Federer, a la conquista de otra cima

Suiza, 3-Italia, 1. Roger Federer-Fabio Fognini 6-2, 6-3 y 7-6. Dos marcadores que suponen un paso más del genio hacia la cumbre del Olimpo, dos resultados que acercan al campeón de 17 grandes a redondear una carrera sin parangón. A los 33 años, el tenista de Basilea tendrá la oportunidad de ganar en noviembre la Copa Davis, el único gran trofeo que falta en su currículo, junto al oro olímpico individual, frente a la selección francesa de Tsonga, Monfils, Gasquet…

Suiza, por supuesto, no es solo Federer, que para eso en el grupo también se alinea Stan Wawrinka, el campeón del Abierto de Australia. Sin embargo, para el número tres mundial la ocasión es única, la opción es de esas que se presentan una vez en la vida y no vuelven. Solo hay que ver cuándo fue la última vez que el conjunto helvético disputó el cruce por La Ensaladera: en 1992, con Marc Rosset y Jakob Hlasek como banderas.

En esa larga espera mucho ha tenido que ver el propio Federer, que en sus años de mayor dominio en el circuito dimitió voluntariamente de la competición por equipos, apareciendo únicamente para rescatarle cada vez que vivió el peligro del descenso. Eso lo dice todo. Si Federer, un tenista con las piernas gastadas por tantos años de éxito y padre de dos parejas de gemelos, ha vuelto a competirla, es por algo. Desde que vio el sorteo, olió la sangre. Supo que este y no otro era el año. Desde entonces, es un genio a la conquista de otra cima gloriosa en una carrera inigualable.