Cómo hacer más dinero
La mayoría de los negocios intentan maximizar su rentabilidad exprimiendo hasta la última gota de cualquier activo que posean. Si McDonald’s tiene 100 patatas, las convertirá en tantas raciones de patatas fritas grasientas como le sea posible. Si Renault tiene 10.000 kilos de acero, los transformará en tantos coches mediocres como sea razonable. Si Delta Airlines tiene 1.000 aviones, meterá en ellos a tantas personas como pueda, sometiendo así a los individuos de constitución similar a la de este corresponsal de 2,07 metros a algo parecido a un artilugio de tortura medieval.
La NBA no es diferente. También ellos quieren ganar tanto dinero como puedan con sus activos. Y, lo mismo que Delta Airlines, solo tienen una cantidad determinada; el número de equipos de los que pueden extraer ingresos es limitado. Sin avisar con unos años de antelación y sin un estadio nuevo que cueste a los contribuyentes varios cientos de millones de dólares, la NBA no puede abrir por las buenas una nueva franquicia en San Luis. Para la NBA, el problema de que las cosas sean así es que algunas de sus franquicias son inveteradamente horrorosas. Y la mayoría de las veces, los equipos que son malos en baloncesto también lo son para los negocios. Por ejemplo, a nadie que no sea del estado de Wisconsin le importa lo que pase este año con los Bucks de Milwaukee. Son malos ahora y serán malos cuando acabe la temporada, y con toda esa incompetencia, no proporcionarán mucho dinero a la NBA.
Los Lakers y los Knicks logran ingresos simplemente por los personajes que participan en ellos
Pero este año la NBA está de suerte. Hay dos equipos que, si nos atenemos únicamente a su habilidad para el baloncesto, no deberían contribuir a que la NBA ganase dinero. Sin embargo, los dos conseguirán ingresos simplemente por los personajes que participan en ellos.
El primero es los Lakers de Los Ángeles, donde Kobe Bryant ya está proporcionando titulares y manteniendo los ojos y los oídos de los aficionados apartados de la cancha. En el primer partido del equipo, Bryant se vio envuelto en una escaramuza con su excompañero Dwight Howard, tachándole de “blando” y, de paso, desviando la atención del estallido de la pierna del novato estrella Julius Randle en su primer partido oficial y del fuego latente en el contenedor de basura que es la alineación de los Lakers.
El otro son nuestros viejos amigos los Knicks de Nueva York, donde Phil Jackson y Carmelo Anthony han unido fuerzas con el mismo recelo que dos polis diferentes asignados al mismo coche patrulla en una película de Hollywood. El resultado podría ser mágico, algo parecido a Arma letal, pero probablemente no lo será. Probablemente se parecerá más a Arma letal 3. En realidad no importa, porque, de todas maneras, hablaremos de los Knicks. Queremos ver la inevitable guerra de voluntades entre Anthony y Jackson, igual que queremos ver cómo lleva Kobe Bryant el proceso de hacerse mayor y el consiguiente declive de sus facultades. (Mal, sospecho). Y así, del mismo modo que Delta Airlines, la NBA hará más dinero con el mismo producto. Obtendrá ganancias de sus perdedores. Pero sin que a mí me cueste un dolor de espalda.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.