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Y Alba al remate

La falta de altura del equipo exige a los técnicos del Barça reinventarse en la estrategia

Piqué marca el segundo gol en el partido contra el Rayo en el Camp Nou.
Piqué marca el segundo gol en el partido contra el Rayo en el Camp Nou. David Ramos (Getty Images)

Johan Cruyff sostuvo que el fútbol vive del detalle, pero al de la estrategia no le prestó nunca atención. “Un córner dura un segundo, no vamos a perder un minuto en ello”, se le escuchó decir cuando se le preguntó por qué su equipo no trabajaba ese aspecto del juego que, según la máxima futbolística, iguala a los equipos hasta el punto de que el mejor, el más lleno de estrellas, queda desnudo ante un grupo de tuercebotas capaces de organizarse bien al remate de un saque de esquina o de una falta lateral. De hecho, la suerte de la estrategia puede decidir una Liga, como sucedió el año pasado con el Atlético de Madrid. “Somos los que somos y no vamos a crecer”, llegó a decir el Tata Martino advirtiendo de la falta de centímetros de su equipo al ser cuestionado por la sangría que supuso defender las jugadas a balón parado.

Luis Enrique, que nunca trabajó con el holandés, tiene el mismo problema que Martino. Se preocupó y ocupó desde su llegada al club y trató de combatir la falta de centímetros del equipo. Trabaja en ello antes de cada encuentro, delega en Juan Carlos Unzué, su mano derecha. El navarro, durante los años que formó parte del equipo de trabajo de Guardiola, ejercía de entrenador específico de porteros y cuidaba la estrategia a balón parado, en el aspecto defensivo, especialmente, donde no tenía mucho margen de maniobra, por la voluntad de Guardiola de tapar en zona. En ataque, colaboró y mucho con Tito Vilanova, imaginando cómo sacar provecho de los pocos centímetros del equipo. “Trataremos de sorprender, siempre y en todos los aspectos del juego”, es lo último que se le escuchó decir al navarro en verano, después de jugar contra el Recreativo de Huelva el primer partido de la pretemporada.

Unzué liberó al lateral para sorprender al Rayo a balón parado y aprovechar a Piqué

De vuelta al Camp Nou como segundo de Luis Enrique, Unzué es el responsable de las jugadas de estrategia. No habla, porque su jefe no le deja, pero cuentan que fue él quien decidió que el equipo marcara de manera mixta en los saques de esquina que para defender su área y quien tuvo la brillante idea de liberar a Jordi Alba —uno de los más menudos del equipo, con 170cm— para que rematara el pasado domingo contra el Rayo en el servicio desde la esquina que terminó en el gol de Piqué. “Claro que le prestamos atención”, reconoció el central. Piqué queda liberado en los saques de esquina sobre Bravo para buscar el centro mientras el resto de sus compañeros defiende al hombre o en zona, siempre con Suárez vigilando el primer palo, por agresivo, dicen.

En ataque se busca igualmente a Piqué, por alto y capaz en el remate. El catalán ya ha batido su propia marca goleadora y suma seis goles —cuatro en Liga, uno en Copa y uno en Champions— este curso. Los ha logrado en cuatro saques de esquina y dos faltas laterales. El equipo suma un gol de Neymar, tras una falta, otro de Busquets, a la salida de un córner, y el que se marcó Miranda en propia puerta durante los cuartos de final contra el Atlético de Madrid, también tras una jugada nacida en la esquina. Eso hace nueve goles de estrategia para el Barça. “La temporada es muy larga y da muchas vueltas. Tenemos que aprovechar todas las situaciones en el partido. A veces, se complican y hay que sacarlos adelante con todos los detalles”, dijo ayer Rakitic.

En la Liga, el Barcelona ha marcado cinco goles después de un saque de esquina —ha sacado 164—, tres de remate en una falta lateral, otros dos de falta directa y tres de penalti: 13 en total, el 17% de los goles marcados (76) han llegado a balón parado. De los 16 encajados en Liga, seis nace de una jugada de estrategia del rival: dos de córner (de los 78 que ha cedido, el 12%) y cuatro tras un lanzamiento de penalti, esto es el 38% de los goles recibidos.

En la comparación con sus predecesores, Luis Enrique está en la línea de Martino o Vilanova, aunque todavía está lejos de los números de Guardiola, cuyo último equipo, en la temporada 2011-2012, logró a balón parado el 25% de los 114 goles con los que cerró la Liga. Marcó 27 y encajó ocho (de 29, un 28%). A partir de ahí, la cosa fue a peor: en la Liga de los 100 puntos, con Vilanova en el banquillo, el equipo encajó el 32% (13 de 40 goles) y marcó el 16% (18 de 115) en jugadas de estrategia; con Tata Martino la cifra alcanza el 39% (13 de 33) de los goles encajados y el 18% (18 de 100) de los que se lograron. Con Luis Enrique, de momento, ha bajado un punto: un 38% de los encajados, un 17% de los marcados.

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