España se lleva un sonoro azote ante Croacia
La Roja, errática, sucumbe ante una buena Croacia y se jugará los octavos con Italia por el lado crudo del cuadro
En un día clave, España se llevó un azote sonoro cuando menos lo esperaba. Llegó a Burdeos con merecidos elogios, le valían dos de los tres resultados para ser primera de grupo, se plantó con su equipo “titularísimo”, dio con un gol antes de los diez minutos y hasta tuvo un penalti que no lo era con el partido empatado. Ni así, lo falló Sergio Ramos, que se eligió para tirarlo cuando se lo pedía Cesc. Poco después, en el tramo final, Perisic, estupendo jugador, dio la puntilla a los españoles. Todos se quedaron como estalactitas. El pasado, tan reciente como prometedor, se fue al garete. De repente, Croacia, un muy buen equipo, dejó fulminada a España, abatida, sin explicarse semejante contratiempo. Y el asunto no es menor. Lejos de despejarse el camino como líder del grupo, lo que le espera en esta Eurocopa, sea el recorrido que sea, es crudo, muy crudo. De momento, el lunes le espera Italia en París. Por ese lado del cuadro circulan también Francia, Alemania e Inglaterra. Las sensaciones, como van y vienen, ya no serán las mismas y la confianza, tampoco. Ahora, el enredo es mayúsculo, mientras a los croatas les espera un tercer clasificado.
No fue la España vista por Francia. Ni migas. Del Bosque, cosa extraña, repitió equipo por tercera jornada. Lo que va bien no se toca, y menos cuando había tanto en juego. No surtió el efecto deseado, porque al equipo le dio por ser más administrativo que agudo, y ya no tuvo reacción cuando se vio apretado, con los croatas reacios a consolarse con un empate que les hubiera clasificado como segundos.
De entrada, la Roja reguló más de la cuenta, inquietante ante esta Croacia, incluso sin Mandzukic y, por supuesto, el sobresaliente Modric, lo que engrandece aún más su victoria. Un conjunto bien estructurado, con jugadores muy cuajados como Rakitic y el eterno Srna, y ese gran Perisic, rápido, hábil y con mucho picante. Una Croacia nada achantada frente a esa España tan convincente en sus dos partidos precedentes. Muy medida en todo, la Roja quiso tramitar el duelo con el menor desgaste, siempre con un ojo en el depósito. Cuando se vio angustiada ya no tuvo respuestas. De hecho, solo pareció iluminarse cuando Morata selló un gol sinfónico tras una jugada extraordinaria. Croacia elevó la presión con Rakitic cerca del delantero Kalinic para cortar los cables a España desde la cueva. Con dos toques sutiles, Ramos y Busquets se saltaron la primera barricada, Cesc dio carrete a la acción y, tras un rechace de la zaga croata, la pelota se amigó con Silva, que es de los que la miman. El canario echó un vistazo a la plaza y donde solo había un bosque de piernas rivales filtró el balón como solo él podría explicarlo. Cesc, astuto en el desmarque, hizo llegar el gol a Morata, al que le bastó acariciar el balón bajo el larguero. Con gente como Silva por el medio, los goles no suelen ser ordinarios.
En ventaja, con Silva y Cesc al mando, España aparentó ser la España esperada, con movimientos constantes en la media punta, donde Cesc resultaba un quebradero para los croatas, y Silva andaba con el pie suelto y la zurda afinada. Fue un espejismo, la selección de Del Bosque se aflojó hasta el punto de conceder dos oportunidades con pifias impropias, una de Ramos y otra de De Gea. A ambos se les anudaron los botines al que querer dar salida al juego. Ante el error del andaluz, en una noche para su olvido lo antes posible, el meta respondió con eficacia al tiro de Rog. En el segundo patinazo, el del arquero, Rakitic sufrió un embrujo. Su picadita, con De Gea batido, fue de billar: balón al larguero y, de rebote, al poste derecho de los españoles. Para no creer. Dos tropezones que revelaron pronto la relajación española.
El balón no obedecía como otras veces, había menos tacto. Iniesta pasaba de puntillas por el partido, sin más. Alba se contenía por la banda y Nolito se ofuscaba una y otra vez, derrotado en la mayoría de los asaltos con Srna. Nadie era lo que había sido unos días atrás y Croacia encontró el justo premio a un paso del descanso. Una magnífica irrupción de Perisic por la izquierda fue rematada con frac por Kalinic, que se marcó una espuela de museo. Para rectificar, tras el intermedio, Del Bosque buscó el control con Bruno como socio de Busquets, en detrimento de un lioso Nolito. Tampoco así se encontró España, todo se le hacía muy espeso y Croacia asustó en más de una ocasión a un dubitativo De Gea, otro que bajó la nota. Piqué era el único sostén defensivo, no solo de la zaga, sino de todos. Poco a poco, la Roja percibió que allí había fragor, un adversario decidido a no consentir ni una.
Equilibrada la contienda, al árbitro le dio por decretar penalti en un soplido de Vrsaljko a Silva. Ramos se estrelló con Subasic, varios metros adelantado, pero el colegiado también hizo lo que le dio la gana con ese lance. No era el día, y mucho menos del capitán español, que tampoco acertó en dos cabezazos de los que no se le suelen escapar. El equipo, lejos de abrochar al menos el empate, se vertebró mal y Perisic le fundió en una contra final, con el equipo tan desubicado como De Gea, que dejó su palo abierto. Ya no hubo remedio ni en el último segundo, cuando Vrsaljko sacó bajo palos un remate de Silva. Nada está perdido, pero a España se le vino el mundo encima. Ella sola se disparó en el pie. Le esperan chuzos, en el campo y fuera. El fútbol es una noria.
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