Anand doblega a Nakamura
El excampeón aprovecha ahora lo que preparó antes del Mundial contra Carlsen
El viejo Tigre de Madrás aún puede matar. Viswanathan Anand, de 45 años, ha frenado en seco este martes la racha triunfal del estadounidense Hikaru Nakamura, y ahora es el líder del torneo de Zúrich. El indio exhibe una enciclopédica preparación de laboratorio, que no le sirvió para destronar a Magnus Carlsen en el Mundial de Sochi, pero sí para tumbar ahora al jugador más en forma del circuito.
"El trabajo contra Carlsen fue la base de la victoria de esta partida, pero mis análisis ahora son incluso más completos que en noviembre", explica Anand a este periódico mientras se dirige raudo a su habitación para llamar a su esposa, Aruna, y comunicarle la buena nueva. Ambos viven en Chennai (como se llama ahora la antigua Madrás) junto a su hijo, Akhil, cuyo nacimiento motivó el cambio de residencia del pentacampeón del mundo, quien sin embargo conserva su casa en Collado Mediano (Madrid).
Esas palabras encajan bien con lo observado por la mañana en el comedor del hotel Savoy, sede del torneo. Anand es uno de los pocos astros del tablero –casi el único– que bajan a desayunar cada día, en lugar de dormir hasta las doce o de llamar al servicio de habitaciones. En el restaurante del Savoy está prohibido el uso de los teléfonos móviles; es un lugar muy adecuado para empezar el día relajado, con una suave música de fondo, leyendo el Financial Times y el Wall Street Journal –Anand es licenciado en Economía- y sin prisas. Eso es lo que hace el indio habitualmente, pero este martes todo es más rápido: unos 15 minutos después de sentarse, Anand deja ambos periódicos en la mesa y se va presuroso, como si le aguardara alguien.
Quien le espera, en realidad, es su computadora. Anand intuye muy probablemente que Nakamura puede plantear la misma defensa con la que Carlsen encajó su única derrota ante Anand en el Mundial de Sochi. ¿Y por qué es lógico pensar que el excampeón vislumbra tal cosa? Porque Nakamura es muy osado; la frontera entre la osadía y la insensatez es muy estrecha; y el estadounidense tiene un motivo concreto para ser osado: conoce muy bien esa defensa, porque se la planteó el actual entrenador de Anand (y antes de Carlsen), el danés Peter-Heine Nielsen, en el torneo de Ámsterdam de 2010. Nakamura ganó aquella partida con blancas y, dado su carácter audaz, tiene sentido que ahora quiera derrotar con negras a Anand, mejorando las defensas de Carlsen y Nielsen.
Anand es un genio, cuida mucho su preparación física y que sigue disfrutando de la competición como cuando era joven
De modo que, tras invertir toda la mañana en repasar sus análisis del verano pasado y mejorar algunas ideas, Anand baja a la sala de juego un minuto antes de que el árbitro ponga el reloj en marcha. Estrecha la mano de Nakamura, hace su primera jugada, pulsa el reloj y, con gran satisfacción, ve que el estadounidense realiza al toque los primeros trece movimientos y entra en la variante de marras. Anand hace la 14ª jugada sin pensar y se va a dar un paseo por el escenario y ver cómo van las otras partidas. Es obvio que está como pez en el agua, y que su memoria de elefante le va a ahorrar mucha energía esta tarde.
Lograr una pequeña ventaja en la apertura no basta para tumbar a un rival tan duro y en tan buena forma como Nakamura. Pero en este punto conviene recordar que Anand es un genio, que cuida mucho su preparación física y que sigue disfrutando de la competición como cuando era joven. Todo ello explica que sea uno de los cuatro jugadores mayores de 40 años entre los 50 mejores del mundo (los otros tres son Guélfand, Adams e Ivanchuk).
Aunque Nakamura también se distingue por su gran rapidez de reflejos, hoy necesita invertir más tiempo que su adversario porque no se ha preparado tanto como él para jugar el tipo de posición que tiene en el tablero. La presión de Anand y del reloj es creciente hasta que el estadounidense de origen japonés para el reloj, felicita al excampeón y firma su primera derrota en las 14 partidas que ha jugado este año.
Anand, siempre tan sobrio, no da rienda suelta a su alegría ante el periodista, cuando éste le pregunta por la diferencia de su rendimiento entre Zúrich y Baden-Baden, donde fracasó hace dos semanas: "No me gusta hacer esos análisis hasta que acaba el torneo", dice ya casi metido en el ascensor. Es probable que tenga prisa no sólo para llamar a su esposa, sino para desahogarse a solas en la habitación, porque hoy ha logrado algo muy especial: tumbar por primera vez a Nakamura tras 20 partidas entre ellos desde 2010 (siete derrotas y trece empates, contando también las rápidas). Cuando llegue a su habitación, el Tigre de Madrás podrá rugir a gusto, sin guardar las formas impuestas por su exquisita educación de clase alta india.
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