata), la tiradora de esgrima Amanda Simeão o la maratonista acuática Poliana Okimoto (bronce), han sido antes militares, incluso sin tener vocación de combate. Todos cuentan con ingresos fijos de las Fuerzas Armadas, que, sumados a otras posibles ayudas del Gobierno —la Bolsa Atleta o la Bolsa Podio— o ingresos de los patrocinadores, mantienen a estos deportistas de élite, muchas veces nacidos en la precariedad.
El programa tiene 145 militares de 600 clasificados para los Juegos
Del ejército reciben formación y un sueldo equivalente al de un tercer sargento (cerca de 3.200 reales brutos, poco menos de 900 euros), tienen seguro médico y derecho a utilizar las instalaciones del Ejército, de Aviación o de la Marina, según la institución que los contrate.
“Gracias al Ejército he podido realizar mi sueño de participar en los Juegos. Estaba a punto de dejar el deporte. Con mi sueldo como militar [cerca de 3.000 reales, unos 830 euros], pude contratar a un nutricionista, hacer viajes internacionales, pagar los suplementos energéticos... Todo eso es muy caro y tenía dificultades económicas”, explicaba la sargento Tang Sing, luchadora de taekwondo, a EL PAÍS en julio.
El protagonismo de las Fuerzas Armadas en estos Juegos es una señal de las carencias de Brasil para mantener, desarrollar y sostener a sus atletas. “Como no hay condiciones para fortalecer las estructuras que forman a esos atletas, los clubes, sobre todo los militares, acaban por ocupar ese espacio”, evalúa Pedro Trengrouse, profesor de Perfeccionamiento en Gestión de Deportes de la FGV-Río.
El Gobierno de Lula ya intentó paliar estas deficiencias en 2008, con el programa de Atletas de Alto Rendimiento. Además de apoyar el deporte brasileño, su objetivo era conquistar espacio en los campeonatos internacionales militares, eventos en los que el país es la segunda potencia deportiva. Hoy, consume 18 millones de reales (unos cinco millones de euros) al año, que se destinan entre eventos deportivos, equipos y sueldos.
Los militares no fabrican atletas, atraen a deportistas para la carrera”
Pero, se pregunta el entrenador de Zanetti, Marcos Goto, tras la victoria de su discípulo: “¿Son militares que ganan medallas o atletas que son militares?”. “No entrenan allí, solamente son contratados por ellos. Me gustaría que los militares hiciesen un trabajo de base, me quitaría el sombrero ante ellos. Apoyar a los atletas de alto nivel es muy fácil. El día que los militares hagan escuelas para niños y apoyen la iniciación deportiva, a los entrenadores, entonces me quitaré el sombrero. Por el momento, no”.
En la misma línea está Raff Giglio, entrenador de los hermanos Falcão, medallistas de boxeo en Londres 2012, y padrino de Michel Borges y Patrick Teixeira, que debutaron sin medallas en estos Juegos. “Los militares no fabrican atletas, lo que hacen es agarrar a atletas de punta e invitarles a entrar en la carrera militar. En el caso de Patrick y Michel, casi no pisan el cuartel. Entraron porque era una oportunidad de tener un buen sueldo, además de las subvenciones”, explica Giglio.
Es inevitable que los atletas militares en lo alto del podio mejoren la imagen de las Fuerzas Armadas, la institución en la que los brasileños más confían, según un estudio de la FGV. Eso lo reconoce el mayor Guedes, vicepresidente de la Comisión de Deportes del Ejército. Pero también rechaza el papel de las Fuerzas Armadas como cazadoras de atletas que por sí solos ya coleccionarían medallas. “El programa realmente apoya y fortalece al atleta, tenemos algunos realmente consagrados, pero otros son jóvenes promesas que están empezando”, argumenta. “El programa cuenta con 145 atletas militares clasificados para los Juegos Olímpicos, pero en total son cerca de 600”.
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