Fiamma Breschi, la dama espía de Ferrari
Gran amor secreto del jefe de la escudería, en la vida de la asesora estilista de Il Commendatore se hermanaron la pasión y la tragedia
La historia de Fiamma Breschi (Florencia, 1934) y de la casa Ferrari conforma una leyenda tejida de misterio, pasiones y tragedias en torno a la fórmula 1. Con solo 17 años, Fiamma Breschi, una atractiva florentina que había hecho pinitos en el cine, conoció al piloto Luigi Musso, estrella emergente del automovilismo y símbolo de la Italia que renacía tras la guerra. La atracción entre los dos fue fulminante. El piloto, diez años mayor que ella, casado y con una hija, abandonó a la familia ante el escándalo de un país aún provinciano que no se había repuesto del “adulterio” de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini.
Breschi entró en el restringido club de las esposas y mujeres de los pilotos de fórmula 1 que viven en primera línea el circo automovilístico. Su clase y estilo destacaban, y los fotógrafos no dejaban escapar las ocasiones de fotografiarla en Montecarlo o Monza junto a Musso como una de las parejas más atractivas del circuito. Musso, que había dado sus primeros pasos con Maserati, ficha por Ferrari; Il Cavaliere ve en él la promesa de una gran figura italiana que llenara el vacío de la muerte de Castellotti. Dentro de Ferrari pronto se tensa la rivalidad entre el piloto romano y los británicos Peter Collins y Mike Hawthorn.
La temporada 1958 presentó a Musso como el único embajador italiano de Ferrari en las competiciones internacionales. A los problemas del piloto con sus compañeros británicos se añadía su adicción al juego, que le hizo contraer grandes deudas y dilapidar su fortuna. El Gran Premio de Francia de Reims, una competición que contaba con el patrocinio de los empresarios del champán y una jugosa recompensa de 10 millones de liras, el premio más cuantioso de la fórmula 1, pudo ser una tabla de salvación para Musso y sus problemas económicos, pero la carrera acabó en tragedia con la muerte del piloto italiano, entre sospechas nunca disipadas sobre una posible maniobra imprudente de su compañero, Hawthorn. Breschi visitó a Musso en el hospital, donde se encontraba en coma, y al volver al hotel le comunicaron la muerte del piloto. Intentó lanzarse desde la ventana de su habitación, lo que evitaron sus acompañantes, Beba, la mujer de Fangio, y Lulu Trintignant, esposa del piloto Maurice Trintignant.
Un ‘annus horribilis’
Décadas después Breschi revivirá aquellos momentos en sus memorias, Il mio Ferrari (Musio, 1998), su particular ajuste de cuentas con los dos compañeros de escudería británicos de su esposo. Cerrando el círculo de la tragedia, aquel mismo 1958 Collins y Hawthorn fallecieron en sendos accidentes automovilísticos. En un intento de conjurar el annus horribilis de su escudería, Enzo Ferrari ordenó destruir todos los monoplazas supervivientes de aquel año infernal. Para Breschi se cerraba una herida.
Meses después de la tragedia Breschi recibió una carta de Enzo Ferrari en la que le ofrecía su amistad y la invitaba a Maranello, corazón de la marca automovilística. Una intensa comunicación epistolar y telefónica sella una relación cada vez más estrecha entre ambos. Il Commendatore la convirtió en una especie de asesora de imagen que aportaba a la marca la visión femenina de un mundo profundamente masculino. El propio Ferrari, “un hombre con aspecto de campesino”, como lo describe Breschi en sus memorias, transforma su estilo, cambiando sus rigurosas corbatas en blanco y negro por coloridas piezas de Gucci que Fiammale trae desde Florencia. La nueva asesora estilística de la escudería también realizaba misiones de “espionaje” para Il Cavaliere, pasando informes de lo que se cocía en la retaguardia de los circuitos.
La sombra de una relación secreta entre los dos no dejará de proyectarse hasta la muerte de Enzo Ferrari en 1988; un vínculo que Fiamma siempre negó, describiendo su relación con él como un amor platónico. Meses antes de morir, Ferrari le pide que se case con él, pero en la vida de “la dama de la Ferrari” solo hay espacio para un único y gran amor: Luigi Musso. El hombre que había conocido cuando era una adolescente y que siguió presente cada día en su vida y sus recuerdos. El pasado 20 de noviembre Fiamma Breschi fallecía a los 81 años.
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