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El choque de los dos mundos

El joven y arrollador equipo de Estados Unidos busca un doblete histórico ante una Serbia que ha recobrado el talento

Robert Álvarez
Dragic presiona a Harden durante un partido del Mundial.
Dragic presiona a Harden durante un partido del Mundial.AFP

El Mundial de España, como casi todos y como los Juegos Olímpicos, opone dos formas de entender y practicar el juego: la de Estados Unidos o la NBA y la del resto del mundo o el baloncesto FIBA. Son dos polos opuestos los que se citan en la final de hoy en el Palacio de Deportes de Madrid (21.00, Cuatro): los chicos de Krzyzewski con el sello de la NBA y la Serbia con la admirable escuela balcánica que tutela Sasha Djordjevic. El equipo más joven del campeonato (24,4 años de media), pero ya estelar y multimillonario de la mejor liga del mundo, ante un rival igualmente joven (26,7 años), que regresa a sus orígenes y obtiene el rédito de su paciente y sabia labor con una materia prima única (es el más alto del campeonato con 2,04m de media, tres centímetros más que el estadounidense) y jugadores de talento y un especial gen competitivo.

En Estados Unidos siempre se ha mirado de reojo el Mundial. Lo ha ganado cuatro veces, nunca dos seguidas, un reto al que aspira en Madrid y solo conseguido por Brasil (1959 y 1963) y la República Federal de Yugoslavia (1998 y 2002). El efecto dominó de sus bajas deparó lo que los medios estadounidenses consideran un equipo C. Pero la competitividad, el talento y la aplicación de los jugadores de Coach K les han servido para barrer en los ocho partidos hasta la final, ganados con una diferencia media de 32,5 puntos. Hace cuatro años, con Kevin Durant, Westbrook y Kevin Love, ganaron todos los partidos en Turquía por 24,5 de media, incluida una victoria por dos puntos ante Brasil. El triunfo más ajustado del equipo de ahora fue contra Turquía: 21 puntos (98-77).

No se esperaba una versión tan dominante en esta cambiante selección

No se esperaba una versión tan dominante en esta cambiante selección. Con Irving, Curry, Harden, Faried y Anthony Davis como quinteto titular, y la aportación de Rose —con un minutaje limitado tras dos años de inactividad—, DeRozan, Klay Thompson, Gay y Cousins como segunda unidad, la escuadra está decidida a poner en aprietos a Coach K cuando tenga que elegir, contando con todos sus tenores, la selección para los Juegos de 2016. Y más si ganan la final en Madrid y de esa forma obtienen el billete directo.

Estados Unidos esperaba encontrarse en la final a España, pero su rival será la inesperada pero cada vez más consistente Serbia. Será su primer enfrentamiento con esta selección si se atiende a la nomenclatura, aunque a nadie escapa que en realidad es un duelo con ecos históricos. Yugoslavia como tal ganó ocho medallas en el Mundial, y con la denominación de República Federal de Yugoslavia —federación de Serbia y Montenegro— ganó dos oros: en 1998, con Djordjevic como base y líder, y en 2002, en Indianápolis, con Bodiroga como referente.

Los dos exjugadores de Barça y Madrid han reconducido la crisis del baloncesto serbio. Un par de jugadores que ganaron el Mundial júnior de 2007 ganando en la final precisamente a Estados Unidos, como Markovic y Raduljica, sentaron las bases para olvidar el mal sabor de boca del Eurobasket 2005 y el Mundial 2006. Se juntaron con Teodosic y Krstic en 2009 y lograron la plata en el Europeo, y con Bjelica y el famoso triple de Teodosic eliminaron a España en el Mundial 2010. Esa es, junto a los últimos talentos como Bogdanovic, Kalinic o Jovic, la escuadra que Djordjevic ha cocido a fuego lento en este Mundial, apoyada por 7.000 aficionados. Hoy se mide a un conjunto estadounidense que ha ensanchado el trecho que separa los dos mundos, una distancia que España había reducido hasta casi la nada en las dos últimas finales olímpicas.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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