El Bayern marca y se para ante el Benfica
Un gol a los dos minutos concede al equipo de Guardiola una ventaja mínima (1-0) ante un Benfica trabajador y apenas inquietado
Se paró el Bayern cuando parecía que había que echarle un galgo. Goleó de inicio y se abocó a un insulso trasteo en el que movió al rival sin encontrar la profundidad, expuesto a algún susto que le pudo haber metido en más problemas. Y tiene alguno porque sólo venció por la mínima a un Benfica que buscará la remontada ante su gente. La deberá encontrar sin Jonas, su máximo goleador que vio una tarjeta amarilla que conlleva suspensión, pero el equipo que prepara Rui Vitoria se va vivo de Múnich. No todos pueden decirlo.
Marcó el Bayern en su primera llegada al área y pareció llevar una tormenta sobre el cielo del equipo portugués. Quedó en chaparroncito. Si de algo hay que acusar al equipo de Guardiola es de que no acabara de desatarse. Ocurría hace años en los partidos de competición europea en Alemania que los equipos locales buscaban en esas situaciones de ventaja inicial una goleada casi por aplastamiento. Este Bayern guardiolizado es otra cosa, avasalla pero con método. Es paciente y a veces se pasa de frenada, tanto que durante bastantes acciones en la primera parte jugó prácticamente quieto, sin dinamismo para mover la pelota, al pie y sin apenas pases que sirviesen para romper líneas.
El Benfica se acomodó en torno a dos líneas de cuatro, basculó con cierta diligencia y dejó transcurrir los minutos sin descoserse. Superado por un gol, no dejó de sentirse en el partido por más que durante casi tres cuartos de hora no encontrase los caminos hacia el área de Neuer, más que nada porque tampoco encontró la pelota. Pero sus hombres bregaron como titanes y en ese esfuerzo lo normal es que alguna opción llegue. Esa trabajo fue su gasolina, la que fluyó cuando en la última jugada antes del descanso a Gaitán le cayó del cielo una volea que se hubiera ido a la red si Vidal no se tira con gallardía para bloquear el disparo con su cuerpo, concretamente con la parte donde más duele. O la que ya se desparramó cuando a los diez minutos de la reanudación Neuer tuvo que aparecer para resolver un mano a mano ante Jonas, tras magnífica maniobra del exvalencianista ante el novel Kimmich, un centrocampista que opera como central con solvencia para mover el balón, pero que sufre si debe cuerpear.
Los sustos mostraron al Bayern donde estaba. Había llegado al gol con más rapidez de la aguardada gracias a una acción simple, de distracción porque Vidal llegó desde segunda línea para anticiparse a Eliseu y rematar un centro de Bernat, pero apenas volvió a molestar a Ederson. A veces da la sensación de que el equipo de Guardiola solo se acerca al gol desde la excelencia, que cada ocasión para marcar debe estar precedida de una demostración colectiva. El equipo se atrancó en la salida desde atrás y acabó por adocenarse pese a que mediada la primera parte Lahm en esas operaciones comenzó a abandonar el lateral y a ofrecer soluciones operando como doble pivote. Llegó una única vez lo excelso en una belleza coral que llevó la pelota de una banda a otra con el Benfica persiguiendo en vano, pero Ederson desactivó el remate final de Müller. Echó en falta el Bayern más apariciones de sus delanteros hasta el punto de que Lewandowski no tiró ni una vez entre los tres palos y tan solo realizó 29 pases.
El partido apenas evolucionó y esa no fue una buena noticia para el Bayern. Porque además el Benfica no dejó de apuntar. Otra vez Jonas tuvo el gol apenas superada la hora de juego con un remate que estrelló sobre el pecho de Javi Martínez, recién incorporado al partido, cuando Neuer semejaba batido. Erró ante la portería en las dos ocasiones que tuvo y dejó el partido con el lunar de la tarjeta amarilla que le impedirá ayudar a su equipo en Lisboa, pero Jonas estuvo magnífico porque ayudó a que su equipo se estirase, a aliviar su repliegue ante un rival incapaz de cambiar el paso. No estará en el partido de vuelta, pero mostró que hay un camino para la sorpresa.
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