Una bendición
Acostumbrados al apabullante dominio de Mercedes en la mayoría de las carreras de este año, el Gran Premio de Singapur ha sido uno de los más refrescantes de la temporada, y no solo por el diluvio que nos cayó el sábado justo después de la cronometrada. Hamilton y Rosberg lograron otro doblete en parrilla, pero esta vez les costó mucho más que hasta ahora y, todavía más importante, mucho más de lo que ellos mismos o su escudería esperaban. Llegados a este punto, no me gustaría que nadie pensara que menosprecio las evoluciones que incorporaron en esta prueba Red Bull o Ferrari, pero creo que el elemento que mejor puede explicar este cambio de panorama es el perfil del trazado en sí, el segundo más lento de todo el calendario por detrás de Mónaco.
En este circuito, Mercedes no puede sacar tanta tajada de su principal baza, el motor, porque no tiene dónde hacerlo. No hay rectas demasiado largas ni tampoco tramos en subida que exijan especialmente a los propulsores, y eso iguala las fuerzas. Lo que necesitas en Singapur es aquello que se conoce como torque o bajos, es decir, que la potencia aparezca cuando el coche no está todavía revolucionado, justo cuando el piloto pisa el acelerador al salir de las curvas.
En este punto adquiere importancia el MGU-K [el sistema de recuperación de energía generada en las frenadas]. Este motor eléctrico está conectado directamente al cigüeñal y desarrolla de forma autónoma 160 caballos de potencia de empuje inmediato.
En Singapur no hay rectas largas ni tramos en subida que exijan a los propulsores, y eso iguala las fuerzas
Además, hay que tener en cuenta que Pirelli ha desplazado hasta aquí las dos especificaciones más blandas de las que dispone [el compuesto blando y el superblando], circunstancia que todavía enmascara más las carencias aerodinámicas y de tracción de todos aquellos que no llevan la voz cantante.
Alguien puede pensar que todo lo anterior también debería ser válido en Mónaco, y que Rosberg y Hamilton lograron allí el doblete. Sin embargo, en Mónaco tenemos la subida hacia el casino en la que las prestaciones del motor adquieren más importancia. Sin embargo, Hungría sí que sería un escenario bastante similar a Singapur, uno de los de más carga aerodinámica, y allí las cosas también estuvieron bastante ajustadas, hasta el punto de que ganó Ricciardo.
Y para rematarlo, el Marina Bay es un circuito de piloto, uno de los pocos en los que los corredores con más talento aún pueden marcar las diferencias a base de acercarse a los muros o arriesgar en los cambios de dirección, algo que los menos habilidosos seguramente no harán por precaución o miedo a terminar estampado. Con esta F-1 en la que el rendimiento del coche es mucho más determinante que el del coche que lleva, grandes premios como este son una especie de bendición.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.