Brasil y el elogio del rebote
La selección de Magnano se impone a Francia (63-65) gracias a su dominio bajo los aros
Una de las frases más celebradas del anecdotario baloncestístico es la que utilizó el mítico entrenador serbio Bozidar Maljkovic para definir la actuación de su entonces jugador en el Panathinaikos, Stojko Vrankovic. "Normalmente, los pívots piensan con la cabeza y se hacen hueco en la zona con el culo. Vrankovic es el único jugador que conozco que lo hace justo al revés", espetó tras un partido. En el estreno mundialista, el seleccionador francés, Vincent Collet, descubrió con nitidez la diferente tipología de los habitantes de la pintura. Lauvergne, Pietrus y Gobert no ofrecen, ni de lejos, las mismas prestaciones que Joakim Noah, Ajinca o Kevin Seraphin. Ante Brasil, Francia fue sólo Diaw (15 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias) y el conjunto de Rubén Magnano una manada bajo los aros. La verdeamarela se llevó el partido gracias a su vigor en la zona: 30-42 en la estadística reboteadora, con 4-16 en el apartado de capturas en ataque. De nada les valió a los europeos dominar los porcentajes de tiro y el resto de estadísticas; con Batum destemplado, perdieron el paso y apenas lograron estrechar el marcador en los instantes finales.
Se enfrentaban la campeona de Europa y una de las cuatro selecciones invitadas por la FIBA a la fiesta mundialista (junto a Turquía, Grecia y Finlandia). Dos maneras de llegar al torneo, pero la misma prestancia de aspirantes. Poco tiene que ver este Brasil de Magnano con la versión b que finalizó tercera en el pasado Sudamericano y con la que protagonizó un calamitoso Torneo de las Américas en 2013 en el que concluyó noveno. En aquellas citas no estuvieron Splitter, Varejao e Hilario, sus tres torres de 2,11m, ni Barbosa, su tirador más acreditado. En Granada están sus cuatro nba. El mejor repertorio con la mejor predisposición, como demostraron en el estreno. Y al mando de ese arsenal interior, un especialista del manejo de los tiempos y del pick and roll como Marcelinho Huertas. Ideal para el cloroformo disfrazado de orden que propone el seleccionador brasileño. El base del Barça se entonó sólo al final, pero le bastó para ser el máximo anotador del partido con 16 puntos, 11 de ellos en el último cuarto.
El panorama de los sudamericanos contrasta con el de Francia que tras tocar el cielo en Eslovenia ha perdido para esta cita a su tótem Tony Parker y a gran parte de su mejor batería de interiores. Joakim Noah, Ajinca o Kevin Seraphin decidieron tomarse vacaciones y, para colmo de males, al comienzo de la preparación Nando de Colo se fracturó un dedo y en la víspera del debut, el pívot de Indina Pacers, Ian Mahinmi, abandonó la concentración francesa por molestias en un hombro. A todos echó en falta Collet en un duelo que se dirimió entre pívots y se llevó Brasil por la variedad y calidad de su repertorio con Varejao y Vieira al frente.
El pulso citaba, con permiso de Serbia, a las dos grandes rivales de España por la primera plaza del grupo A y allí estuvieron, como espías de excepción en la tribuna de prensa, los ayudantes de Orenga, Genaro Díaz y Sito Alonso. El epicentro de sus apuntes se instaló desde el comienzo del partido en la pelea bajo los aros.
La puesta en escena fue un espejismo. Lauvergne y Diaw comenzaron ganando la partida a Hilario y Splitter, titubeantes ante el debut. Magnano intentó entonces arroparse y fue Batum el que agrandó el roto hasta el contundente 12-3 de parcial que reflejaba el marcador a los cinco minutos. Con Marcelinho desenfocado en la dirección, no encontró Brasil la brújula hasta la salida a pista de Varejao. El gigantón de los Cavaliers aprovechó el respiro que se tomó Diaw para poner en orden la zona brasileña. Su irrupción aportó soluciones en ataque e intimidación en defensa y el choque comenzó a equilibrarse. Su voracidad en el rebote ofensivo amilanó a Francia y cambió la dirección del viento.
Francia, tras tocar el cielo en Eslovenia, ha perdido para estacita a su tótem Tony Parker
Neto mejoró las prestaciones de Huertas por claridad y concreción, Barbosa comenzó a afinar desde el 6,75 y Brasil se puso en órbita. Siempre con Varejao como eje, el conjunto de Magnano se armó de paciencia y logró voltear el marcador antes del descanso tras un parcial de 8-17 (26-28, m. 20). Ya no perdió la iniciativa en el resto de la tarde. La estadística de rebotes del segundo cuarto, 6-12 a favor del conjunto sudamericano, desvelaba el agujero francés. Volvió Diaw para taparlo y, con una carrera a pista completa en la que exhibió recursos y potencia, logró empatar el choque. Sin embargo, el conjunto de Collet no terminaba de encontrar un plan colectivo. Batum anotaba a buen ritmo, pero era incapaz de gobernar a los suyos.
Sin Parker en el equipo, el rol de jefe del alero de Portland quedó claro cuando se acercó a la banda para solicitar una toalla con la que secarse las manos y le lanzaron hasta tres a un tiempo. Pero, a pesar de las esmeradas atenciones, nunca estuvo cómodo en la pista. Sus puntos eran inversamente proporcionales a su influencia y su camino tan disperso que nunca llegó a cruzarse con el de Diaw. Para entonces, Marcelinho ya había recuperado el libro de instrucciones del partido y su solvente dirección, acompañada de un puñado de puntos, remató el trabajo de Varejao para dar la victoria a Brasil.
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