_
_
_
_

Xavi recupera la pausa

El Barça palidece en Balaídos hasta que el medio aúna a los compañeros alrededor del balón

Jordi Quixano
Xavi controla el esférico ante Augusto.
Xavi controla el esférico ante Augusto.MIGUEL VIDAL (REUTERS)

Un bosque quemado, una clapa terrible, una isla desierta. El Barça defendió con ocho y atacó con tres, atornillados los delanteros bien arriba y propiciando un boquete en el centro del campo que expresó al menos en Balaídos el cambio de guión y hasta de filosofía azulgrana, donde los medios, otrora brújula inflexible del juego, corrieron con y sin balón. Hasta que salió Xavi y recordó que la pelota es amiga, que con pausa en la confección y aceleración en la zona concluyente todo es más fácil. Un arreglo necesario que hizo recuperar la fe al Barcelona y que encontró en la estrategia y Mathieu el mejor de los alivios.

Los azulgrana jugaron al fútbol del patio del colegio, donde los buenos imponen su ley

Resulta que al Barça se le oxidó en toda la primera mitad el acordeón porque no estiró y cerró al unísono, sino que se fio a la pericia de sus defensas para cortar las contras del mismo modo que se entregó a los delanteros en un ataque vertical y carente de flema. El resultado de la propuesta ofreció un agujero en la zona central —la más débil del Barça porque sólo acumula tres medios contra, habitualmente y como hizo el Celta, cinco— y un distanciamiento de las líneas que provocó tanto el descontrol azulgrana en la salida de la pelota como la falta de ayudas y coberturas en el eje para imponerse en las segundas jugadas. La flacidez de Alves en el costado derecho, envejecido por un Nolito de lo más habilidoso, y la escasa participación y profundidad de Adriano subrayaron los desajustes del Barça. Demasiado guirigay que el Celta utilizó en su beneficio; acosó la raíz del juego rival, se anticipó en los pases que saltaban líneas de presión y se refugió en las alas para sacar centros a un Larrivey desentonado.

Jugó el Barça más que nunca al fútbol del patio del colegio, donde los buenos aguardan a la pelota para desbordar y definir, sin demasiada fatiga porque se saben superiores y porque es cuestión de tiempo que impongan su ley. Ocurrió que en Balaídos las pelotas no les llegaron casi nunca. Piqué se esforzó en ofrecer cambios de orientación de más de 50 metros que les costó horrores de bajar a Neymar y Messi, ligados de cerca por el lateral y la oportuna ayuda del central más cercano. Rafinha trató de realizar conducciones estériles pero en ningún momento encontró el hilo al partido. E Iniesta, más pragmático y hastiado por la falta de apoyos, hasta dio patadones a seguir que no llegaban a buen puerto. Sólo la presión avanzada parecía dar réditos, como en ese balón que robó el propio Iniesta y que entregó de primeras a Luis Suárez, finalmente mal definido.

El ‘6’ recordó que el balón es amigo, que con pausa en la confección todo es más fácil

La luz la quiso poner Messi con sus eslálones homéricos que descontaban rivales. Pero el Celta apenas le concedió metros y sólo se salió airoso en uno que Sergio acertó a desbaratar con la manopla. Poco o nada que no encontró alivio en los costados porque Alves suficiente tenía con no perder (que los perdió) los colores ante Nolito y porque Adriano no fue ni de lejos Alba, más estático y sin centros en su haber.

Trató de recomponer el juego Luis Enrique con la entrada de Xavi, futbolista que tiene la virtud de amansar al balón para reunir a los jugadores a su alrededor. Su entrada fue capital porque el Barcelona absorbió la pelota y la movió con acierto, de lado a lado hasta que Messi o Neymar hacían de las suyas, anoche desafinados. Pero la estrategia es una fiel aliada del Barça esta temporada y Mathieu puso la cabeza a tiempo para ganar el partido en Balaídos; el duelo que remarcó de inicio las leyes del patio del colegio y que se resolvió con la puesta en escena de Xavi, batuta del mejor Barça de la historia.

El PSG pierde a David Luiz

David Luiz, central del PSG, se tiró la mano a la parte posterior de la pierna y evidenció con gestos de dolor una lesión muscular que pone seriamente en entredicho su participación para la eliminatoria de la Champions ante el Barcelona, al menos en el duelo de la ida que es dentro de 10 días.

La baja del central recolocó a Marquinhos en el eje de la zaga y dio cabida a Van der Wiel en el lateral derecho. Un ajuste que no empequeñeció al PSG en su duelo ante el Olympique de Marsella (2-3). Resulta que Matuidi y Marquinhos igualaron por dos veces el resultado e Ibrahimovic —ayudado por el rival Morel—, resolvió el duelo y situó a su equipo líder de la Ligue 1 con un punto de ventaja sobre el Lyon.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_