Landa gana la cuarta etapa, Yates asusta en la clasificación general

Hay dos maneas de ver el ciclismo: una con el cuerpo erguido, intacto y las piernas como molinillos, o sea como Tony Martin, y otra con el cuerpo retorcido, salivando, espumando, codeando, es decir los que retan a la ley del desnivel y se proponen realizar el milagro de llanear las paredes, sin gotelec por medio, como Mikel Landa, que se agarró a la bici y dijo "o me caigo o gano", Porque la cuesta de Aia, donde acababa la etapa, es de las que exigen decisiones sin retorno, apuestas a ciegas. Y Mikel Landa se la jugó ante Wellens cuando todavía el repecho exigía codearse con la ley del asfalto, cuando los codos y los dientes funcionan a la misma frecuencia, duelen por igual, porque tienen al dentista en la línea de llegada. Ganó Landa porque su escapada fue la buena, y porque lo apostaron todo a llegar frente al tacticismo de los grandes. Se fueron la banda de los cinco (Landa, Taramae, Gallopin, Wellens y Danielson) y el pelotón se preocupó de los que se fueron después, o sea Tony Martin y Kwiastskowski. Ahí había tela que cortar y la cortaron, pero en el entrenamiento se fueron los demás. Fue un postureo. Y ya no había forma de cazarlos en un terreno sinuoso y con una pared a la espera para determinar quien se jugará el sábado en la contrarreloj (18 kilómetros) la victoria final.

Por delante fue una lucha entre Landa y Wellens, saldada a favor del ciclista alavés. Por detrás había otras pendencias que se quedaron en nada. Por ahí andaban Purito, Henao, Quintana, librando el asunto con la mano izquierda, en espera de la resolución del sábado, uno por uno, en la contrarreloj. Y por eso todo quedó abierto, salvo que de por medio se ha incrustado un mosquito molesto con el que no se contaba, Simon Yates, el "escalador" del equipo australiano Orica pero que lo mismo vale para una subida que para apoyar un sprint. Es el personaje oculto de las películas de misterio, el personaje secundario de las novelas negras que acaba resolviendo el enigma

Lo de Aia fue hermoso, por los cuerpos retorcidos, por el deambular de las bicicletas , pero aclaró las dudas que estaban ocultas: quizás ninguno de los del triunvirato (Henao, Purito, Quintana) están en condiciones de ganar la Vuelta al País Vasco. Yates, Scarponi, y por qué no Ion Izagirre, están con el caramelo en los labios. A ver quien le quita antes el papel.