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Griezmann, tratamiento de crack

El francés se ha ganado el status de indiscutible para Simeone y es el ejemplo a seguir para las nuevas incorporaciones

Ladislao J. Moñino
Griezmann celebra un gol ante el Galatasaray.
Griezmann celebra un gol ante el Galatasaray.T.BOZOGLU (EFE)

La revalorización de Antoinne Griezmann durante la temporada pasada hizo temer a la dirigencia del Atlético por la continuidad del delantero. Intuían sus directivos que las ofertas de los grandes clubes europeos podían traer un verano tenso alrededor de la figura del delantero francés por el interés mostrado por el París Saint Germain. Antes de que terminara la temporada y se desencadenara el mercadeo estival, el club ofreció a Griezmann un aumento de sueldo a cambio de elevar su cláusula de rescisión de 65 a 80 millones de euros. El gesto fue agradecido y reconocido por el jugador, que aceptó la propuesta.

El entrenador me dijo que hiciera lo que quisiera para crear peligro Antoine Griezmann

Si la directiva quiso darle a entender que en solo un año se había convertido en el futbolista más importante del equipo, su entrenador también le dispensa ya tratamiento de crack, como hizo ante el Barcelona o el martes ante el Galatasaray. “El entrenador me dijo que hiciera lo que quisiera para crear peligro”, confesó en la zona mixta del Ali Sami Yen el francés, gobernador absoluto de un partido en el que pese a que partió desde la banda derecha y después desde la izquierda se dedicó a crear juego entrelineas y a culminarlo él mismo.

Griezmann venía de firmar ante el Barça uno de los peores partidos que se le recuerda. No le salió nada con la pelota y Simeone le mantuvo en el campo incluso cuando dio muestras de su agotamiento físico. Eligió el técnico reemplazar a Fernando Torres, que había batido a Ter Stegen, estaba más entero de piernas y también podía aportar el empujón emocional que supone su presencia en el Calderón.

Superado el curso pasado el régimen cuartelario de Simeone con el que el técnico quiso asegurarse de que había entendido que más allá de los goles solo sería indiscutible si trabajaba en defensa como el que más, Griezmann pareció gozar ante los azulgrana de ese estatus por el cual su permanencia en el campo en los grandes partidos está asegurada por encima de su rendimiento. Está en esa fase en la que la confianza de un entrenador es ciega. “El Barça es el mejor equipo del mundo y es difícil jugar contra ellos. Al final, no tienes el balón y corres mucho detrás de ellos”, apunta para justificar su decepcionante partido del sábado.

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En su primera temporada, Griezmann no alcanzó la titularidad indiscutible hasta mediados de diciembre, aunque ya desde finales de octubre, su rendimiento, más allá de que no había explotado como goleador, era muy superior en influencia en el juego al de Mandzukic. Simeone decidió exprimirle un punto más para convertirle en uno de los jugadores más esforzados en el repliegue y en la recuperación de balones. El martes, con ocho recuperaciones estuvo en esa faceta a la altura de los dos mediocentros, Tiago (10) y Saúl (9).

El resultado de esa dura exigencia es el molde de un futbolista total, que se eleva por encima de la posición en la que le coloque su entrenador. Ahora mismo es la bisagra en cualquier planteamiento ofensivo del Atlético. Cuando Simeone quiera jugar de entrada con dos delanteros además de Griezmann, como hizo en el Ali Sami Yen, su polivalencia le permite al técnico argentino esa variante. “En pretemporada hablé con el míster y le dije que no tenía una posición preferida”, explica el francés

La omnipresencia decisiva de Griezmman, solapa el periodo de aprendizaje y adaptación de Jackson Martínez y Vietto, que todavía no terminan de pesar en los partidos más allá del juego de espaldas del primero o algún detalle suelto que dejó el segundo. “No es fácil llegar nuevo a este equipo, la manera que tenemos de jugar nuestro atacantes tiene que trabajar mucho para el equipo. Es acostumbrarse, tenemos a Griezmann que es el ejemplo. Cuando nuestros delanteros se acostumbran no paran de progresar”, analiza Tiago. “Poco a poco me voy adaptando a lo que pide el Profesor Ortega. Se trabaja más lo físico y la fuerza y yo no estaba tan acostumbrado, cuando es un cambio tan grande el cuerpo se resiente”, dice Vietto, que llegó a vomitar por el esfuerzo en un entrenamiento de pretemporada. “Mientras ganemos estaré contento”, dijo Jackson, al que el cuerpo técnico también reconoce que aún está en periodo de acoplamiento: “Tiene que adaptarse a nosotros y nosotros a él”.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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