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El Parma huele más a tristeza que a fútbol

El equipo italiano vuelve a jugar tres semanas después, pero los 152.977 euros de la taquilla serán también embargados

Eleonora Giovio
'Cebolla' Rodriguez (c) elude la marca de Carmona.
'Cebolla' Rodriguez (c) elude la marca de Carmona.ELISABETTA BARACCHI (EFE)

Las bufandas de Antonio Cassano (“Fantantonio 99”)se vendían ayer a un euro fuera del estadio Tardini. Y no porque es temporada de primavera. “Hasta hace una semanas las vendía a diez”, dice resignado Diego, 53 años, que ha heredado de su padre el puesto de camisetas y bufandas. Es una imagen más de la deriva a la que ha llegado el histórico club italiano. Un club en venta en el que ya no funciona ni la tintorería ni el comedor de la ciudad deportiva y en el que todo está en venta o de rebajas.

“Es igual de triste que cuando descubres que Papá Noel no existe”, dice un abonado del club

Volvió el fútbol ayer a Parma, en un domingo con sol primaveral. El estadio, cerrado con candados hasta el sábado, amaneció ayer con las puertas abiertas y con familias con niños que accedían sin hacer cola. Los carteles de “cerrado por robo” estaban tirados en el suelo. Nadie avisó, sin embargo, a los aficionados de que el dinero de la taquilla no irá a las cajas del club sino que será embargado —igual que las furgonetas, los coches médicos, los banquillos del vestuario, las máquinas del gimnasio— y destinado a uno de los acreedores del estadio (hay tres). “A mí me lo ha dicho el vecino esta mañana cuando salía de casa, lo ha leído en los periódicos”, cuenta Luca, que llega a las taquillas en bicicleta. Es un medio de transporte como otro en la ciudad. Un carril bici rodea la entrada principal del estadio y muchas están atadas a las puertas del Tardini. Eran los únicos candados que se veían ayer.

“Mientras siga habiendo una pequeña esperanza, yo me aferro a ella y por eso vengo al fútbol”, asegura Luca. Ha pagado 15 euros para ver el Parma-Atalanta. Era la más barata, la más cara costaba 100. Alessia, Andrea y Mattia no tienen más de 25 años y han hecho una hora de coche para llegar al Tardini. “Estamos aquí porque el equipo necesita apoyo. Es un domingo raro, vuelve el fútbol sí, pero el Parma está al borde de la quiebra… es todo bastante surrealista pero había que estar aquí hoy”, afirman los tres antes de irse por un trozo de pizza.

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Unas diez furgonetas de la Policía dejan sitio en la plaza del estadio para que llegue el autocar del equipo. El Parma no jugaba desde hace tres semanas. Aplazó el partido contra el Udinese porque no había dinero para abrir el campo (los jugadores se negaron a jugar a puerta cerrada) y no viajó a Génova el domingo pasado porque la plantilla se plantó. No se sentían tutelados por las instituciones. Ayer el fondo de los ultras recibió a los jugadores con aplausos y dos pancartas. “FIGC e Lega fallite con noi” (Federación y Lega Calcio, a la ruina con nosotros) y “Manenti, vattene” (Manenti, vete). Manenti es el último de los cinco presidentes que ha desfilado por el club en los últimos siete meses y que lleva tres semanas prometiendo el dinero de las nóminas.

“Ni siquiera cuando quebró Parmalat estábamos en una situación así. Los jugadores tienen su culpa, debieron denunciar la situación en noviembre cuando el primer impago”, cuenta Giovanni, 70 años y abonado desde 50. Lleva su bolsa con el bocadillo en la mano. No le importa siquiera cómo acabará el encuentro. Está desencantado. Igual que Cristian y Juri, de 36 años, y siguen al equipo desde hace 20. Tienen un abono en el fondo de los ultras por el que han pagado 100 euros. Cristian, que lleva una bandera bajo el brazo, estuvo en la final de la UEFA que el Parma ganó en 1995, también estaba en Moscú cuando el Parma fue eliminado en las semifinales de 2005. “Había comprado ya las entradas para ir a Génova”, dice. Dinero que perdió ya que el equipo no fue a Génova la semana pasada.

Entrada de la ciudad deportiva del Parma, en Collecchio.
Entrada de la ciudad deportiva del Parma, en Collecchio.GIUSEPPE CACACE (AFP)

“Me da una tristeza todo esto… soy hincha del Parma desde pequeñito, he crecido viendo a un equipo que ahora, de un día para otro, va a desaparecer. Bajar a Segunda o Tercera por los malos resultados lo vería normal. Pero bajar ahora, darte cuenta de todo lo que hay detrás, de que todo ha acabado es como cuando te dicen que Papá Noel no existe”, relata Juri al lado del puesto de bufandas de Diego, que lleva desde finales de los años 60 en el negocio. “Desde pequeño ayudo a mi padre, ahora estoy solo. Hace tiempo que en Parma no vendemos nada. Las competiciones internacionales son las que te ayudan a ganar dinero, sin ellas, aquí nadie compra nada”, asegura. La mañana del partido ha conseguido vender algunas bufandas de Cassano (que abandonó el club a finales de enero, harto de los impagos), y las rebajó a un euro. Se ríe cuando Cristian dice que se siente traicionado. “¡Chicos, hace tiempo que he dejado de creer en el fútbol!”.

Ya no funciona ni la tintorería ni el comedor de la ciudad deportiva

No es el único. Roberto Donadoni, técnico del Parma, también ha dejado de creer. Dice que el equipo juega solo por dignidad. Dice también que la carga psicológica pesa como una roca. El partido acabó 0-0; con lo romántico que hubiese sido un final de cuento de hadas. No hubo lleno ni mucho menos (unos 10.448 espectadores, 9.580 de ellos abonados) en un campo, con capacidad para 20.000, que hace algo más de 20 años fue teatro de las gestas de Crespo, Asprilla, Zola, Chiesa y compañía. Ayer el equipo jugó gracias al dinero de las multas deportivas de los 20 clubes de Primera. El único que votó en contra del plan para salvar el Parma fue el Cesena. En el puesto de Diego, al lado del estadio, la bufanda del Cesena se vendía a precio normal y con este aviso escrito a mano: “Para limpiarse el c--o”.

Nadie sabe qué pasará el domingo que viene. “Hoy hemos jugado gratis, no necesitamos limosna sino que se respete nuestra dignidad. ¿El próximo partido? No hay que esperarse nada”, resumió Donadoni.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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