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Jordi Bertomeu: “Me encantaría una Ryder del baloncesto”

El presidente de la Euroliga baraja la posibilidad de reformar en un futuro cercano la segunda máxima competición entre clubes del mundo tras la NBA

Faustino Sáez
Jordi Bertomeu, en septiembre pasado.
Jordi Bertomeu, en septiembre pasado.marcelo sayão (EFE)

En la pista y en los despachos, el baloncesto es un juego de puntería, espacios y tiempos. Jordi Bertomeu, presidente de la Euroliga, gestiona desde hace 14 años los distintos capítulos de la aspiración expansionista de la competición: el equilibrio entre materias finitas como el calendario y el físico de los jugadores y sus ambiciosos anhelos de prolongar partidos e inaugurar torneos, y la cohabitación con la distante NBA, la cambiante FIBA y las menguantes Ligas nacionales. Le ocupa y le preocupa “la sostenibilidad económica y la simplificación del modelo” de un torneo que con el cambio de siglo tomó el relevo de la Copa de Europa para convertirse en la segunda Liga del mundo tras la estadounidense, con un seguimiento de más de 800 millones de espectadores en casi 200 países. “Queremos una Liga europea pura, con más partidos entre los mejores equipos. Una competición estable de todos contra todos donde los peores bajen y los mejores suban. Con un elemento aspiracional que motive a todos los proyectos a crecer para estar arriba”, resume.

Interacción con la NBA. Bajo la premisa de que “la NBA vive una realidad económica y organizativa diferente a la de la FIBA”, Bertomeu no deja de explorar vías de interacción con la primera Liga del mundo. Por el momento descarta la disputa de un Mundial de clubes, pero el año pasado relanzó la Copa Intercontinental, tras 17 años de interrupción, y ahora desvela ilusiones como la creación de una Ryder del baloncesto. “Llevamos tiempo hablando de hacer un Mundial de clubes, pero si no están todos los campeones sería algo falso, estaríamos defraudando a los aficionados. La NBA no parece partidaria de presentar a su campeón, por eso dejamos esa idea y recuperamos la Intercontinental entre el campeón de la Liga de las Américas y el campeón de la Euroliga. No es un torneo que altere el calendario, son dos días en pretemporada. Otras competiciones tienen la Supercopa y nosotros no hemos planteado enfrentar al campeón de la Euroliga con el campeón de la Eurocup. No digo que no lo hagamos en un futuro próximo. El calendario siempre está muy lleno, pero es que al final todos los deportes importantes tienen calendarios complicados”.

“La idea de una Ryder Cup de baloncesto la hemos intentado tanto que hay papeles escritos y cosas avanzadas, pero lo dejamos aparcado en su momento con David Stern y ahora tenemos un nuevo Comisionado con el que estamos redefiniendo nuestras relaciones de futuro. Me encantaría instaurar ese modelo. Los partidos de exhibición que venimos haciendo con la NBA ganarían mucho en interés si pudiéramos incorporar un elemento de competición, y la fórmula Ryder podría cuadrar perfectamente en esto. No lo veo a corto plazo porque aquí sí que hay un problema de encontrar fechas. Acercarnos a la NBA es utópico y tampoco creo que sea una estrategia correcta. Pero introducir elementos de competición con ellos si es un objetivo claro. La NBA tiene cosas muy interesantes en promoción, comunicación y marketing, pero nosotros trabajamos en Europa y si a nuestro consumidor le damos el mismo producto nos equivocaremos. Creemos que la Euroliga tiene que tener valores europeos como la pasión, el drama, la importancia de ganar o perder, el concepto de juego en equipo… Son valores propios y no podemos renunciar a ellos por algo más artificial”.

Bertomeu afirma que su relación con la ACB y su presidente “es buena” y no percibe “ninguna tensión”

La cohabitación con las Ligas nacionales. El expansionismo de la Euroliga se percibe como una amenaza para las Ligas. A pesar de ello, Bertomeu afirma que su relación con la ACB y su presidente “es buena” y no percibe “ninguna tensión”. Para el directivo, el distanciamiento con las Ligas “no es un plan, es la evolución de la realidad”. “Tenemos que hacer un esfuerzo por convivir. Pero se ve que hay una fórmula que crece que es la Euroliga y una que no crece. La realidad dice que a un partido de la Euroliga en Grecia van 9.000 espectadores y a uno de Liga 500. Los clubes saben lo que les conviene. No hay una pelea. Ellos deciden que prefieren jugar 14 jornadas de top-16 en lugar de seis, porque son ocho buenas taquillas que van a dar más valor a sus patrocinadores y a su televisión. En un año, la asistencia del top-16 ha subido un 20%. Si tuviéramos que reducir el calendario habría que hacerlo por donde haya menos interés”.

El futuro de la Euroliga. La aplicación del fair play financiero y la reestructuración del sistema de licencias marcan la hoja de ruta de la Euroliga. “El fair play financiero se empezará a aplicar a partir de la próxima temporada y el nuevo sistema de licencias ya está definido. Durante un tiempo mantendremos el sistema actual de licencias A combinado con las licencias de las competiciones nacionales. En España las licencias A pasarán de 4 a 3. Todo esto ocurrirá el próximo verano. El futuro pasa por un sistema mucho más sencillo en el que haya un modelo de pirámide donde de la competición nacional a la Eurocup y de la Eurocup a la Euroliga se produzca un flujo deportivo basado en los resultados. Primero, segundo y tercero o cuarto, ya se decidirá en su momento, subirán y del 20 al 24 bajarán. Los buenos tienen la estabilidad de que mientras sean buenos estarán arriba”.

“En lo económico, no queremos un modelo sostenible a base de mecenas. Hay que trabajar con los clubes para alcanzar la racionalidad económica donde el gasto vaya soportado por el ingreso y no haya un tercero, sea un señor, una empresa o un Gobierno, que ponga el dinero. Los clubes que no estén en esas condiciones no van a entrar en competición. La Cibona de Zagreb, que este año tenía puesto en la Euroliga, no la jugará porque su situación patrimonial y su presupuesto no nos garantizaban que pudiera competir sin riesgo. ¿Son sostenibles presupuestos como los de CSKA, Barça y Madrid? Lo han sido durante los últimos 15 años, pero no debería ser el modelo a seguir. En el caso de Madrid y Barcelona hay muchas dificultades para saber qué dinero corresponde a qué y cómo se separa el presupuesto de la sección de fútbol y la de baloncesto. Lo ideal es la filosofía de equipos como el Bayern, donde no hay transferencias del fútbol al de baloncesto”.

Nuevo calendario FIBA. La FIBA decidió de forma unilateral que las selecciones jueguen a partir de 2017 partidos de clasificación para sus torneos en los meses de febrero y noviembre, en plena temporada. La NBA ya anunció que no parará su competición y no cederá a sus jugadores. “Hay una tensión que no puedo negar. Han decidido interferir y jugar sus partidos con nuestros jugadores en nuestras fechas. Es un sistema perverso, las fases de clasificación las van a jugar equipos distintos a los que disputarán la fase final. No van a estar los mejores. De la NBA no participará ningún jugador y los clubes europeos decidieron que vamos a continuar la programación de nuestras fechas. La FIBA quiere ser la FIFA, pero uno no puede pretender ser quien no es”.

"La NBA no se va a someter a esa disciplina y no va a parar para dos partidos en febrero o en noviembre. Si no somos el fútbol no hagamos como si lo fuéramos porque caemos en el absurdo. A unos les dijo no os preocupéis que esto no os afecta y a los otros se nos dijo esto es lo que hay. ¿Van a sancionar a un ruso o un italiano por no ir al Mundial cuando Kevin Durant cambia de marca de zapatillas y renuncia? ¿Cómo se hace esto desde una perspectiva ética? ¿Qué credibilidad tiene el que pretende hacer eso? Pasó en el pasado Mundial. Excepto la selección española, todas las demás venían con bajas significativas, con un equipo inferior al que podían haber presentado y esto requiere una reflexión que me temo no se hace. Por un motivo o por otro no están los mejores y no es la primera vez que ocurre porque venimos de un campeonato de Europa donde más de 50 jugadores decidieron no ir".

Del despacho a la pista

"Se supone que yo no debería de opinar de estas cosas", dice el presidente de la Euroliga con rubor cuando se le propone hablar del juego y sus protagonistas dejando a un lado las estructuras y la burocracia. "Mi primer recuerdo de baloncesto es la imagen de una pista horrible en un colegio de Barcelona lleno de campos de baloncesto, a las siete de la mañana. Me hicieron ir allí obligado a entrenar porque era alto. En el año 66. De pequeño me apasionaba el Joventut de Buscató, Alfonso Martínez, Enric Margall…". Cuando se le pregunta por su equipo histórico y su ídolo de infancia no duda. "El dream team está fuera de concurso. No ha habido nada más grande. Después diría la Jugoplastika de Split de la tres Copas de Europa seguidas. Me fascinó. He sido poco mitómano, pero si tuviera que elegir un jugador favorito diría Enric Margall. Si hablamos de leyendas, Michael Jordan también está fuera de concurso. Así que si hay que elegir una europea, el jugador que cambia el baloncesto en Europa es Sabonis".

Para continuar el juego, Bertomeu confecciona su quinteto ideal: "Jasikevicius, Diamantidis, Navarro, Bodiroga y Sabonis. Se queda fuera gente como Spanoulis, Papaloukas…Ginóbili, que fue mi primer MVP. Pero sale buen equipo. El entrenador sería Zeljko Obradovic". La final de 2006 entre el Maccabi y el CSKA en Praga es el partido que más recuerda en positivo, pero rebuscando entre los recuerdos que le marcaron aparece otro. "Me fastidió mucho el triple de Djordjevic a la Penya en 1992. Me quedé 15 minutos sentado en mi asiento intentando recuperarme".

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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