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Alemania - Italia: El Partido

Las dos selecciones, que suman 12 títulos mundiales y europeos, dirimen en cuartos todo un clásico

José Sámano
Entrenamiento de la selección italiana en Montpellier.
Entrenamiento de la selección italiana en Montpellier.Claudio Villa (Getty)

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La historia los señala como las mayores potencias futbolísticas de Europa. A Alemania, una máquina de ganar, le cuelgan cuatro Mundiales y tres Eurocopas. A Italia, una buscavidas como ninguna otra selección, le adornan otros tantos campeonatos del mundo y uno europeo. Las dos se retan hoy en Burdeos (Telecinco, 21.00) en los cuartos de final de un torneo que se les resiste más de la cuenta: veinte años a los germanos y 48 a la Nazionale. Fue precisamente España, ya exiliada, quien superó a unos y otros en las dos finales anteriores. Para los alemanes, quién lo diría, todo un reto: nunca han ganado a Italia en un gran campeonato.

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Al margen del peso de su leyenda, Alemania e Italia han causado impacto en Francia, de manera especial en los encuentros de octavos. Los de Joachim Löw arrollaron a Eslovaquia y los de Antonio Conte lograron la sumisión de La Roja. Los dos equipos llegan, por tanto, en alza. Cada cual a lo suyo, con estilos muy diferentes, pero ambos con muestras de mucha pujanza. A los alemanes les lucen las estrellas. Sin ellas, a los italianos, que han hecho de la necesidad virtud, les brilla el cientifismo de un grupo de hombres que más parecen marines que futbolistas. Pese a toda su solera, los respectivos países han afrontado una reforma futbolística. Primeriza Alemania, más tardía Italia.

Aun con la costumbre de ganar, llegó un momento en el que los germanos decidieron que también había que jugar. Jürgen Klinsmann inició la revolución en los años previos al Mundial alemán de 2006. Con él como seleccionador, la pelota pasó a tener tanta relevancia como el físico, la seña de identidad de un fútbol que atemorizaba más por el hormigón que por la destreza.

El camino de la pelota

El experimento de Klinsmann y Löw, por entonces su ayudante en la pizarra, no alcanzó para conquistar su Mundial —fue Italia quien se interpuso en semifinales—, pero la idea caló en la hinchada. Con el tiempo, Alemania dejó de gravitar casi en exclusiva sobre esos centrales pértigas y arietes de dos armarios, por más que ahora anide ante el gol Mario Gómez, que en esta Alemania parece de otra época, pero resulta eficaz. Lahm, retirado como internacional tras levantar la última Copa del Mundo, ha sido el póster de este fenómeno contracultural. Un tipo con el cuerpo de un cualquiera que juega de maravilla, capaz de mutar del lateral al medio centro. No fue la única excepción. Se alumbraron jugadores como Özil, Kroos, Göetze, Reus, Kimmich —otro en la línea de Lahm—, Draxler... Alemania eligió el camino de la pelota y ahí sigue.

El caso de Italia es otro. Cesare Prandelli soltó las amarras tradicionales del calcio y el equipo que se vio por la Eurocopa de 2012 se había desitalianizado en gran medida. El balón ya no era un artefacto que mejor esté en los pies del rival. Solo la mejor versión vista de España apartó a la Italia de Pirlo, bandera de aquel equipo, de la cumbre final. Pero Pirlo se secó, y en el calcio hace mucho que no hay caladero. Así que Conte se ha lanzado a su propia revolución, aunque todo apunta a que sea pasajera. Él está en la Eurocopa en tránsito hacia el Chelsea.

Deje el poso que deje, la obra de Conte despierta interés. Sin jugadores de primerísimo nivel, salvo Buffon y los tres centrales, el ex entrenador de la Juventus no se ha refugiado en las cuerdas. Con más talento en el cesto lo hicieron muchos de sus predecesores. Conte ha forjado un equipo con un peculiar sistema, el que despuebla el eje de su propio medio campo, da salida al juego con los zagueros y, mientras, enchirona al adversario en su jaula, con hasta cinco jugadores atosigando al contrario cerca de su área. Frente a Alemania es probable que reproduzca el sistema empleado ante España, ya que a los de Löw también les gusta jugar con la pelota cosida al pie desde su portería. Veremos si dan con el antídoto que ni olió la Roja.

En Italia está de baja desde varios días Candreva y es posible que Conte tampoco pueda alistar a De Rossi, con molestias. Un agujero, ya que Motta, su relevo natural, está sancionado. En Alemania, que se sepa, todos están en condiciones para el que, por rango histórico, es el duelo de Europa, el de los más campeones. En México 70, un cruce entre ellos derivó en el segundo partido del siglotras el Inglaterra-Hungría del 53. En esta sosaina Euro, que al menos sea El Partido.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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