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Los derrapes de Alonso

El acierto del asturiano en todas las decisiones dentro de la pista contrasta con los bandazos que da fuera de ella

Oriol Puigdemont
Fernando Alonso, en el circuito de Sochi.
Fernando Alonso, en el circuito de Sochi.VALDRIN XHEMAJ (EFE)

A ningún piloto de la parrilla le gustaría verse en el pellejo de la actual pareja de McLaren. Jenson Button y Kevin Magnussen son conscientes de que a menos que obre un milagro, uno de ellos no seguirá la temporada que viene en la escudería de Woking, que está moviendo cielo y tierra para cerrar un acuerdo con Fernando Alonso. El destino del español es, a día de hoy, la principal incógnita que mantiene en permanente alerta al paddock del Mundial.

Nadie vive ajeno a ello, ni los jefes de equipo, ni los demás corredores ni tampoco los mecánicos y mucho menos los periodistas. Hacía mucho tiempo que nadie generaba tanta incertidumbre y desorientación, y no hay nadie de la caravana itinerante que sigue el campeonato que se atreva a dar por sentado qué colores vestirá Alonso a partir de enero, por más que todo el mundo coincida en que no será de rojo: Red Bull anunció en Japón que Sebastian Vettel dejará la tropa energética a final de curso, aunque todavía no hay oficialidad de su llegada a Ferrari, y Luca di Montezemolo, expresidente de la marca de Maranello, confirmó este miércoles el adiós del asturiano.

No tiene más alternativa que volver a McLaren o pasarse un año sabático

Entre las declaraciones del ovetense y la pose que adopta cuando las hace, uno podría llegar a pensar que tiene la escena completamente controlada. Y, sin embargo, se equivocaría. “Gracias al trabajo de todo este tiempo, puedo decir que mi situación es única. Correré más o menos donde quiera [EN 2015]”, concedió Alonso en Suzuka, haciendo virguerías para salir de la forma más digna posible de una situación de lo más incómoda. El papelón fue de traca porque todos los presentes en el motorhome sabían perfectamente que aquel discurso no se ajustaba a la realidad. Desde el verano, el bicampeón de 2005 y 2006 lo ha intentado todo para cerrar un acuerdo con Mercedes, algo que finalmente no se ha concretado con vistas al año que viene porque el constructor de Stuttgart ya ha dicho que mantendrá a Lewis Hamilton y a Nico Rosberg.

Así las cosas, Alonso se encuentra en falso, sin más alternativas que deshacer el camino que siguió en 2007, cuando se fue de McLaren, o pasarse un año sabático, quién sabe si compitiendo en algún otro certamen como Le Mans, a la espera de llegar a Mercedes con vistas a 2016. En las últimas horas hay incluso quien apunta una tercera vía que consistiría en recalar en Lotus antes de volver a la carga con las flechas de plata. Cualquiera de estas opciones, claro está, pensando en que Hamilton no renueve su vínculo —expira en 2015—, que ya es pensar.

Hay incluso quien apunta una tercera vía que consistiría en recalar en Lotus

No dejan de ser significativas las similitudes que hay entre las posibilidades anteriores y el episodio que ya protagonizó hace siete años. En aquella ocasión, se marchó escopetado de McLaren y buscó refugio en Renault (2007 y 2008) antes de fichar por Ferrari. Esta vez, todo parece dispuesto para que se formalice un nuevo acuerdo con la formación de Woking pero falta saber en qué condiciones, porque los intereses de ambas partes chocan de frente. Alonso pretende incluir en el documento una cláusula de escape a la que pueda acogerse al finalizar el primer ejercicio, circunstancia que haría posible su hipotética entrada en Mercedes, mientras que el equipo británico busca una relación mucho más larga. De hecho, no sería de extrañar que el contrato no fuera con McLaren sino con Honda, que en unos meses pasará a ser su nuevo suministrador de motores, y que hará lo posible por atarle a largo plazo para desarrollar el propulsor a partir de su feedback.

El acierto que demuestra Alonso en todas las decisiones que toma dentro de la pista contrasta con su torpeza y la de quienes le guían fuera de ella: parece mentira que el integrante más completo de la parrilla, aquel que todos los demás ven como la referencia, se esté planteando irse a casa en su “mejor momento”. Aunque se niegue a aceptarlo en público, hay situaciones, y no pocas, que no ha gestionado bien. Su primera etapa en McLaren terminó como el rosario de la aurora, con el caso de espionaje de por medio, mientras que en Renault vivió en primera persona el crash gate de Singapur (el choque a propósito de su compañero Piquet para que él pudiera ganar).

Otro buen ejemplo es la forma en que ha gestionado su marcha de Ferrari, que en menos de seis meses ha pasado de venerarle a abrirle la puerta. Y eso que sus números en estos últimos cinco años son aplastantes. Alonso ha terminado por delante de su compañero (Massa entre 2010 y 2013 y Raikkonen en este 2014) en 75 grandes premios de un total de 93, sumando 627 puntos más que sus vecinos. Además, peleó por llevarse el título hasta la última cita en dos ocasiones (2010 y 2012).

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