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Messi hace casi todo

En un derroche físico tanto en ataque como en defensa, el 10 participa en los dos goles, pero no puede remachar al final

Jordi Quixano
Hart evita un gol de Messi.
Hart evita un gol de Messi.Laurence Griffiths (Getty Images)

Adriano fue explícito hace una semana: “Messi tira del carro y nosotros le seguimos”. Y el 10, generoso como nunca en la fase defensiva y exquisito con el balón durante el primer acto, fue el guía de un Barça que destrozó al City. Aunque en la segunda parte adelantó la presión Pellegrini y Agüero replicó con excelencia, Leo casi define la eliminatoria. Pero erró el penalti sobre la bocina.

Hart. Excepcional en dos uno contra uno ante Messi y Luis Suárez, nada pudo hacer en los dos tantos. Pero sí salvó a lo grande a su equipo al detener el penalti.

Ter Stegen. En el primer chut del City, de Nasri, no blocó el esférico y pareció temblar. Error; a la siguiente jugada lo controló con el pecho, bien gallardo. Tampoco pudo aplacar el tanto del Kun.

Zabaleta y Clichy. Sufrieron sin ayudas cuando los extremos les retaron. Zabaleta realizó entradas duras pero nobles, y una absurda sobre Messi que fue penalti; y Clichy, que vio la roja, se conformó con seguir la sombra de Leo.

Alves. Le pillaron en un par de ocasiones la espalda. Impreciso en el centro y merecedor de la amarilla que vio, casi le salió un gol de chiripa. El balón escupió el larguero. Se marchó enrabietado por el cambio, hasta el punto de que golpeó un botellín de camino al vestuario.

Kompany y Demichelis. Se perdieron en los marcajes y ante la movilidad de los delanteros rivales. No ataron en corto a Luis Suárez y siempre llegaron un segundo tarde al corte. Un mal y desafortunado rechazo de Kompany valió el primer gol del 9.

Pique, solvente en la raíz del juego y apurado en la batalla aérea con Dzeko, fue el corrector permanente de la zaga

Mascherano. Comenzó acelerado, protestón y con la radio encendida en la oreja de Agüero. Pero a la que se asentó el equipo, se serenó y hasta salvó un gol de Nasri con su cuerpo. En la segunda se vio desbordado, torpe en la anticipación y mareado ante las embestidas de Agüero, y acabó de mediocentro.

Piqué. Solvente en la raíz del juego y apurado en la batalla aérea con Dzeko, fue el corrector permanente de la zaga y evidenció su gran estado de forma.

Alba. Cómodo porque Nasri tiró hacia dentro, fue capital para las contras al devorar la banda. En una de esas ascensiones sirvió el segundo gol de Luis Suárez.

Fernando y Milner. Imprecisos en el pase y testimoniales en el ataque en la primera mitad, perdieron el gobierno del eje. Fernando, sin embargo, dio un paso al frente en el segundo acto y actuó de trampolín.

Busquets. Luces y sombras. Ejecutó la presión alta y sin miedo a lo que pasara a sus espaldas, y robó algún balón de mérito para catapultar al Barça. Pero también perdió pelotas sorprendentes que pudieron costar caras.

Rakitic e Iniesta. Generosos en la carrera, en la presión y en recuperar el sitio para evitar las contras —así vio una amarilla Rakitic—, les faltó el pase definitivo. Rakitic se agrandó con los minutos, aunque luego fue sustituido.

Nasri y Silva. Partían desde la banda pero actuaron más de mediapuntas. De Silva hubo unos pocos sorbos —como el taconazo en el gol de Agüero—, pero Nasri sí que encontró su sitio al conectar dos disparos con peligro. Curiosamente, ambos fueron relevados.

Suárez generó huecos y ocasiones. Abucheado, celebró dos goles que pudieron ser más

Messi. Inteligente como pocos, leyó el partido y las necesidades de su equipo: en ocasiones de extremo, a veces de falso 9y las más de medio para ayudar en las contras. Dio el centro del primer gol de Suárez y abrió hacia Alba en el segundo. En la última jugada a punto estuvo de redondear su actuación al provocar el penati que falló. También su rechazo.

Luis Suárez. Abucheado por el Etihad, generó huecos y ocasiones, y aceptó el duelo físico con Demichelis y Kompany. Y salió airoso porque celebró dos goles que pudieron ser más.

Agüero y Dzeko. El serbio malogró cuatro remates de cabeza (dos fuera y dos a las manos de Ter Stegen). Mucho para poco; lo contrario al Kun, que remató dos veces: en una el balón le chuchicheó al palo y en la otra embocó a la red.

Neymar. Empezó en modo agitador, con varias asistencias de mérito, pero no acabó de encontrarse cómodo sobre el tapete. Primero fueron las botas —se las tuvo que cambiar— y después su falta de protagonismo, expresada su impotencia al encararse con un aficionado al ser sustituido.

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