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Unicaja deja grogui al Madrid

Los de Plaza consolidan el liderato en la Liga a costa de un equipo desangelado y en crisis que suma su sexta derrota en 14 partidos

Faustino Sáez
Rudy intenta superar a Toolson
Rudy intenta superar a Toolson Carlos Diaz (EFE)

El Madrid abrazó todos sus fantasmas en Málaga y pasó del diván al purgatorio en 45 minutos que le dejan grogui a las puertas del Top 16 de la Euroliga. Los de Laso se instalaron definitivamente en la crisis tras sumar su sexto traspié en los últimos 14 partidos. En un final apretado como el que le permitió levantar la Copa en el mismo escenario en febrero; tras una prórroga mal gestionada como la que le costó su derrota más cruel en Milán en mayo; y en un desenlace crispado como el que cerró su fracaso en la Liga en junio; el subcampeón de Europa concluyó el 2014 perdido y desquiciado tras caer ante un Unicaja rocoso, que consolidó su liderato gracias a la descomunal exhibición de Jayson Granger (21 puntos, 10 asistencias y 35 de valoración) y Fran Vázquez (23 puntos, 10 rebotes y 30 de valoración).

Unicaja, 99-Real Madrid, 92

Unicaja: Markovic (2), Toolson (15), Suárez (6), Thomas (10), Vázquez (23) —quinteto inicial—; Granger (21), Kuzminskas (8), Green (4), Golubovic (10), Vasileadis (0), Stefansson (0).

Real Madrid: Campazzo (2), Rudy Fernández (24), Maciulis (5), F. Reyes (10), Ayón (2) —quintento inicial—; Rivers (0), Nocioni (9), S. Rodríguez (11), Carroll (8), Llull (12), Bouroussis (6), Mejri (3).

Parciales: 17-29; 29-19; 11-14; 20-15; y 22-15.

Árbitros: Martín Bertrán, Peruga, Pérez Niz. Eliminados: Granger y Sergio Rodríguez.

11.300 espectadores en el pabellón Martín Carpena.

Para la lista de agravios madridistas quedarán una antideportiva a Llull y una técnica a Felipe en el último minuto, pero lo cierto es que, en las últimas semanas, al conjunto blanco le abandonaron primero la voluntad y las ideas y ahora también la suerte. El encuentro en el Carpena fue un viaje que reprodujo las constantes vitales de los de Laso en lo que va de temporada.

El equipo hipotenso de Barcelona se transformó de inicio en un grupo comprometido en defensa, solidario en ataque y aplicado a pista completa. El entrenador mezcló en su quinteto el propósito de enmienda de Campazzo y Ayón (dos de los más señalados en el Palau), la indeleble casta de Felipe, el orgullo de Rudy y el interés de Maciulis. Pareció resultarle el plan al Madrid, que en menos de dos minutos ya ganaba 2-7 y había robado un par de balones con su defensa presionante.

Era tanta la actividad de manos que Ayón perdió la medida (nunca la encontró en realidad: dos puntos en su pobre hoja de servicios) y acumuló dos personales tempraneras que motivaron su relevo por Bourousis. Mientras el pívot griego tomaba posiciones en la pintura, Fran Vázquez aprovechó para lucir repertorio y atajar la efervescencia visitante liderando un parcial de 8-2 que lanzó a Unicaja (12-11, m. 6). Pero no le duró mucho a los de Plaza porque el Madrid no bajó el pistón y afinó la puntería.

Los de Laso concluyeron el primer cuarto con un notable 5 de 7 en triples (3 de 4 para Rudy, autor de 11 puntos en ese tramo), además de cuatro recuperaciones, ocho asistencias y un incipiente dominio bajo los aros que propiciaron su estirón en el marcador (19-32, m. 11). No se derritió Unicaja a pesar de la puesta en escena rival. El conjunto malagueño es un líder con recursos y en el segundo cuarto se remangó para reconducir la situación a lo grande.

El Madrid se fue desdibujando progresivamente con la inercia de su heterogénea e inconsistente rotación mientras Unicaja fue sumando soldados a la causa. Creció Kuzminskas, apareció Golubovic, permaneció Vázquez y despuntó Granger. Con más agitación que academicismo, el base uruguayo se hizo con el libro de instrucciones y los de Laso perdieron el paso primero y el control después. Ni la defensa en zona, ni la episódica aportación de Nocioni, ni alguna diana de Carroll impidió que el conjunto blanco fuera perdiendo la renta acumulada. Felipe se quedó solo en la pelea por el rebote, decayó el acierto desde el perímetro y flaqueó el empeño. Los verdes devolvieron los 29 puntos del primer parcial para marcar territorio. Una técnica a Mejri y un alley-oop entre Granger y Vázquez certificaron el comienzo de un partido nuevo (46-48, m. 20).

A la vuelta de la caseta, el equilibrio espesó el juego y ofuscó las ideas. Bajó la anotación hasta un 11-14 de parcial y se abrió el tiempo de las asperezas. Rivalizaron Thomas y Bourousis en la pintura mientras Vázquez y Rudy (24 puntos, seis rebotes y 27 de valoración) estiraban su condición de jugador franquicia. El Madrid entró por delante en la recta de meta, pero sin programa de gobierno la oposición se le subió a las barbas. La febril perseverancia de Granger impulsó a Unicaja hasta la remontada con un parcial de 9-0 que remató el mismo con un dos más uno que encendió las alarmas en el banquillo madridista (68-67, m. 35). No respondió Rudy (solo cuatro puntos en los últimos 20 minutos, prórroga incluida). “Todos estamos viendo lo que está pasando, no hace falta que diga nada”, espetó Laso a los suyos.

En el territorio del miedo, el Madrid sobrevivió con los rebotes ofensivos de Felipe (12 capturas en total, cinco en ataque) y Unicaja con el inagotable filón del dúo Granger-Vázquez (44 puntos, 14 rebotes, 11 asistencias, tres robos y 65 de valoración entre ambos). Ninguno supo desempatar y el partido regaló a los aficionados cinco minutos extras. En la prórroga Unicaja fortificó su liderato, con dos triunfos ya de ventaja, y mandó al Madrid al rincón de pensar. Por esos vasos comunicantes que unen los ecosistemas de los dos grandes, solo la derrota del Barça en Santiago ante el Obradoiro (79-67) mitigará los efectos del golpe.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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