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El guerrero Valverde ataca y hace daño en Toscana

En el puerto de tierra y gravilla cede Dumoulin, que pierde más de un minuto y la maglia rosa en Arezzo

Carlos Arribas
Valverde, al frente del grupo, en acción en el Alpe di Pot con Nibali a su rueda.
Valverde, al frente del grupo, en acción en el Alpe di Pot con Nibali a su rueda.CLAUDIO PERI (EFE)

La vida es bella, pudo decir Alejandro Valverde, un guerrero en Arezzo, adonde llegó no solo incólume sino con aires victoriosos después de atacar al pie del puerto de tierra y gravilla blanca, el Alpe di Poti y su 14% de pendiente a 25 kilómetros de la meta. Ante su ataque imperioso palideció la rosa de la maglia de Tom Dumoulin, el líder, que, solo, sin nadie del equipo que le ayudara, sufrió la ley de los escaladores como la sufrió en la Vuelta de 2015. En un puerto de menos de siete kilómetros y segunda categoría en el corazón de la Toscana más dulce, perdió el gigante holandés todo lo poco que había ganado en las siete etapas anteriores, y también parte de su crédito como hombre para la victoria final. Obligado a sufrir, adelantó 24 horas el esfuerzo en solitario al máximo que deberá repetir el domingo en la contrarreloj de los vinos de Chianti, de la que era favorito.

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La maglia rosa no la heredó Valverde ni tampoco Nibali, que soportó las acciones aceleradas del murciano e incluso las respaldó a veces, ni Landa, al que le costó colarse en la ofensiva, ni tampoco Chaves, Urán (el domingo será su día), Majka, Pozzovivo o todos los coristas que aguantaron a rueda del líder del Movistar y sus compañeros lanzados a la vanguardia en la fuga matinal, sino un corredor de Vicenza con uno de los nombres más ciclistas que Italia y Francia han dado, y más historias, Brambilla de apellido y de nombre Gianluca, quien también ganó la etapa al culminar espléndidamente su fuga.

“¡Tranquilo, tranquilo, no te embales!”, le gritaba por el pinganillo Txente García Acosta, su director, quizás asustado por lo que estaba viendo. Qué ingenuidad. Cómo pretendía frenar a un combatiente que ha olido sangre y miedo en sus rivales. Nada más girar en la carretera estrecha de asfalto negro y encarar un muro de tierra y gravilla blanca apelmazada, Valverde, con su estilo de sprinter de montañas, aceleró y abrió un hueco. Faltaban 25 kilómetros en el punto por el que el futuro ganador, Brambilla, había pasado 3m 20s antes. Unos 200 metros después, miró a su espalda, contempló el reguero de corredores, polvareda y sudor que trataba de seguirle, víctimas de su aceleración, sonrió y esperó. A su rueda se soldó media docena. Estaban Nibali, que juega en casa, que soñaba con esta etapa tanto como Valverde, quien ya la había reconocido en marzo después de sufrir y enamorarse en le Strade Bianche y en la Tirreno, y también estaban el pimpante Esteban Chaves, el escalador colombiano, y su compatriota, el sólido Rigo Urán, y otros escaladores, Kruijswijk, Zakarin, Majka. La sombra oscura del maillot negro de Landa se divisaba más lejana, y más lejos aún, Dumoulin, a su ritmo y su piñón de 29 como una carraca.

“He acelerado desde abajo porque en una subida así hay que atacar lo antes posible”, dijo Valverde. “No he dudado ni un segundo. Se trataba de sacarle tiempo a Dumoulin antes de la contrarreloj y de cansarlo, pero no esperaba que desfalleciera tanto”. Faltos de la fe que movía a Valverde, o faltos de la fuerza que movía, o de los compañeros, Amador, que aguantó, Rojas y Sutherlin, que se habían adelantado en la fuga y le ayudaron cuando les alcanzó, con el murciano de 36 años que corre como un niño feliz apenas colaboraron los que quieren ganar el Giro, o quedar entre los primeros, y esperan. Pese a ello, desarbolado, Dumoulin perdió la maglia rosa y 1m 11s con Valverde y Nibali, el tiempo que pensaba sacarles en la contrarreloj quizás. A Brambilla, no volvieron a verle.

En el léxico de Mémoire du Cyclisme, la gran enciclopedia, figuran 15 Brambillas, y ninguno es pariente del nuevo líder del Giro, quien, seguramente, no necesitará al final de su carrera, de expectativas medidas, hacer muerto de vergüenza por haber fallado a su amada lo que hizo el Brambilla más conocido, Pierre, quien era un francés de París nacido en Suiza y que enterró su bicicleta en el jardín de su casa después de perder en el último día, víctima de un ataque artero de Jean Robic, el Tour de 1947. “No te merezco”, le dijo a la bici. “No soy digno de ti”. Pocas semanas después, enfermo de desamor, la desenterró para seguir sufriendo.

Resultados

Clasificaciones de la octava etapa del Giro de Italia 2016, entre Foligno y Arezzo, de 186 kilómetros.

8ª etapa:

1. Gianluca Brambilla (ITA/EQS) 4h 14m 05s

2. Matteo Montaguti (ITA/AG2R) a 1m 06s

3. Moreno Moser (ITA/Cannondale) a 1'27"

6. Alejandro Valverde (ESP/Movistar) a 1m 41s

8. Mikel Landa (ESP/Sky) a 1m 41s

Clasificación general

1. Gianluca Brambilla (ITA/Etixx-Quick-Step) 33h 39m 14s

2. Ilnur Zakarin (RUS/Team Katusha) a 23s

4. Alejandro Valverde (ESP/Movistar Team) a 36s

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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