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Todos se sienten fortalecidos tras la contrarreloj por equipos

Igualdad entre BMC, Sky y Movistar, que aventajaron en medio minuto a Tinkoff y Astana

Carlos Arribas
El equipo BMC durante la crono, con Samuel Sánchez al frente.
El equipo BMC durante la crono, con Samuel Sánchez al frente.B. Lennon (Getty)

El Tour es un cuadro de gran tamaño pintado por un impresionista. De su belleza completa, de la luz, se disfruta solo contemplándolo con la mirada libre desde una cierta distancia, pero los detalles que lo construyen, las pinceladas, delicadas o agresivas, los brochazos, emocionan también pues intrigan: cómo es posible que de estos trazos ininteligibles observados de cerca nazca la belleza absoluta que se aprecia en la distancia, sean nenúfares o prados de picnic. Para los fab four, Froome, Contador, Quintana, Nibali, el Tour no es una suma de 21 etapas diferenciadas, independientes, sino una narración completa y finita, una dialéctica en la que un día determina el siguiente y viene determinado por el anterior, lo que no obsta que de la pincelada aplicada cada día, cada etapa, de su color o de su fuerza, dependa la pintura final. Y de ellos se alegraron todos los favoritos el domingo, tras una contrarreloj más igualada entre ellos de lo que esperaban.

¿Todos? No.

Un portazo. Un juramento. Rabia. La tristeza de haber perdido y saber por qué. Y una sonrisa en el campo de fútbol de Plumelec, donde los corredores se duchan antes de que los autobuses les lleven al aeropuerto para volar a Pau. Se sientan en corros en la hierba y engullen sus papillas o sus arroces blancos. Dejan escaparse el cansancio entre cada cucharada. Viajan de la frustración a la esperanza. Son los corredores del Movistar, el equipo español que no ganó la contrarreloj por solo cuatro segundos, los que le separaron del BMC, los campeones del mundo de la especialidad; que no quedó segundo por 3s, los que le sacaron los del Sky, el equipo que ha inventado el ciclismo del siglo XXI; que aventajó en 24s al Tinkoff de Contador, en 31s al Astana de Nibali. Se lamentan por haber perdido una prueba que estaban convencidos de ganar, el detalle del cuadro; se alegran porque están seguros de que su Nairo Quintana ganará el Tour, la gran visión.

“Cuando Dowsett, a quien no se le ha cerrado bien la herida del brazo, se desenganchó del tren del equipo, a siete kilómetros de meta, hubo un momento de descoordinación que tardamos en resolver porque era justamente el lugar en el que más público había y en el que menos visión teníamos desde el coche de lo que pasaba”, dice José Luis Arrieta, director del Movistar, que no esconde su enfado por no haber resuelto con victoria un día que estaban interpretando a la perfección: un primer tramo regulado, un segundo tercio desencadenado y la previsión de un final explosivo en la cuesta llamada de Cadoudal, caudillo de los bretones y contrarrevolucionario realista de hercúlea fuerza cuya cabeza acabó rebotando sobre charcos de sangre en el empedrado de la Concordia cuando fue guillotinada en 1804,. “Cuando nos dimos cuenta el equipo se había roto, los de delante se pararon un poco y los de atrás debieron darse un calentón para enlazar, con lo que no llegamos al pie de la cuesta como nos habría gustado, y allí perdimos la contrarreloj”. “Se nos fueron 10s por lo menos en la descoordinación”, dice Castroviejo, uno de los cinco que llegaron juntos a la meta en el equipo: a dos kilómetros, al pie de la cuesta, habían recortado a 1s su desventaja con el BMC, que había comenzado siendo de 13s; en la cima había aumentado a 4s ante el equipo de Van Garderen, en el que Samuel Sánchez marcó magníficamente el ritmo final. Los tres primeros superaron los 52 kilómetros por hora de media, con puntas de más de 70.

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Cumplida prácticamente la mitad de la carrera, pasados los diques, los vientos, las lluvias, el pavés, los muros y las contrarreloj, el plano general de la carrera señala, telegráficamente, que a los cuatro grandes se les ha unido un quinto con pretensiones, un americano de Montana llamado TJ van Garderen que aspira a ser algo así como el quinto beatle, y que entre ellos, entre los cinco que se pasarán el día de descanso repasando el libro de ruta y los perfiles de las tres etapas que les esperan desde el martes en los Pirineos, hay 2m 22s. Froome, de amarillo, señala el camino, como desde el segundo día: pese a no ser el mejor de los ya cinco en la contrarreloj inicial, no falló en ninguna de las siguientes etapas, ni fue al suelo tampoco. A 12s está Van Garderen, que los perdió entre los vientos del dique y el muro de Huy; a 1m 3s, Contador; a 1m 59s, Nairo Quintana, y a 2m 22s Nibali, quien recuperó hasta parte de su sonrisa. El día solo le fue mal, tal como esperaba, a Purito Rodríguez, cuyo Katusha, castigado por el positivo de Paolini, perdió 1m 53s con el BMC, y ya está a 3m 52s en la general.

Felices y aliviados en el prado

C. ARRIBAS/ Plumelec

En el prado donde coinciden equipos y corredores en un ambiente casi relajados, los corrillos son distendidos. Terminada la contrarreloj por equipos y el noveno día de carrera, en la lucha de sensaciones a la fatiga acumulada le supera el sentimiento de alivio. Todos los grandes está enteros y vivas sus posibilidades.

“Llegó con una diferencia importante en la montaña”, dijo Contador (quinto en la general, a 1m 3s de Froome) que cree firmemente en su capacidad para ganar su tercer Tour. “Este es eso, un Tour de mucha montaña. Vendrán días de piernas y días de táctica. Y la fatiga que hayan acumulado otros a mí me favorecerá. En el Giro tenía la situación más controlada, pero aquí, aunque la reacción de mi cuerpo es una incertidumbre, estoy seguro de que recuperaré la segunda semana la chispa que me ha faltado subiendo estos días. Queda un mundo”.

Más sonriente que ninguno, pero siempre dejando una sombre de cautela en su mirada, Nicolas Portal, el director del Sky, se sentía “orgulloso” por haber defendido el maillot amarillo de Froome de la amenaza del BMC y por “haber superado al Movistar”, equipo al que consideraba máximo favorito. “Estamos mejor que hace dos años, cuando teníamos el equipo roto en los Pirineos, pero también hay más rivales, está Van Garderen y está Quintana, que dará guerra en la montaña”. Para frenarlo, el Sky seguramente montará el martes, camino de Soudet, su tren negro-azul para llevarle acelerado a Froome hasta el pie del primer gran puerto del 15. “El primer día, seguro que falla alguno”, dice. “Incluso podría fallar el mío”.

Justamente Quintana (noveno, a 1m 59s de Froome) fue el ciclista que se sintió más fortalecido después de la contrarreloj, aunque lamentó no haber recortado algo de tiempo a Froome y más a Contador y Nibali. “Pensando en el minuto y medio que perdimos en los diques de Holanda llegar a los Pirineos con 2m no está mal, aunque mi idea era llegar a cero. Estoy mejor que hace dos años, cuando terminé segundo y no pude rivalizar con Froome en la montaña, pero tendré que ir recortando poco a poco, recuperando día a día”. Y observándolo desde unos metros, Eusebio Unzue, quien no esconde su rabia por no haber ganado la contrarreloj (“lo siento por los chicos, sobre todo”, dijo), tampoco puede esconder la admiración que siente por su líder colombiano. “No agotará nunca su capacidad de sorprenderme, la manera en que ha gestionado y liderado al equipo esta semana, en su antiterreno, cómo se ha movido”, dice. “Ha salido de estas etapas reforzado personalmente”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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