Intratable Djokovic
El número uno vence en la final de Montecarlo al checo Berdych (7-5, 4-6 y 6-3), logra su cuarto título del año e iguala el número (23) de Masters 1.000 del suizo Federer
No hay quien le pare. Es el rey, se sabe superior y ejerce desde la poltrona. Por eso Novak Djokovic sonríe y bromea a la hora del parlamento final, después de batir al checo Tomas Berdych (7-5, 4-6 y 6-3 en dos horas y 42 minutos) en la final del Masters de Montecarlo y firmar una secuencia que nunca antes otro tenista había logrado. Tres victorias (Indian Wells, Miami y la del Principado, amén del Abierto de Australia logrado en el arranque del año) en las primeras tres citas del Masters 1.000, su 23º título de la categoría. Un registro que le equipara a Roger Federer y le acerca a Rafael Nadal (27), su víctima en las semifinales un día antes y que desde este lunes ocupa el cuarto escalón del ránking de la ATP.
"Sí, conduzco un diésel", bromeó Djokovic cuando le preguntaron por su frecuencia de victorias. "Gané esta final con el corazón y con el espíritu de lucha, porque Tomas me alejó de la línea y me obligó a defenderme. Estaba un poco cansado mentalmente por el partido de las semifinales", expuso el serbio, que suma más puntos (13.845) que Federer (8.365) y Nadal (5.435) juntos en la clasificación mundial.
Y eso que Nole, segunda corona en Montecarlo tras la de 2013, remoloneó durante buen parte del primer set. Salió a la arena trotón, blando en los golpes, sin una pizca de agresividad. Sabe el serbio que hoy día es prácticamente inalcanzable para el resto y que es capaz de resolver los duelos a tirones, cuando la soga aprieta, o con esa linealidad tortuosa que imprime una vez que se despereza y el viento se le pone de cara. A veces da la sensación de que, dada esa superioridad, el número uno se estimula conforme se le avecinan circunstancias adversas.
Por eso no llegó a entrar del todo en calor ante Berdych, un Madelman de 196 centímetros y 90 kilos al que hasta hace un tiempo le costaba arrastrar semejante carrocería, pero que desde que se puso en manos de su nuevo preparador físico, Azuz Simcich, cubre a base de zancadas toda la pista y ha ganado pujanza. A sus 29 años es, junto al número uno (30-2), el jugador con el mejor balance en el primer tramo de la temporada: 27 triunfos y siete derrotas.
Sinceramente, no sé cuánto tiempo podré seguir ganando así, pero estoy confiado"
Al igual que Djokovic, no había cedido un solo parcial en todo el torneo y camina con firmeza, sin miedos, pero cuando aspira a una recompensa mayor, a la hora de dar el gran salto, se traba. El checo ha perdido 10 de sus 11 últimos pulsos frente a un top-10; Nadal, en los cuartos de Australia, fue su última gran distinción. Esta vez tampoco se salió del guión y fue de más a menos. Pasó de guerrear en el primer set y voltear el segundo a desfigurarse en el definitivo (cedió un 4-0 irreparable).
Djokovic también mantuvo la tónica, su propio pentagrama (66% de puntos con primeros, 50% con segundos). Para intentar neutralizar la potencia de Berdych, conciso y explícito en el juego, propuso intercambios más largos. Exploró por esa vía y encontró los errores no forzados (50) del checo, que pese a todo estiró el primer parcial y encontró un aliado en las nubes de Montecarlo, tan activas a partir del segundo que llegaron a detenerlo durante media hora. Le vino bien el parón a Berdych, break al regreso y capaz de nivelar el duelo, pero después se derrumbó como un gigante de barro.
Él, seis del mundo ahora (desbanca a Milos Raonic y David Ferrer), también se arrodilló ante el rey Nole, que la próxima semana no saldrá de sus aposentos de la corte y descansará hasta el 1 de mayo, cuando comience una nueva edición del Mutua Madrid Open. "Sinceramente, no sé cuánto tiempo podré seguir ganando así. Experimenté una situación similar en 2011, cuando encadené 40 triunfos seguidos. No sé, no puedo predecirlo. Lo único que puedo hacer es descansar. Voy a tomarme una semana porque he jugado muchos partidos y he viajado mucho, pero estoy sano y tengo mucha confianza. Voy en la dirección correcta", zanjó.
España permanecerá en el Grupo Mundial de la Copa Federación
Pese a no poder contar con sus dos mejores tenistas (ni Carla Suárez ni Garbiñe Muguruza acudieron por la carga de partidos, en el primer caso, y una lesión en el segundo), España logró la permanencia en el Grupo Mundial II de la Copa Federación tras vencer a Argentina (3-0) en la eliminatoria para continuar en la Segunda División del tenis femenino.
El equipo dirigido por Conchita Martínez solventó un cruce complicado sobre la arcilla de Buenos Aires. La joven Sara Sorribes, 18 años, batió por su a Paula Ormaechea (4-6, 7-6 y 6-1) en el duelo que abrió la eliminatoria. Después, Lara Arruabarrena derrotó a Maria Irigoyen (6-0 y 6-1) y el domingo dio la estocada definitiva: 6-1, 4-6, 9-7.
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