Mireia Belmonte: “Seguiré hasta Tokio, estoy en la flor de la vida”
La nadadora española acaba cuarta con récord de España en un 800 en el que Katie Ledecky recorta el récord mundial en dos segundos hasta dejarlo en 8m 4,79s
Mireia Belmonte cerró su participación en los Juegos de Rio con una exhibición de bravura que no sirvió para ganar medallas pero recordó la pasta de la que está hecha la española, que nadó contracorriente en la calle ocho, pegada al rebosadero, hizo su mejor tiempo y fue cuarta en el 800 más rápido de la historia. La estadounidense Katie Ledecky recortó el récord mundial en dos segundos dejándolo en unos inconcebibles 8 minutos 4,79 segundos. Dos segundos por debajo de la anterior plusmarca. Una hazaña que sirve para clausurar con estrépito una actuación colosal y, tal vez, una época. Tanto Mireia como Ledecky dijeron tras la carrera que piensan seguir dando guerra hasta los Juegos de Tokio. Lo que resulta improbable es que sigan frecuentando la prueba más larga de la natación en línea olímpica. El 800 es para las niñas y el tiempo, el mismo que decide el oro, la plata, el bronce o la nada, las ha convertido en mujeres.
“Fue bastante difícil”, dijo Mireia tras la carrera, “porque no encontraba a las otras nadadoras. Quería ver a Carlin y buscaba su gorro rojo, pero... La natación está cada vez más difícil porque con un tiempo superior al de hoy hice plata en Londres. Hay que contemplar que este cuarto puesto es muy bueno. He batido el récord de España. Creo que he hecho unos Juegos bastante buenos con el oro y el bronce”.
La prueba exigió a Mireia hacer un ejercicio de exploración. La última vez que nadó un 800 fue en la final de Londres. Acabó segunda en 8m 18m76s. Aquella tarde Ledecky se presentó en sociedad. La americana se llevó el oro en 8m 14,63s. En los cuatro años transcurridos desde entonces Ledecky ha batido cinco veces el récord mundial de 800 libre. Le ha metido un tajo de diez segundos. Una medida que equivale a un tercio de piscina y que hace pensar en la última frontera de las posibilidades humanas.
Ledecky nadó tan sola en Rio que no sirvió ni de liebre. Solo la pudieron seguir la húngara Boglarka Kapas y la británica Jazz Carlin por las calles centrales, y Mireia por la calle lateral, una posición que crea dificultades a la hora de controlar la carrera. El plan fue seguir a la australiana Jessica Ashwood, la ocupante de la calle siete, para aprovechar el rebufo a la espera del último golpe en los 200 finales. Pero Ashwood estaba lejos de su mejor forma y a Mireia no le quedó más remedio que dejarla atrás siguiendo el ritmo del gorro rojo, la parte más visible de Carlin.
El cardumen de perseguidoras pasó por el 400 en 4m 4,7s. Ledecky las precedió con 4m 1,98s. Salvo las seis nadadoras más rápidas de siempre, ninguna mujer completó la prueba de 400 metros antes de lo que Ledecky tardó en nadar los primeros 400 del 800 de Rio. Le quedó otro 400, que salvó por debajo de 4,3 minutos. Se colgó su tercer oro individual tras imponerse en el 200 y el 400 libre. Solo la australiana Shane Gould en 1972 hizo algo parecido en unos Juegos.
Armada de cualidades físicas de mariposista de 200 metros, Mireia procuró emplear su mayor potencia para acabar más rápido. Pero cuando intentó el cambio de ritmo, a partir de los 700 metros, se hizo evidente que no producía el efecto deseado. Quizás le pesara el calendario recargado de la semana. Carlin y Kapas, descansadas para nadar el fondo, aceleraron un poco más y se subieron al podio. La británica fue plata con 8m 16,17s y la húngara bronce con 8m 16,37s. A 12 segundos de Ledecky.
“Ledecky es una extraterrestre”, dijo la española, que hizo 8m 18,55s. “Yo no la vi en ningún momento. Conté conque ella estaba adelante y que tendría que luchar por las medallas con las otras. He salido a tope a aguantar hasta el final y jugármela. Cuando salí de la piscina me dolían las piernas. Me costaba caminar y eso siempre es señal de que no te queda energía y has dado el máximo”.
“Ahora tengo claro que quiero seguir nadando otros cuatro años más para llegar hasta los Juegos de Tokio”, anunció. “Me gusta mucho la natación como para dejarla ya. Tengo 25 años y estoy en la flor de la vida”.
Famosa por su impasibilidad, Ledecky se descompuso al acabar la prueba y estuvo llorando durante una hora. La despedida de su entrenador, Bruce Gemmell, al que dejará para apuntarse en el equipo de la Universidad de Stanford, la puso sentimental. "Dejo a un amigo con el que he pasado cuatro años maravillosos", dijo, "y espero que los próximos cuatro años sean igual de geniales".
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