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Tregua en el patio del colegio

Un acuerdo entre las Fundaciones de Cruyff y del Barça reúne a Johan con Bartomeu, pero el holandés evita estrecharle la mano al presidente

Cruyff y Bartomeu, con alumnos del CEIP Seat.
Cruyff y Bartomeu, con alumnos del CEIP Seat.ANDREU DALMAU (EFE)

Johan Cruyff y el presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu, se reencontraron en el patio de un colegio, concretamente, en el del CEIP Seat, en la Zona Franca de la capital catalana. Estuvieron presentes los 400 críos matriculados y que a partir de ahora se beneficiarán del acuerdo firmado entre la fundación del club y la del mítico exfutbolista y exentrenador holandés, en colaboración con la de la Obra Social La Caixa.

A los niños les permitirá, básicamente, mejorar sus condiciones para la práctica deportiva, y a Bartomeu, visualizar su acercamiento a Cruyff, que este rehuyó. No encontró el presidente del Barça la foto que buscaba, estrechándole la mano directamente a Cruyff, porque este se negó, por mucho que le insistieron los fotógrafos presentes. Correcto, Cruyff cumplió el protocolo, pero se mostró mucho más cercano a Jaume Giró, responsable de la Fundació La Caixa, mediador entre las partes, que al presidente del Barça. Hubo tregua en el patio del colegio y los tres juntaron sus manos, pero Cruyff y Bartomeu no firmaron la paz.

La mañana fue soleada y tan entrañable como la pregunta que le hizo una alumna del colegio a Johan Cruyff: “¿Usted jugaba al fútbol?”, le requirió, inocente, la niña. “Sí, de pequeño, en el patio del colegio”, respondió Cruyff, encantador con los niños. Pero el buen rollo no impidió que se mostrara distante con Bartomeu, con quien evitó cualquier muestra de compadreo.

Cruyff y Bartomeu se comportaron como caballeros, pero con una frialdad enorme

“Votar sí a la moción de censura es votar no a Cruyff en el Barcelona”, defendió hace unos años, no tantos, el actual presidente del Barcelona, cuando ejercía de lugarteniente de Sandro Rosell en los movimientos de oposición a Joan Laporta. Entonces, concedía entrevistas a los medios de comunicación con la intención de convencer a los socios de que echaran de sus despachos a los hombres de Laporta. No parece olvidarlo. Cruyff devolvió su insignia de presidente honorífico en 2010 y desapareció de escena tan pronto como Rosell accedió a la presidencia, de tal manera que no aceptó siquiera presidir en el Camp Nou la visita del Ajax en el partido de la Liga de Campeones de la temporada 2013-2014.

Ayer, Cruyff y Bartomeu volvieron a comportarse como caballeros, pero con una frialdad enorme, especialmente por parte de Johan, cada vez que el heredero de Rosell hizo ademán de acercársele. Cruyff asumió con su conducta que el acuerdo entre las fundaciones —75.000 euros en los próximos cinco años— reportará un gran beneficio a los niños. Pero más allá de eso, no concedió perdón.

La iniciativa supone, en cualquier caso, un paso adelante en la normalización de las relaciones —no hace tanto estuvieron a punto de acabar en los tribunales—, pero nada indica que se hayan curado las heridas. “Este es el patio 132 que hemos ayudado a rehabilitar”, recordó Johan. A ninguno de ellos había acudido nunca ningún directivo del Barcelona. Se les había invitado a casi todas las presentaciones. El proyecto se centra en la mejora del espacio deportivo de la escuela a través de pinturas que invitan al juego y de material deportivo adicional, que ayuda al desarrollo de la actividad física, previniendo el sedentarismo y la obesidad infantil.

“Cuando todos los niños hacen deporte entre los seis y los quince años crecen los nervios entre las dos partes del cerebro, es algo científicamente comprobado que hace crecer con un equilibrio más grande”, aseguró Johan. “Antes jugábamos en la calle, pero eso ya es imposible, y los clubes cuestan dinero, así que solo queda el patio del colegio y es ahí donde queremos fomentar el deporte”, dijo el mítico holandés, que vaticinó: “Es eso o quedan atrasados y perderemos una generación”.

El proyecto se implementará, fruto de la colaboración con La Caixa y la Fundació Barça, en 10 escuelas de Badalona, Manresa, Girona, Banyoles, Lleida, Mollerussa, Tarragona, Reus y Amposta y, según Josep Maria Bartomeu, se enmarca dentro de los proyectos de la Fundación FCB basados en el deporte y los jóvenes. “Con esta colaboración ayudaremos a que muchos niños crezcan mejor porque el deporte significa para ellos crecimiento intelectual pero también disciplina, rigor y compañerismo. Esto es un inicio que viene de lejos”, dijo Bartomeu antes de apostar por la continuidad de los acuerdos con Cruyff, mientras los niños les dedicaban una canción que hablaba de paz y de lo bonito que sería que en este mundo todos fuéramos amigos.

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