Justas tablas en el derbi gallego
Celta y Deportivo empatan en un partido con más esfuerzo que fútbol
El derbi gallego acabó en justas tablas, las decimosextas en 31 partidos para el Deportivo, que punto a punto escala hasta la salvación. Daña más el resultado al Celta, que ambiciona ubicarse lo más arriba posible en puestos europeos e incluso sueña con la cuarta plaza, que ahora tiene a cinco puntos a la espera de lo que haga el Villarreal esta jornada en Eibar.
El Celta acabó dominador, pero comenzó superado. No es fácil quitarle la pelota y convertirlo en un sufriente perseguidor, pero el Deportivo lo había conseguido en el partido de la primera vuelta en Riazor y volvió a repetir despliegue en Balaídos. Salió agresivo en las anticipaciones, codicioso sin balón y descarado con él, lejos de ese equipo desabrido que había perdido el hilo en sus últimos partidos a domicilio. Desconectó a Nolito y Orellana y apagó las luces del Celta, lo dejó a cuarenta metros de la portería de Lux. Se armó el Deportivo porque atrás volvió tras lesión Sidnei, un defensa con jerarquía en la resta y en la suma, que a los diez minutos advirtió de las intenciones blanquiazules (por primera vez en dieciséis años el equipo coruñés recuperó sus colores en Vigo) con un remate que culminó una acción de estrategia.
Sin noticias del Celta marcó el Deportivo para evidenciar que el roto en los telares celestes no estaba zurcido. Filtró un pase Fede Cartabia a un desmarque de Luis Alberto hacia la línea de fondo y allí el mediapunta andaluz encontró nada menos que dos opciones, Lucas Pérez en el punto de penalti y el llegador Borges en el segundo palo. Eligió ésta y el tico marcó a placer.
Nueve minutos después empató Nolito, pero antes ocurrieron dos sucesos: Wass, que ya cargaba con una tarjeta amarilla, golpeó con su codo el rostro de Navarro en la disputa de uno de esos balones que bajan con nieve. La jugada, tantas veces repetida y vista en nuestro campeonato, se castiga siempre con amonestación, como está tipificado. Y hubiera sido la segunda. Pero Fernández Borbalán señaló la falta y no abrió el bolsillo. Poco después un error del Celta dejó a Luis Alberto solo ante la meta de Sergio Álvarez y no resolvió por cuarto y mitad de barroquismo y una porción de agarrón por parte de Cabral. El partido miraba, estaba claro, hacia la portería del Celta, pero justo entonces marcó Nolito, que necesita bien poco para alzar la mirilla y encontrar la escuadra con esas roscas marca de la casa. Erró el Deportivo en la basculación, se escoró bastante Mosquera hacia su izquierda para apretar en la presión a Bongonda y le dejó espacio a Orellana para armar un pase interior cuando el lateral Juanfran no estaba cerrado del todo. Encontró un resquicio el Celta y entro con estrépito en un partido al que no había llegado.
El gol castigó doblemente al Deportivo porque además la jugada dejó lesionado al meta Lux, que colisiono con Sidnei en su intento de detener el chut de Nolito y se dañó en una rodilla. Salió al campo Manu Fernández, un portero que tenía una revancha por delante, también un precedente dudoso, porque en su única actuación esta temporada había cometido un grosero error con los pies que le costó un gol a su equipo. Lux trató de agotar todas las opciones para no dejar el campo y entre el voy y el vengo el partido se paró, el Deportivo perdió el dictado que tenía y no lo encontró en una segunda parte en la se vio obligado al repliegue. Tampoco es que le importe mucho al equipo de Víctor Sánchez del Amo encomedarse a esa suerte y abrir la espita del contragolpe, pero se incomodó porque el Celta estrechó el campo, aumentó la velocidad de su circulación y además se ajustó para que las respuestas de su oponente fuesen cada vez más esporádicas e inocuas.
El partido transitaba, con todo, entre un cierto sosiego en las áreas hasta que la expulsión de Arribas abrió un nuevo escenario. Fernández Borbalán le mostró dos tarjetas el central deportivista en apenas siete minutos, la segunda la protestó y pareció más rigurosa que la que se quedó en el limbo en la primera parte para Wass. La vio al final su compañero Cabral en una acción idéntica. Con veinte minutos por delante, el Celta llamó a filas a Guidetti, un delantero con tallaje. Apretó ante un rival que definitivamente ya se dedicaba a correr tras la pelota, que se echó atrás porque dio por excelente el empate. El Celta lo selló sin haber probado a Manu Fernández, que apenas tuvo que estirarse en despejar o retener balones cruzados.
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