El Manchester United ya tiene su Van Gogh
El equipo de Mourinho gasta 120 millones en Pogba, cifra récord en la historia
Lloraba de rabia e impotencia, sentado en el despacho principal de Carrington, donde Alex Ferguson atendía por las cristaleras los entrenamientos de su Manchester United. También lloraba porque era un niño y no quería entender la decisión del boss de no hacerle jugar ni un minuto más porque tras intentarlo de todas las maneras posibles no había sido capaz de retener a Paul Pogba (Francia; 23 años).
Ibrahimovic y Mourinho conquistan la Community Shield
La cúpula directiva del Manchester United, cansada de pelear por entrar en la Champions y no por conquistar la Premier, decició dar un giro radical al plan deportivo. Por lo que ficharon a José Mourinho para el banquillo. “Es simplemente el mejor y su historial de éxito es ideal para llevar al club hacia delante”, le elogió Ed Woodward, vicepresidente ejecutivo de la entidad inglesa. También contrataron a Zlatan Ibrahimovic. “No he venido para perder el tiempo sino para ganarlo todo”, expuso el delantero.
Ayer, en la Community Shield, ambos lograron el primer laurel frente al Leicester. Marcó primero Lingard, empató Vardy gracias a un regalo de Fellaini y Zlatan, de cabeza tras centro de Valencia, resolvió el título para el Manchester.
Era 2012 y Van Gogh, como le tildó su representante Mino Raiola por su valor incalculable, hizo las maletas para jugar en la Juve, que sí le garantizaba minutos y oportunidades. “Si no juego, me voy”, resolvió Pogba en una reunión anterior a la de la llorera, molesto como estaba porque el mánager prefería darle carrete a Scholes —que se había retirado hacía seis meses— antes que a él. Por lo que Ferguson, orgulloso, le abrió la puerta a medias porque al tiempo trató de hacerle recapacitar con una visita de Evra a su casa, incluso una suya en la que la madre le despachó sin titubeos, y una última oferta de 24.000 euros semanales que ni siquiera atendió. No funcionó la estratagema y Paul se fue por un millón de euros. Ahora, seis años más tarde, regresa a Old Trafford. Ya no está Ferguson en el banquillo sino que Mourinho es quien dicta y manda. Y tampoco vale un millón, sino que son 120 los que desembolsará el club a la Juve, que a su vez le dará unos 20 millones a Raiola.
Seguramente Ferguson se retorció en su casa ante el anuncio del MUFC de ayer, cuando reveló con un juego de palabras [Pogback] que el futbolista estaba de vuelta, ya superando la revisión médica. Pero en la Juve están de lo más orgullosos de la gestión de Beppe Marotta, despreocupado en el curso anterior cuando no se llegó a un acuerdo con el Madrid y el Barça, peleados por el jugador. Ahora, ha incrementado el valor del futbolista y eso que en esta ocasión solo se ha dado la oferta del Manchester United, toda vez que el Madrid preguntó precio para contentar a Zidane —era el único fichaje que había reclamado—, pero nunca mostró su voluntad de hacerse por el medio. La reunión definitiva, entre Raiola y Pogba, fue hace tres semanas en Miami, donde el jugador estaba de vacaciones tras una Eurocopa que perdió en la final y en la que las vio de todos los colores, toda vez que en el primer encuentro dedicó una peineta al tendido por las críticas de la afición bleu, después fue relegado al banquillo y más adelante se ganó el piropo generalizado tras un gol frente a Islandia y su baile Dap, famoso en la Serie A y que a buen seguro exportará a la Premier, donde llegó a jugar 71 minutos, aliñados con otros 28 en la Europa League y 103 en la FA Cup.
Club statement on Paul Pogba: https://t.co/BCU3m17XXm #MUFC pic.twitter.com/LiTdnSFVNL
— Manchester United (@ManUtd) August 7, 2016
Siempre estridente en sus peinados y atuendos, Pogba es un superdotado del balón, excelente en la conducción, preciso en el desplazamiento y el chut, también habilidoso en el regate. Su físico modelado y fibroso le alcanza para abarcar más campo que cualquiera, aunque se le exige más regularidad porque puede jugar 10 minutos de ensueño para luego desaparecer media hora. Del mismo modo, también se le reclama leer los partidos, poner la pausa o agitarlos según las necesidades colectivas. Pero es el futuro del planeta fútbol y Mourinho lo cree, feliz por su incorporación y por un equipo hecho a base de talonario que quiere recuperar la competitividad tras tres años de crisis mal resuelta por David Moyes (logró la Community Shield), Ryan Giggs de forma interina y Louis Van Gaal, que venció la FA Cup.
Unos traspasos sonados
El traspaso de 120 millones, que deja en la cuneta los poco más de 100 que se pagó por Cristiano Ronaldo y por Bale, es una cifra desorbitada con la que ya contaba la Juventus desde hacía tiempo. Resulta que el acuerdo con el Manchester United estaba a falta de la firma desde hace mucho tiempo. Por eso desembolsaron 90 millones en Higuaín, que se lo arrebataron al archienemigo Nápoles. Pero el papeleo, las comisiones y las pocas urgencias de la Juve por hacer oficial la contratación de Pogba hicieron demorar un fichaje que ha roto la banca en pedazos.
Aunque los traspasos del francés siempre fueron distintivos. Cuando se marchó al United, el Le Havre (donde se esculpió el futbolista) denunció a la FIFA al club por un fichaje que entendía irregular al ser menor. A través de una compensación económica, le dio la razón el organismo internacional, reticente ante las alegaciones de que el padre del jugador se mudaba a Manchester por motivos laborales. Después, abandonó a Ferguson y ahora regresa a Old Trafford, donde, según los rotativos ingleses, el futbolista firmará por cinco años y cobrará unos 16 millones anuales. Pero el dinero es un problema para el United, que se ha gastado ya 200 millones con Pogba, Mkhitaryan (42), Bailly (38) e Ibrahimovic, que llegó gratis tras acabar contrato con el PSG. Un equipo que ilusiona y un futbolista que engancha, tal y como demostraron ayer los hinchas en Wembley, donde vencieron la Community Shield frente al Leicester (1-2) y donde entonaron el estribillo de Three Lions de la banda The Lightning Seeds modificando el Football’s coming home por Pogba’s coming home. Aunque a Ferguson no le hará tanta gracia tener un Van Gogh.
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