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El contraataque ruso

El ministro de Deportes de Putin acusa a la IAAF de tapar 155 positivos, y solo 15 de ellos de atletas de su país

Carlos Arribas
Putin en una reunión el jueves.
Putin en una reunión el jueves. Alexei Druzhinin (AP)

El atletismo ruso fue, en los recientes Mundiales de Pekín, una imagen, la de su director técnico, el gran ochocentista Yuri Borzakowski, pasando las horas tumbado con los ojos cerrados, bien dormido, en uno de los divanes del vestíbulo en el que se alojaban varias selecciones. Una imagen de plácida indiferencia por la competición que engañaba. El atletismo ruso, una de las grandes potencias desde la Segunda Guerra Mundial y los años soviéticos, estaba, simplemente atravesando el desierto en el que había entrado después de que desde la federación internacional (IAAF) su entonces presidente, Lamine Diack, decidiera que ya no podía seguir tapando su dopaje y decenas de sus mejores atletas fueran sancionados.

En Pekín, Rusia ganó solo dos medallas de oro, las del vallista Shubenkov y la saltadora de altura Kuchina, y un total de cuatro, cuando su media en Mundiales y Juegos en el siglo XXI es de 17 medallas en total por evento. Sin embargo, las calderas de su maquinaria de producción de atletas habían vuelto a funcionar a pleno rendimiento con la vista puesta en los Juegos de Río 2016, y, ni siquiera un informe tan desolador como las 335 páginas redactadas por Dick Pound por encargo de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), las podrían apagar.

O así piensa Vitali Mutko, ministro ruso de Deportes, y brazo derecho de Vladimir Putin, quien por encargo de su presidente, ha organizado el lobby de defensa de sus posiciones con la misma eficiencia con la que, según se infiere del informe Pound, organizó la trama de dopaje de sus deportistas.

Contando con el apoyo directo o indirecto de figuras como Yelena Isinbayeva, la zarina de la pértiga y enseña de Putin, que tenía justamente previsto su retorno a las pistas tras su maternidad en los Juegos de Río, o del zar de la pértiga, el ucraniano Serguéi Bubka, vicepresidente de la IAAF y candidato oficialista y derrotado por Sebastian Coe en las elecciones de Pekín, Mutko ha guiado esta semana una estrategia que comenzó conciliadora y sumisa –“aceptaremos el castigo, no boicotearemos los Juegos de Río si suspenden a nuestro atletismo, pero la IAAF debería proteger a nuestros atletas limpios y no suspender a todos, lo que sería estúpido a nueve meses de los Juegos; limpiaremos las cuadras, y haremos lo que nos diga la AMA, pero no es necesario que nos suspendan”, fueron sus primeros mensajes--, y terminó como un torrente irrefrenable en la tarde del viernes. Justamente cuando Coe se encerraba en su oficina londinense para dirigir la teleconferencia del Consejo de la IAAF que debía decidir si suspendía a Rusia, la agencia Associated Press informó de que Mutko había denunciado que “desde 2008 o 2009” la IAAF había “escondido 155 positivos”, y que de ellos, “solamente 10” correspondían a deportistas rusos.

Tal cifra debería figurar, según algunas fuentes, en la segunda parte del informe Pound, el que trata de la implicación de Lamine Diack, imputado por un juez anticorrupción francés, en una trama de extorsión y chantaje para cobrar sobornos a cambio de su silencio. Estas muestras deberían corresponder en su mayoría, según las mismas fuentes, a atletas kenianos, etíopes y jamaicanos, los tres países que acompañan a Estados Unidos habitualmente al frente de los medalleros. Se confirmaría así la sentencia de Pound de que el caso ruso era no más que la “punta del iceberg” y su advertencia de que “Kenia debería hacer algo”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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