Inglaterra y Rusia se juegan la expulsión
La UEFA amenaza con echar del torneo a las selecciones cuyos hinchas causaron los incidentes en el Vélodrome
La avalancha humana del estadio Vélodrome de Marsella al término del partido que disputaron Inglaterra y Rusia en la noche del sábado obligó a la UEFA a intervenir al día siguiente para intentar frenar una ola de violencia que, por momentos, ha desbordado a las fuerzas de seguridad francesas, más pendientes del frente terrorista que de los hooligans. El comité ejecutivo del organismo que dirige el fútbol europeo, organizador de la Eurocopa que se celebra en Francia hasta el 10 de julio, amenazó con expulsar del torneo a Inglaterra y Rusia si sus aficionados repiten los actos vandálicos que protagonizaron entre la noche del jueves y la madrugada del domingo. Este martes se reunirá el comité de disciplina de la UEFA para evaluar el expediente abierto a la federación rusa por el ataque que sus presuntos seguidores protagonizaron en el Vélodrome, además de por lanzar seis bengalas prohibidas.
Fuentes de seguridad de la UEFA informan de que hubo tres enfrentamientos graves hasta la celebración del Inglaterra-Rusia. Las tres batallas callejeras se desarrollaron en los alrededores del Puerto Viejo de Marsella. En la primera, el jueves por la noche, chocaron aficionados ultras del Olympique de Marsella, en su mayoría de origen musulmán, con seguidores ingleses. En la segunda trifulca, el viernes, volvieron a pelearse los mismos grupos, pero con intensidad redoblada. El sábado, después del mediodía, se produjo la última riña, esta vez con la intervención de grupos ultras rusos. El saldo oficial de esta pelea fue de 35 heridos, un inglés internado tras sufrir una parada cardiorrespiratoria, y ocho detenidos.
La inmensa mayoría de los hooligans ingleses que se desparramaron por el puerto desde el jueves lo hicieron llevados por los viejos sentimientos de gregarismo, amor por el alcohol, y desprecio por todo aquello que les resultara extraño. A los rusos que irrumpieron el sábado no se les vio emborrachándose en las terrazas. Aparecieron con atuendo paramilitar, envueltos en pasamontañas o tocados con gorros de camuflaje y portando insignias de grupos ultras del fútbol ruso, célebres por su carácter pendenciero. Los Orel Butchers del Lokomotiv, los Gladiators del Spartak, y los Sturdy Fighters del Torpedo Waldimir reprodujeron la iconografía y hasta el lenguaje —el inglés— que emplean los neonazis en Europa occidental. Se distribuyeron en pequeños grupos y actuaron de forma metódica mezclándose entre la multitud de aficionados para ocultarse. Cuando atacaron a los ingleses lo hicieron rápido, sin dar muestras de aprensión y con una agresividad inaudita, golpeando con puños, palos, sillas, botellas y armas blancas.
Una hora antes del partido, en la Ronda del Prado, a cien metros del estadio, estalló el primer disturbio lejos del Puerto Viejo. La policía lo disolvió con bombas lacrimógenas, perros y una tanqueta armada de un cañón de agua. El partido impuso una tregua. Cuando el árbitro pitó el final, pasadas las 22.30 del sábado, se registraron los hechos que más preocuparon a la UEFA, cuando un puñado de estos individuos, aparentemente rusos, asaltó el sector británico del graderío para hacerse con banderas con la cruz de San Jorge a modo de botín de guerra.
El recinto estaba plagado de paramilitares, policías y guardias dispuestos en un operativo antiterrorista. Pero los ultras se movieron con tanta libertad que provocaron peleas tumultuarias, pánico, y una avalancha de gente en búsqueda de la salida. Son algunos de los ingredientes de las tragedias que más mortandad han causado en la historia del fútbol. La escena no tiene precedentes en las grandes competiciones europeas celebradas en este siglo. En la Eurocopa de 2000 hubo disturbios en Charleroi. Pero nunca en el campo, que es exactamente donde la UEFA, siguiendo el modelo de la Premier, ha instaurado un estricto régimen de asepsia que es la base de los retornos económicos.
El comunicado de la UEFA fue inevitablemente contundente, el domingo al mediodía: “El Comité Ejecutivo de la UEFA ha advertido a ambas federaciones que, independientemente de las decisiones adoptadas por los órganos disciplinarios relativos a los incidentes dentro del estadio, no dudará en imponer sanciones adicionales a la Football Association (FA) y la Federación Rusa de Fútbol (RFU), incluyendo la descalificación potencial de sus equipos del torneo, en caso de producirse este tipo de violencia de nuevo”.
Prohibido el alcohol
La preocupación por los hechos de Marsella también impulsó la reacción del Gobierno francés. El Ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, prohibió este domingo “la venta, consumo y transporte de todas las bebidas alcoholizadas en los perímetros sensibles”, en los días de partido y la vispera.
El Gobierno británico anunció que se ha ofrecido para colaborar en todo lo necesario con la policía francesa, ya sea enviando agentes al territorio de Francia o facilitando la búsqueda de pruebas que permitan identificar a los responsables de los ataques y los destrozos a la propiedad pública o privada. Las fuerzas de seguridad de ambos países permanecen alerta a la espera de la celebración de los próximos partidos que impliquen a las aficiones más conflictivas: Inglaterra-Gales en Lens, el próximo jueves, y Rusia-Eslovaquia en Lille, el miércoles.
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