El Madrid del yo acuso
Yo acuso. Es la nueva divisa de este Real Madrid, que bien podría ser el Real Madrid del nuñismo, aquel dirigente lacrimógeno que arrastró al Barça por el lodo victimista durante dos décadas. Cada minuto afloran diablos blancos. A saber: técnicos, directores deportivos, topos, árbitros —del primero al cuarto—, federativos —fifos, uefos y patrios—, entrenadores que no alinean a los mejores ante el Barça, adversarios que no rascan a Messi como a CR, el personal que sortea el calendario, los ultras, los pseudomadridistas, los enemigos que se meten un dedo ajeno en el ojo para manchar el señorío, los incapaces del United con los faxes, los amigos de Benzema y de Kevin Roldán, el Ancelotti que rajó al equipo desde enero y fue la diana para exorcizar el 0-4 del clásico... Y, claro, los medios, porque como dijo en marzo Florentino Pérez: “Muchos son del Madrid, pero no todos”. Intolerable.
Lo penúltimo que quedaba por saber es quiénes han sido los instigadores de la campaña antiblanca en el caso Cheryshev. Florentino Pérez lo corroboró el jueves con más agobio que convicción. A la enciclopédica relación de conspiradores se han añadido el Villarreal y el propio Cheryshev. También hubo metralla contra la Federación, pero no es novedad, porque ya estaba entre los demonios blancos. Sostuvo el presidente que nadie informó al club y al jugador, para lo que se hizo trampas al solitario al citar los artículos reglamentarios que interesaban y omitir los que no. Todo con tal de no admitir con grandeza un fallo propio. Mejor que se desgaste el ya desgastado presidente, que al disparar una vez más contra lo ajeno pretendía salirse de la diana ante el duelo de hoy con el Getafe, donde hay más partido con el plebiscito de la hinchada, de regreso a Chamartín tras del clásico del “Florentino dimisión”.
Ante la excusa del poco creíble olvido federativo, hay que deducir que el Madrid fue boicoteado. Salvo la entidad blanca y Osasuna —más ocupado de asuntos muy, pero muy graves—, todos los demás clubes se dieron por enterados de las sanciones. Lo del Madrid con los faxes es menester de Stephen King. Una pista: es tal la incomunicación del Madrid que ha terminado por incomunicarse consigo mismo.
Puede que todo tenga remedio y baste con poner en todo el mismo celo que con los canapés del palco. Dedicar a cada faena el mismo tiempo que el empleado en subrayar en rojo a los medios ateos, ya sean los nacidos en mayo de 1976, como puntualizó Florentino Pérez en su penúltima comparecencia, como los de antaño o los de nuevo cuño. Muchas distracciones para una institución que tiene un cráter entre la presidencia y la caseta, porque los directores deportivos ni siquiera son como los entrenadores, un mal necesario. El reglamento obliga a tener un técnico. Menuda faena.
El error administrativo con Cheryshev se quedaría en un fallo, grave, pero no chapucero si el Madrid transmitiera la sensación de tener una estructura deportiva con cara, músculo y autonomía. No es el caso, hay fugas en una institución con 600 millones de presupuesto, lo que acentúa la jaimitada de Cádiz. Una cantinflada que deja en tanga a la entidad. Pero antes de recurrir a otro yo acuso sería mejor que, desde ya, el Madrid anunciara que los nuevos fichajes no solo pasarán una revisión médica, sino una revista penal que certifique que llegan sin antecedentes. En realidad, daría lo mismo. Ya pasan examen médico y luego brota una epidemia de 16 lesiones musculares en tres meses. No solo los galenos están bajo sospecha. ¿Quién carajo sabotea los faxes del Madrid entre la infinita lista de conspiradores?
La táctica de Josep Lluis Núñez ya no cuela. ¿Y si la culpa fue del chachachá?
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