Ferrer se queda sin fuerzas en Nueva York
“Físicamente ha sido el peor partido de mi vida”, confiesa el español tras caer ante el francés Simon en el Abierto de EE UU
David Ferrer, abatido y sin fuerzas, abandonó este domingo el Open de Estados Unidos con la preocupación en el rostro. La estadística dirá que fue el francés Gilles Simon, 31 del mundo, el que le derrotó en la tercera ronda (6-3, 3-6, 6-2 y 6-3). Sin embargo, algo le pasa al motor del valenciano. “Físicamente ha sido el peor partido de mi carrera. He sufrido mucho. Todo el tiempo he estado con las pulsaciones muy altas. Tras el primer set ya estaba cansado. Voy a ver qué me pasa, hacerme pruebas, una analítica... Me juego mucho en la gira asiática. Quiero acabar el año entre los ocho mejores”, declaró tras el partido.
Ferrer deja Flushing Meadows con una gran desazón. Había llegado con buenas sensaciones tras jugar la final de Cincinnati y llegar a cuartos en Toronto. En ambos torneos cayó ante Roger Federer. Además, su parte del cuadro era asequible, con el suizo como gran escollo en una posible semifinal. Pero el motor se gripó de salida. “Ya en el primer partido con Dzumhur, aunque gané, me sentí cansado”, recordó. El hecho de que se ahorrara la segunda ronda por retirada del australiano Bernard Tomic tampoco le sirvió de nada.
El partido con Simon, al que había derrotado en cuatro de cinco duelos anteriores, fue un tormento. El español se vio incómodo desde el primer juego. Transpirando muchísimo por la humedad, nunca encontró su sitio. Cedió el primer set y, aunque ganó el segundo, en ningún momento dio la sensación de estar en condiciones de superar a su rival. Agarrotado, sus bolas no corrían y no pudo imponer su habitual garra en los momentos decisivos. Por el contrario, Simon, un tipo aseado, equilibrado, decidió puntos clave con golpes fabulosos, que excitaron al público. Cuando la grada quiso resucitar al español, éste era un trapo sobre el ardiente cemento.
Tras el primer set ya estaba cansado. Voy a ver qué me pasa, hacerme pruebas, una analítica
David Ferrer, tenista
La eliminación de Ferrer se sumó a otras mellas de la representación española en una jornada que vio alterado su discurrir por las clásicas tormentas veraniegas. Marcel Granollers, de 28 años, sólo pudo disfrutar de un set ante el suizo Roger Federer, de 33, el que se jugó antes del agua. Ahí el catalán fue una pesadilla para su rival. Descarado y muy suelto, sin dejarse impresionar por la pista central, sacó de maravilla, acorraló a su oponente y de un tirón le ganó los diez primeros puntos, algo poco habitual con el suizo. Granollers remató el set en la reanudación, pero fue su último aliento.
A partir de ahí, nada fue lo mismo. El 17 veces campeón del Grand Slam desplegó su mejor repertorio hasta rematar un triple 6-1 que hizo las delicias del publico del Arthur Ashe Stadium, absolutamente volcado con el suizo. “Es normal. La gente quiere ver más a Federer, no a mí”, declaró el barcelonés. “Empecé muy bien, sin pensar en nada, pero al perder el primer set, Federer ha puesto una marcha más. Ha hecho su juego y yo ya lo he pasado muy mal. Los dos últimos sets han sido muy duros”, añadió.
Feliciano López, de 32 años, tampoco tuvo una buena noche. El joven austriaco Dominic Thiem, de 21, acabó con él por 6-4, 6-2 y 6-3. López había jugado sus dos partidos anteriores al límite y acusó el esfuerzo en un día especialmente bochornoso. “Hoy el poblema he sido yo. Estaba destruido. La humedad era muy alta y tenía las pulsaciones a tope. Pero no es una excusa. Aunque hubiese estado al 100% habría sido un partido muy difícil”, comentó el toledano.
Más suerte tuvo Roberto Bautista, de 26 años, con el francés Adrian Mannarino, también de 26, al que derrotó por 7-5, 6-2 y 6-3. Tras las eliminaciones de ayer, Bautista y Tommy Robredo, que se enfrenta el lunes al suizo Stan Wawrinka en cuarta ronda, son las únicas opciones españolas en Nueva York. Bautista se las verá con Federer. “Voy a disfrutarlo, a hacerlo lo mejor posible. Hoy ha sido un día muy difícil para todos los españoles. La humedad dificultaba respirar bien en los peloteos largos. El parón por la lluvia me ha venido bien, porque he corregido lo que estaba haciendo mal”, comentó.
Voy a disfrutarlo, a hacerlo lo mejor posible. Hoy ha sido un día muy difícil para los españoles. La humedad dificultaba respirar bien en los peloteos largos
Roberto Bautista, tenista
La jornada vivió, además, una despedida emotiva, la que protagonizó la croata Mirjana Lucic-Baroni, de 32 años, una de las sorpresas del torneo. Lucic-Baroni, en su día una jovencita llamada a firmar grandes éxitos, ha vivido 15 años en la oscuridad hasta volver a ver la luz en Nueva York. Ayer perdió con la italiana Sara Errani (6-3, 2-6 y 6-0), pero lo hizo con una sonrisa.
La suya es una de las muchas historias que el tenis guarda en su trastienda, relatos de chicas jóvenes caídas antes de empezar a caminar. Pocas vuelven. Lucic-Baroni lo ha hecho, después de un largo camino. “Ha sido el mejor día de mi vida”, dijo tras derrotar a la cabeza de serie número dos del Open USA, Simona Halep. Con 14 años, Mirjana Lucic (el apellido de su marido, Daniel Baroni, estaba por llegar), ganó el título junior del Abierto Estadounidense de 1996. Al año siguiente alcanzó la tercera ronda en Nueva York. En 1999 dio el campanazo en Wimbledon, al alcanzar las semifinales tras venceré a Mónica Seles. Después, el vacío.
Dejó Croacia y se fue a Florida con su madre y hermanos huyendo de su padre y entrenador. Según la tenista, abusó de ella física y psicológicamente. En 2002 cayó en la primera ronda de Nueva York. Al año siguiente no pasó de la fase clasificatoria. Durante ocho años no volvió a jugar un Grand Slam. Sin dinero, no podía viajar. “Es muy incómodo para mí hablar de ello", dijo el viernes. “La falta de dinero me impidió competir. No porque no tuviera ganas. Tenía mucho tenis dentro de mí. Sólo esperaba una oportunidad”.
Fueron tiempos duros. Lucic-Baroni sólo jugaba las clasificatorias y torneos de muy bajo nivel. No podía hacer otra cosa, hundida detrás de las 700 primeras de la clasificación femenina. Torneos como el de Fort Walton Beach, en Florida, donde una vez ganó sólo 68 dólares después de perder en la fase clasificatoria. O el de Rock Hill, en Carolina del Sur, donde, al menos, consiguió mejorar su clasificación al número 261. Poco a poco, sin ruido y con mucho trabajo, la croata volvió al circuito en 2010. Al Open USA llegó en el puesto 121. “Después de tantos años, estoy aquí de nuevo. Me siento como una niña. Como si tuviera 15 años, pero tengo 32. La gente no se da cuenta de lo mucho que quiero esto, de lo duro que he trabajado para conseguir volver”.
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