El ganar convertido en enfermedad
Como cada lunes y jueves, Juanma López Iturriaga analiza la actualidad deportiva con su particular estilo
02/01 Sábado
Cayendo el día 2 en sábado, se me amontonan las preguntas. ¿Cuándo he de empezar a cumplir mis promesas y propósitos para este año, alguno de ellos verbalizado públicamente en la cena de Nochevieja a partir del tercer brindis? ¿Debería ir al gimnasio hoy mismo? ¿Lo de dejar de comer como si no hubiese un mañana es a partir de hoy o existe una prorroga para el roscón de Reyes y ese cumpleaños de amigo que pilla un 4 o 5 de Enero? ¿Hoy es un buen día para ese par de chapuzas domésticas cuya necesidad de arreglo se remonta meses atrás?. ¿Si a tu casa ha venido Papá Noel, como hago para que los Reyes Magos pasen de largo? La verdad es que si hay una época en la que añoro ser deportista profesional es esta. Sí, porque ya tienen la agenda hecha y cubierta de compromisos de antemano, por lo que la Navidad casi ni la notan. Mira Nadal, que hoy ha ganado su primer título (bueno, titulín) en Abu Dabi, donde lleva varios días. Seguro que Rafa no tiene estos problemas. Ni los futbolistas, baloncestistas y demás, que siguen disputando sus competiciones. Envidia.
03/01 Domingo
¡Que viene, que viene!. El Madrid empata en Valencia y cuentan que en el Bernabéu han encendido la máquina trituradora de entrenadores, que la verdad, no da abasto desde hace once años. Pero bueno, es sólo un rumor, el mismo que lleva instalado prácticamente desde que Benítez tomó posesión. Hoy yo quería hablar del Valencia Basket, que esta tarde se ha puesto 24-0 en su récord de temporada, igualando a los Warriors de Stephen Curry y con posibilidad de superarlos la próxima semana. Sí, vale, ya sé que son asuntos de difícil comparación, pero bueno, eso no quita mérito a lo que están haciendo por Valencia, que es mucho y bueno. El problema es que el escepticismo en el baloncesto a todo lo que ocurra cuando no hay títulos por medio, es grande. A efectos prácticos, la imbatibilidad de los toronjas y su liderazgo en la Liga Endesa no va más allá de la constatación de un buen trabajo, a la espera de que a partir de febrero, en la Copa del Rey, empiece el reparto de títulos. Pero eso no debe quitarnos la ilusión de que en Valencia se esté creando una alternativa sólida a el bipartidismo actual, ese que hace que el Madrid y el Barcelona lleven arramplando con todo desde hace unos años.
04/01 Lunes
Esta tarde Florentino Pérez ha hecho un donde dije digo, digo Diego y desdiciendo punto por punto todo lo que declaró hace unos pocos días, ha destituido a Benítez y entronizado a Zidane. Undécimo entrenador en doce temporadas y media. Todo un récord mundial, a la altura de los mejores tiempos de Jesús Gil y su Atlético de Madrid. Dijo Einstein una vez. Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados distintos. No sé si el Madrid está loco, pero sí que sufre una enfermedad de la que no acaba de curarse. La de su obsesión por ganar. Una de las señas de identidad histórica de este gran club ha sido esa que se resumía en que nunca vale el segundo puesto. Su objetivo se resumía en una palabra: ganar. Eso está muy bien, salvo que llegue un momento en el que todo se reduzca a eso y se dejen a un lado otros verbos y conceptos. En el Madrid de Florentino sólo se conjuga el verbo ganar, y no el de idear, crear, jugar, esperar, crecer. ¿Cuál es el objetivo? Ganar. No hablemos de estilos, formas o procesos, que eso resulta secundario. El único baremo que existe es ese, por lo que la victoria lo justifica todo y la derrota lo demoniza todo. Un entrenador dura lo que duran sus victorias, un proyecto pasa de ser bueno a malo con que haya un año donde no se pesque nada, olvidándose que la Liga la gana uno de 18, y la Champions uno de 32, de que a veces puedes hacer las cosas muy bien y que otro las haga mejor. Y cuando se gana algo, como la añorada décima, al día siguiente se olvida pues de lo que se trata es de ganar la undécima, por lo que lo que se haya hecho con anterioridad importa poco. Sólo cuenta el puro y duro presente, y que sea victorioso. Si no lo es, aunque sea por un rato, a la calle.
Ante la ausencia de otras consideraciones, vale lo mismo un entrenador que otro, se pasa de un estilo a otro radicalmente distinto, de un ideario futbolístico al contrario. Se fichan jugadores con unas características sin que exista un juego característico. Y va pasando el tiempo, los títulos no llegan y a Einstein se le sigue dando la razón.
5/01 Martes
Liquidado Benítez, toca el turno de hablar de la doble Z, la de Zinedine Zidane. Vaya por delante que le deseo lo mejor por muchas razones, entre ellas por haberme hecho disfrutar del fútbol como pocos en su etapa como jugador. Aquellas ruletas y controles, la elegante forma que tenía para moverse por el campo, la maravillosa habilidad para zafarse con un par de toques de cuatro contrarios que le rodeaban y salir con el balón jugado. Nunca podré olvidar esos momentos donde en el Bernabéu, Zidane hacía una de las suyas y de repente el estadio quedaba enmudecido ante la incredulidad de lo que acababa de ver para medio segundo después, soltar un ohhhh que se oía en Guadalajara. Por eso, por mi eterno agradecimiento, temo por él. Ahora mismo el madridismo se encomienda a su magia y seguro que este fin de semana le saludarán con una larga ovación. Pero estoy seguro que no tiene un cheque en blanco. Es más, tal y como está el ecosistema blanco, con un sector cada vez más amplio de gente cabreada como una mona, es probable que en los próximos días tenga pesadillas pensando en ese día en que los aplausos se puedan tornar en pitos. La tarea que tiene delante es titánica y a día de hoy tampoco conocemos muy bien su valor como técnico. Eso sí, en su primera comparecencia, hablo mucho más de ganar que de cómo piensa hacerlo, lo que encaja muy bien con lo que escribí ayer. A la espera de acontecimientos, sólo queda desearle que la fuerza y el acierto le acompañen.
06/01 Miércoles
Día de Reyes, que me pilla ya con una sobredosis navideña considerable. No hay regalos más allá de un par de libros pero sí un buen roscón con el que decir “hala, hasta dentro de once meses y medio”. Mañana volverá la normalidad y las rebajas, nos pondremos a currar, haremos dieta unos días, iremos al gimnasio convencidos de que este año nos vamos a poner cachas, los políticos nos volverán a dar la turrada con sus cosas y seguiremos en perpetua campaña electoral. Todo esto probablemente le dará igual a un vecino de Roquetas de Mar que ha hecho doblete. Le tocaron 800.000 euros con el gordo de Navidad y ha vuelto a pillar cacho con dos décimos del primer premio del Niño, 400.000 euros más. Total, kilo doscientos de vellón en un par de semanas. Desde Carlos Fabra no se había visto una cosa igual.
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