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Spanoulis desmantela al Barça

La exhibición del Olympiacos, de la mano de su estrella y de Printezis, iguala la serie

Robert Álvarez
Spanoulis, ante Tomic.
Spanoulis, ante Tomic.Alejandro García (EFE)

Volvió la mejor versión de Spanoulis y del Olympiacos y el Barcelona sufrió un tremendo varapalo en el Palau. Descompuesto, perdido, sin capacidad de reacción, el equipo azulgrana sucumbió con una claridad meridiana y, ahora, con la serie igualada, necesita ganar al menos uno de los dos próximos partidos en Atenas para evitar un prematuro adiós a la final four de Madrid. Para ello deberá hacer propósito de enmienda. Su juego decepcionó en lo colectivo y en lo individual, con muchos jugadores fuera de onda, caso de Doellman, Nachbar, Hezonja, Pleiss o Abrines, y una baja, la de Oleson, especialmente sensible dada su aptitud para frenar a los jugadores exteriores del Olympiacos.

Se sabía de antemano que el equipo griego no iba a hacer mutis por el foro como sucedió el miércoles. Si por algo se ha caracterizado durante el último lustro, ganando títulos o perdiéndolos, es por la dureza de su juego, por una defensa abrumadora, casi siempre efectiva, la mejor esta temporada en Europa, y por unos ataques acabados casi siempre con tiros bien seleccionados por Spanoulis, Printezis y Mantzaris.

BARCELONA, 63; OLYMPIACOS, 76

Barcelona: Satoransky (8), Navarro (16), Thomas (1), Doellman (2), Tomic (14) –equipo inicial-; Hezonja (3), Marcelinho (6), Abrines (0), Pleiss (4), Jackson (3), Lampe (6) y Nachbar (0).

Olympiacos: Spanoulis (16), Mantzaris (12), Darden (0), Printezis (22), Dunston (4) –equipo inicial-; Hunter (8), Papapetrou (0), Sloukas (2), Agravanis (0), Lafayette (3) y Lojeski (9).

Parciales: 10-15, 15-20, 20-21 y 18-20.

Árbitros: Lottermoser (Alemania), Sahin (Italia) y Nuran (Turquía). Señalaron una falta técnica a Navarro.

Palau Blaugrana. 6.171 espectadores. Empate a uno en la serie. El tercer y cuarto partidos se disputarán el martes 21 y el jueves 23 en Atenas y, si es necesario, el quinto se celebrará el 29 de abril en Barcelona.

Spanoulis se mostró mucho más entonado que en el partido del miércoles, en su línea más habitual, recuperado tras la lesión que le martirizó durante el último mes. Satoransky sufrió en el emparejamiento. El base checo pasó de ser un propulsor del juego blaugrana, a ir con la lengua fuera tras el 7 rojiblanco. No se trataba solo de una cuestión física, por supuesto. Abrines y Jackson relevaron a Satoransky en la difícil misión de frenar a Spanoulis. La cuestión es que para desactivarle se precisa una hoja de ruta, una defensa de equipo capaz anticipar sus movimientos, sus pases, sus tiros.

Lo peor para el Barcelona es que Spanoulis no estuvo solo. Printezis se erigió en otro martillo para la defensa blaugrana. El Barcelona expresó su desconcierto con su raquítica anotación en el primer cuarto: 10 puntos, solo dos canastas en juego y ni una sola asistencia. El Olympiacos tomó una notable ventaja (13-27).

El Barcelona pareció por momentos un equipo sin alma, destensado, muy tocado anímicamente. Navarro sacó a relucir entonces su genio, su determinación. Empezó el partido muy encendido, y los árbitros castigaron sus encendidas protestas con una técnica. El capitán azulgrana apretó los dientes, tiró de coraje y afinó la muñeca.

El Barcelona llegó a rebajar la diferencia a cuatro puntos (31-35). Pero el Olympiacos explotó a fondo la mala defensa exterior del Barcelona. Llovieron los triples sobre la canasta blaugrana, cinco casi consecutivos, dos más de un Mantzaris infalible, que abrieron diferencias abismales ya en el último cuarto (50-68). El Olympiacos desmanteló el Palau.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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