Simone Biles falla y cede el oro en barra a la holandesa Sanne Wevers
La campeona es contrapunto de la gimnasia explosiva de la estadounidense, que tiene que conformarse con el bronce
Simone Biles también pierde. La gimnasta estadounidense que ha revolucionado Río y su deporte para siempre contaba sus actuaciones olímpicas por triunfos, tres finales, tres oros, hasta que ha llegado la final de barra de equilibrios. En el ejercicio más emblemático de la gimnasia femenina, donde los nervios se ponen a prueba ejecutando saltos y acrobacias temerarias en una superficie de 10 centímetros de ancho, la genial Biles ha titubeado por primera vez y ha abierto una pequeña rendija en el férreo dominio que ella misma ha impuesto en estos Juegos. Por esa rendija se ha colado la holandesa Sanne Wevers que, con una gimnasia en las antípodas de la impulsada por Estados Unidos, ha devuelto a su país a lo más alto. Biles se ha tenido que conformar con el bronce.
Wevers ha logrado 15,466 puntos, frente a los 14,733 de Biles. Entremedias se ha colado la otra estadounidense en liza, Lauren Hernandez (15,333).
La clave del triunfo de la holandesa, que tiene 24 años, ha estado en un fallo de Biles. Tras iniciar el ejercicio sin titubeos, incluido su giro característico nada más comenzar y las dos primeras acrobacias importantes, la texana se ha quedado corta en un mortal adelante. Cualquier gimnasta con menos fuerza en las piernas que ella habría cedido en el esfuerzo pero Biles consiguió evitar la caída agarrándose a la barra. El fallo, sin embargo, fue evidente, para el público y para los jueces.
Un triple que emociona
El error pasó factura a Biles en la nota de dificultad (dos décimas menos que el primer día de competición) y, claro, en la de ejecución: 8,233. Wevers, que salía justo después, ha tenido que sobreponerse a los nervios de saberse capaz de ser la primera rival que supera a la estrella estadounidense en Río. Así ha sido. Sin titubeos, con saltos gimnásticos altísimos, giros perfectamente ejecutados —ese triple que emociona tanto a los entendidos como uno de esos mortales tememarios— y una salida de esas que parecen decir: “Ahí queda eso”.
Los jueces han tardado una eternidad en dar su veredicto, tal vez conscientes de que en el momento en que lo hicieran se pincharía el maravilloso cuento que vive Simone Biles en Río (y con ella su deporte). La estadounidense empezó con el oro por equipos, siguió con el individual (que la reconoce como la mejor gimnasta de los Juegos) y redondeó el domingo con el del salto, y todos esos triunfos los ha logrado con una insultante superioridad sobre todas las demás aspirantes. Esos tres oros, además, la emparentaron con Nadia Comaneci, que logró la misma suma en Montreal 76. Pero en la primera oportunidad de superar al mito, Biles tropezó.
Este percance no quita ni una pizca de importancia a la hazaña de esta texana de 19 años. Es como esa plata de Phelps en el 100m mariposa. A Biles además aún le queda una oportunidad, la final de suelo, su ejercicio más espectacular, que se celebra hoy y que cerraría un estreno olímpico espectacular.
¿Y quién es la chica que ha podido con la campeona olímpica? Pues una de las gemelas Wevers, Sanne, que junto a su hermana y compañeras han logrado devolver a Holanda a la élite de la gimnasia con ejercicios bellísimos, modernos y clásicos a la vez, que buscan su dificultad en los giros y en las conexiones y no en esas acrobacias imposibles que caracterizan a las estadounidenses. Holanda ganó el oro olímpico en Ámsterdam 1928. No se clasificaba por equipos para unos Juegos desde Montreal 76. Ahora tiene una escuela propia y una campeona olímpica.
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