La velocidad aparta al talento
Argentina lleva dos años jugando a lo mismo. Brasil carece de cerebro
La Copa América reúne equipos con diferentes prioridades. La selección argentina, que ha heredado frustraciones de los torneos precedentes, tiene más necesidad de ganarla que otras que están en otro proceso. Unas porque están experimentando, otras porque apuntan a los Juegos Olímpicos, otras porque guardan jugadores. Hay disparidad de objetivos. En ese terreno Argentina puede ser uno de los grandes candidatos junto con México o Colombia.
Argentina lleva dos años jugando a lo mismo. Se repiten jugadores pero no veo qué es lo que quiere o cómo se sostiene lo que quiere. De pronto es una selección que contragolpea, intenta tener calidad en el manejo del balón y no lo consigue porque equivoca los intérpretes. El contraataque es una oportunidad que se presenta, no se puede fabricar. Cuando encuentra estas condiciones, los partidos le resultan favorables, como contra Chile, que equivocó los caminos porque fue muy vertiginoso. Argentina provocó algunos errores y salió con Di María, con Gaitán y, especialmente, con el manejo de Banega. Entonces Argentina es peligrosa, pero estos partidos no siempre se presentan así.
Argentina tiene dificultades para iniciar las jugadas porque los centrales no tienen calidad para dar ese primer pase, porque Mascherano es el cinco y está habituado a jugar de central y no procesa rápido, no agiliza. Augusto tiene los mismos problemas. Pero una vez que el equipo tiene un gran extremo, como Di María, en los últimos metros explota bien las virtudes individuales de los jugadores. El juego no está claro porque cuando necesita elaborar no sabe hacerlo y la mayoría de las veces lo necesita. Le cuesta salir de la presión del adversario en la gestación de las jugadas y arriba, en ese panorama, depende en exceso del talento individual.
Argentina es como los discos de vinilo. Tiene una cara A y una cara B. Y no sé si son compatibles. Por un lado, intenta jugar a algo que no puede desarrollar y a veces da la impresión de que el rival puede destruirlo con facilidad. No sé si a Martino le interesa buscar otros centrales que manejen mejor la pelota, o le basta con la contundencia porque piensa que con los talentos del ataque tiene una garantía para resolver los partidos. Tampoco tiene buenos laterales y eso para el dominio en el campo rival es fundamental.
El primer tiempo de Brasil ante Ecuador me gustó. Pero se está consagrando mucho la velocidad. A la hora de elegir, los entrenadores prefieren los jugadores veloces. No los imaginativos. Brasil tiene un mediapunta como Ganso que para todos los técnicos parece ser más un estorbo que una solución. Se consagra la velocidad hasta un punto en que los partidos tienen una turbulencia… Van, cogen la pelota, chocan. Falta pausa. Falta el componente cerebral. La aparición de Guardiola dio un impulso para buscar más, para atacar más. Hay equipos que han desarrollado más esa cualidad de saber tener la pelota. Pero el talento se aparta. Se prefiere al veloz sin medir si ese jugador aporta al equipo tantas soluciones como problemas pueden presentarse. La velocidad impresiona. Impresiona la conducción veloz. Pero, ¿a dónde conduce?, ¿con qué criterio?, ¿qué conceptos maneja? Ahí los entrenadores no parecen tenerlo claro. A Brasil le falta el manejo de los tiempos, la imaginación para poner un pase gol, para frenar.
Veo que los entrenadores se desviven por jugadores con un mismo perfil: Gaitán, Di María, Willian. Son rápidos sobre todo en tres cuartos, cuando hay que explotar la gambeta en velocidad, pero los equipos están muy acelerados. Les falta madurar la jugada y chocan. Por eso no hay tantos goles. Por eso con Banega las jugadas mejoran claramente. Y me parece que Brasil carece de un cerebro. Alguien que no tenga esta dinámica sino que haga una pausa, una pared, que meta una pelota de gol. Por eso a Brasil le costó llegar, porque chocó.
Elías y Renato Augusto responden a la búsqueda de mediocampistas mixtos que llegan y aparecen en el área. Como intención me parece bien porque el fútbol es sorpresa. Cualquier volante que pisa el área siempre va a ser algo difícil de detectar para el rival. Pero en el juego la velocidad aparece. Cuando el rival se desorganiza uno siempre puede ser veloz atacando el espacio. Pero generalmente uno tiene que urdir la jugada con criterio, y ahí es cuando muchos centrocampistas quedan en evidencia por sus carencias, porque no saben qué hacer, cómo ubicarse, no entienden el ataque posicional. Y ahí se necesita inteligencia, mirar la cancha de frente, saber perfilarse, jugar en espacios reducidos, imaginar. Esas virtudes se les están olvidando a los entrenadores. No sé si porque no surgen jugadores o porque creen que esos jugadores quitarán una marcha al equipo. Y es al revés. Esos jugadores manejan las oportunidades mejor.
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