Los medios del Barça pierden el balón
Los centrocampistas, poco influyentes en los metros finales, carecen de la pausa que les definió antaño
La idea del Barça de Pep Guardiola pasaba por acumular centrocampistas para tener una mayor posesión del balón y, por lo tanto, un control absoluto del juego. Ahora, ya con Luis Enrique en el banquillo, el argumento es distinto porque los medios apenas participan del ataque, al menos para reorganizar el juego y abrir huecos con el pase y la basculación del cuero, sino que son resortes para la contra, futbolistas que se expresan más con la conducción que con el pase. Así, aún se aguarda la versión reconocible de Iniesta y de Xavi hay algún fogonazo, incómodos ambos porque la pelota no se guarda sino que se acelera, una bofetada al ADN culé. Del mismo modo, sufre Busquets para actuar de pegamento ante las transiciones ofensivas rivales —por lo que Mascherano pide su sitio en el eje, feliz por anticiparse antes que por construir—, y, de vez en cuando, disfrutan del vértigo jugadores como Rakitic y Rafinha, que anteponen las idas y venidas a la pausa. Pero las veces son pocas: la efervescencia del croata se ha rebajado de forma categórica como se expresó ante el Elche, jugador de cabeza e intensidad baja, a la vez que el brasileño sigue sin eclosionar. Una depresión en la medular que también se entiende por el baile de los medios, convencido Luis Enrique en rotar hasta abril y mayo, cuando en teoría se definirán los títulos de la temporada.
En los 26 partidos jugados, el técnico ha probado 14 opciones distintas en el eje
De los 26 encuentros que ha disputado el Barcelona hasta ahora, el técnico asturiano ha probado 14 medulares distintas. Y sólo ha repetido con tres de ellas: Rakitic, Busquets e Iniesta han jugado siete duelos juntos; Rakitic, Busquets y Xavi se han encontrado en cuatro ocasiones; y Xavi, Busquets e Iniesta lo han hecho en dos. Por lo que ante el Atlético, sin Xavi —“tiene una microrotura muscular y no nos arriesgaremos”, advirtió ayer el entrenador—, podría conjuntar a su media preferida. La idea, en cualquier caso, la tiene clara: “Debemos evitar las transiciones del Atlético”. Un argumento que evidencia su preocupación por la destrucción antes que por el estilo, por más que siempre reitere que el Barça juega a lo de siempre. No es así.
La capitalidad de los medios se ha difuminado mucho en el equipo, sobre todo si se mide en pases de gol y tantos. Con Martino en el banquillo, Cesc (ya en el Chelsea) acumuló 13 asistencias en el curso anterior, bien secundado por un Iniesta que alcanzó siete. Ahora, con Luis Enrique y con la Liga como termómetro, los números remarcan su falta de trascendencia en el juego si se atiende a la Liga: Rakitic suma tres asistencias y tres goles; Xavi logró un tanto y ha dado tres pases definitivos; y Busquets contabiliza una red y una bandeja de gol. El resto está en blanco, señal inequívoca de su ocaso en la creación y resolución del juego.
Iniesta, Rafinha, Sergi Roberto y Mascherano siguen sin marcar ni asistir en la Liga
Ante la poca mezcla en la divisoria, no es raro que Messi retrase su posición —“tiene libertad absoluta siempre y cuando no rompa el equilibrio”, argumenta Luis Enrique— y actúe de quarterback. Por lo que ya cuenta con nueve asistencias de gol en la Liga, y 13 si se agregan las de la Champions (dos) y la Copa del Rey (otras dos). Unos pasos hacia atrás que le granjean más segundos para pensar y pasar; una artimaña de la que disfruta por el momento más Neymar que Luis Suárez, delantero de área al que no le surten demasiados balones sino que las oportunidades se las crea él.
La media de pases del Barça de Vilanova —cuando jugaban cinco medios— fue de 747 por duelo. Ahora, apenas llega a los 650. Menos pases, menos influencia de los medios y más transiciones. Un Barça distinto que se bate con el Atlético, que tiene un eje más reconocible con los cortafuegos Gabi y Tiago, con los quiebros de Arda, la composición de Koke y la llegada de Raúl García. “Están convencidos de su propuesta”, definió Luis Enrique. Queda por ver si el Barça se cree la suya.
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