Güiza, el nuevo mágico del Cádiz
El último pichichi nacional de la Liga y campeón de la Eurocopa 2008 recala en el club andaluz ante la repulsa de su afición por su pasado xerecista
“Lo primero que tengo que hacer es pedir perdón. He dicho muchas tonterías a lo largo de mi vida, pero he madurado bastante y solo espero poder subir con el Cádiz”. A sus 34 años, Dani Güiza tiene de nuevo que pedir perdón. Lo hizo en su presentación como nuevo jugador del club andaluz, al que llega de la mano del presidente Manuel Vizcaíno. Se supone que será el último viraje de su dilatada carrera deportiva. Por supuesto, la polémica le ha vuelto a acompañar en esta nueva aventura, tal y como ha ocurrido en una trayectoria salpicada de accidentes extradeportivos y también de indudables éxitos. Ahora, viste la camiseta del Cádiz, en Segunda División B y con el objetivo inexcusable de subir a Segunda A, después de haberse confesado un destacado anticadista. “Jamás vestiré la camiseta amarilla del Cádiz”, afirmó Güiza en 2007. Algo lógico siendo de Jerez y xerecista. El Xerez y el Cádiz mantienen una acérrima rivalidad.
La afición amarilla no se lo perdonó en su presentación, que tuvo que ser a puerta cerrada en el Ramón de Carranza. “Güiza muérete”, gritaron los aficionados del equipo andaluz mientras el delantero se vestía con la camiseta del Cádiz. En mayo de 2006, el Getafe en el que jugaba Güiza ganó al Cádiz y lo mandó a Segunda División. A lo largo de la semana, Güiza no se cortó a la hora de expresar su deseo de mandar al Cádiz a la categoría de plata.
Nueve años después, Güiza llega como el gran fichaje estrella de un equipo que cayó ante el Athletic B en la última eliminatoria de ascenso a Segunda A.
Cerca de cumplir los 35 años, el jerezano ha vivido una carrera de lo más rocambolesca. Se inició en el Xerez de su tierra natal y desde muy pronto combinó sus excelencias futbolísticas con su pasión por las salidas nocturnas y una vida personal de lo más desordenada. Pasó luego al Dos Hermanas, Mallorca B, Mallorca, Recreativo y Barcelona B. En el cuadro catalán jugó media temporada (2002-03) al lado de Víctor Valdés, Iniesta, Verdú, Trashorras o Sergio García. Cuando su estrella se apagaba, recaló en el Ciudad de Murcia, en Segunda División A, donde destacaron las cualidades de este futbolista como delantero: un gran olfato de gol y una cualidad innata para el desmarque. “Es el futbolista que mejor he visto desmarcarse en mi vida deportiva”, recuerda Juanito, central del Betis y compañero de Güiza en la selección nacional.
Pichichi y Bota de Plata europeo en 2008, Güiza probó fortuna en el fútbol malayo y el Cerro Porteño de Paraguay
Tras dos temporadas en el Ciudad de Murcia, Güiza recala en el Getafe, donde explota en su rendimiento. Encauza su vida privada y en la temporada 2007-08 consigue un hito en la historia del fútbol español: anota 27 goles con el club madrileño y se lleva el Pichichi. Además de ser Bota de Plata europeo, Güiza es el último máximo goleador español de la Liga antes de la dictadura impuesta por Messi y Cristiano con un año de dominio de Forlán.
2008 en su año de gloria. Luis Aragonés lo lleva a la Eurocopa y anota dos goles en un torneo donde España gana y borda el fútbol. Su segundo gol, el tercero ante Rusia en las semifinales, pone el punto final a una de las mayores disertaciones de fútbol español de su historia.
Aragonés se lo lleva al Fenerbahçe, donde juega tres temporadas a un nivel irregular. Se convierte en un auténtico sultán y comienza a ser conocido más por sus andanzas fuera que dentro del campo. No obstante, supera una grave lesión, vuelve al Getafe y todavía emprende una exótica aventura al fútbol malayo. Alejado ya de los focos mediáticos, Güiza todavía se siente futbolista en el Cerro Porteño, un histórico del fútbol paraguayo al que llega en julio de 2013. Gana un Clausura y se convierte en uno de los cuatro españoles que ha logrado anotar en la Copa Libertadores. Quique Pina, con el que convivió en los lejanos tiempos del Ciudad de Murcia, lo ha contratado para el Cádiz, que tiene ya a su nuevo mágico, genial en el terreno de juego y díscolo fuera de él.
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