Luis Suárez: “Hubo días en que no tenía ganas de nada”
Un día después de debutar en el Camp Nou, Suárez confiesa haber estado deprimido. “Ahora lo único que me duele son los pies de no usar las botas”, asegura
Fue una presentación atípica. Muchas semanas después del anuncio del fichaje de Luis Suárez (Salto, Uruguay; 27 años), este compareció en la sala de prensa del Camp Nou. Lo hizo un día después de debutar en ese mismo estadio con el Barcelona, que será su equipo las próximas cinco temporadas. En partido amistoso, claro. Porque lo que obligó a esta presentación tardía es la sanción que le impuso la FIFA (y que ratificó el Tribunal de Arbitraje Deportivo el pasado jueves) por el mordisco que le propinó a Chiellini en el Mundial de Brasil. Él no se cansó de repetir lo agradecido que estaba al club por la confianza y por la oportunidad que le da de cumplir un sueño “que tenía desde chico”. “Todo el mundo sabe la relación que tiene mi señora y su familia acá. Había venido a algún partido y pensaba en si algún día tendría la posibilidad de jugar aquí. Cuando se dio no lo dudé un momento”, explicó. El coste de la operación alcanzó los 81 millones de euros después de que el Barça lograra reducir ligeramente la cláusula, cifrada en unos 94 millones de euros (74 millones de libras), tal y como explicó Jordi Mestre, vicepresidente deportivo. La cláusula de rescisión es de 200 millones.
Para Suárez lo de jugar se limitará, de momento, a partidos amistosos como el de ayer, que no hay muchos, y a algunos que programará expresamente el Barcelona, aunque sea en la ciudad deportiva, tal y como explicó el director deportivo, Andoni Zubizarreta. Suárez no podrá jugar con el Barcelona hasta el 26 de octubre, se perderá los ocho primeros partidos de Liga y tres de Liga de Campeones, y tampoco podrá jugar los próximos ocho encuentros de Uruguay. Su reaparición está prevista para el día 26 de octubre, el fin de semana que enfrentará al Barcelona con el Real Madrid.
Así que de momento el chico se centra en trabajar, recuperar el estado físico: “Apuré tanto para llegar al Mundial [fue operado del menisco 20 días antes] que después de haber parado un tiempo me costó volver a comenzar, pero he hecho un trabajo muy fuerte estas tres últimas semanas para fortalecer la pierna y volver a entrenarme con el equipo en condiciones. Ahora lo que me duele son los pies de no usar los zapatos de fútbol”, bromeó.
Y además de los entrenos, primero solo y ahora en compañía, también se ocupó este último mes en pasar página de un episodio estival que le ha supuesto poco menos que un calvario. No lo pasó bien al regresar a su casa, con la familia, al abandonar la concentración con su selección en Brasil: “Me preocupé, no solo por el fichaje, sino por mí, por lo que había hecho. Tuve días en que no tenía ganas de hacer nada. Estaba muy deprimido. Después supe que tenía que aceptar la realidad y pedir perdón. Traté de borrarlo, no acordarme más y pensar en el presente. La sanción es la que es y hay que aceptarla, ya está”. Y añadió: “Es un tema personal y me lo reservo, pero, sí, he tratado con los profesionales adecuados”. Ahora, dice, ya duerme tranquilo: “Estar entrenando con compañeros y convivir con gente nueva ayuda a que se pase más rápido”.
Con el entrenador, Luis Enrique, no ha podido tener todavía una conversación demasiado extensa –“Empecé hace tres días y está muy cerca el partido del Elche”–, pero tiene claro cuál es su cometido: “Estoy preparado para jugar en cualquier posición de ataque. En el Liverpool jugué mucho tiempo por la izquierda y por la derecha, porque cuando estaba Sturridge, él era el nueve, cuando no, jugaba yo en esa posición”, comentó. Y añadió: “No creo que el Barcelona necesite ayuda arriba; el único que no está en condiciones de jugar soy yo”. Y observó con atención el partido de ayer, comentó que tuvo ganas de levantarse a aplaudir a Messi y Neymar, “son admirables”, y descubrió a Munir o Sandro, dos juniors con muchas ganas. “Se vio la calidad que tienen. Eso ilusiona a la gente”.
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