El flamenco del balón
Vermaelen, nuevo jugador del Barça, destaca por su salida del balón y por su facilidad para el remate
Con paso animado por más que cuente con 73 años, a Urbain Haesaert, ahora director deportivo de la cantera del Anderlecht belga, le gusta calarse la boina para que no le entre el frío en su despoblada cabeza. Se sienta en cualquier grada de Bélgica, se pone las gafas y ve mucho más que cualquier otro ojeador. “Es un scout con ojo clínico para reconocer al buen futbolista que está por llegar”, le define Ruben Jongkind, director del desarrollo de talento del Ajax; “así lo demostró en nuestro club de 2004 a 2010”. Sobre todo porque, bajo un marco de acuerdo entre el Germinal Beerschot y la escuela ajaccied, Haesaert avaló los traspasos de los por entonces imberbes Vertonghen (Tottenham), De Mul (ex Sevilla y retirado por las lesiones), Van Damme (Standard de Lieja), Alderweireld (Atlético). “Y también de Thomas Vermaelen [Kapellen, Bélgica, 28 años] el referente de esa generación”. El nuevo central del Barça, que ayer ya pasó una exhaustiva revisión médica porque una lesión muscular del Mundial le da más problemas de los esperados, será hoy presentado en sociedad.
El central pasó una exhaustiva revisión médica porque llega con molestias musculares
Mudado a la pequeña ciudad de Stabroek, a la sombra de Amberes, empezó a darle al ping-pong y sobre todo a la pelota con su hermano para ir al Germinal Ekeren, que luego se fundió con el Beerschot para resultar el Germinal Beerschot. Allí, siempre como defensa, absorbió los conocimientos de Danny Veyt —exinternacional belga en 12 ocasiones— y ya en edad juvenil atrajo la atención de los mejores clubes de la región, también de Haesaert y, por consiguiente, del Ajax. Con 15 años, ya estaba en una familia de acogida que le procuró el club. “Pero yo siempre seré un Antwerpenaar [habitante de Amberes] antes que un Amsterdammer [de Ámsterdam]”, recuerda el futbolista. “Sí, aunque hablan el holandés, esta generación eran todos flamencos”, especifica Jongkind; “nosotros tenemos más descaro; ellos son modestos y tímidos. Y Thomas lo era, además de serio y profesional”.
Así lo demostró tras cuatro cursos en los juveniles, cuando se fue cedido por un año al RKC porque así lo pidió, deseoso de tener minutos en la alta competición. La misma seriedad y profesionalidad le aprecian quienes han jugado con él. “Es un chico muy majo y trabajador, nada díscolo”, le define Ismael Urzaiz, compañero en el Ajax. “Muy serio y profesional, poco hablador”, abunda Philippe Senderos, con quien compartió vestuario en el Arsenal y que ahora milita en el Aston Villa. “A mí me hablaba poco porque yo era el veterano”, intercede Juanfran, del Levante, entonces ajaccied; “eso sí, muy buena gente”. Y remata el sudafricano Dylon Classen, medio del Múnich 1860, que por entonces estaba en el filial del Ajax: “Yo era muy tímido, pero recuerdo que me ayudaba cuando subía a entrenarme con el primer equipo, quizá porque también era un tanto callado y sabía lo que suponía estar con los mayores”.
Pero ser reservado nunca le impidió vivir el fútbol en su máxima expresión, pasión, y por eso llevó el brazalete del Ajax del mismo modo que también fue el capitán gunner tras Van Persie, su gran amigo, hasta el punto de que pasaron las últimas vacaciones juntos en las Barbados. Su llegada a Londres empezó, en cualquier caso, con una llamada de un número desconocido a su móvil en 2009, cuando estaba con su entonces novia —ahora sale con la modelo inglesa Polly Parsons— de vacaciones. “Cógelo, da igual”, le dijo su pareja. “Y era Wenger, que quería que me uniera a su equipo”, cuenta el central. Tras cantar una canción y dar un breve discurso, penitencia habitual en el vestuario gunner, Vermaelen explotó como central y desacreditó a las críticas por su baja estatura [1,81 metros], hasta el punto de que hizo ocho redes en la temporada, hecho que destapó el sobrenombre Verminator impuesto por el Emirates.
“Tiene gol y eso es muy difícil en el fútbol y en un central”, dice Senderos. “A mí no me quitaba una”, bromea Urzaiz; “pero salta con decisión y tiene olfato”. Aunque lastrado por las lesiones —ha estado 456 días de baja en los últimos cuatro años por culpa del tendón de Aquiles, la espalda, el tobillo, la rodilla…— perdió el sitio en favor de Mertesacker y Koscielny. Pero eso no impidió que el seleccionador Wilmots lo probará en el Mundial (duró media hora, lesionado ante Rusia) ni que lo haya fichado el Barça, que por eso le hizo una revisión tan completa.
Aunque sus excompañeros no dudan de él: “Con el balón en los pies parecía un delantero, le sobra técnica”, cuenta Classen; “y era muy fuerte en el choque, rápido al corte y sensacional por arriba”. Senderos se suma: “Le ha afectado no tener tanta continuidad, pero tiene mucha calidad, seguro que en el Barça recupera su nivel”. Juanfran agrega: “La saca muy bien desde atrás, va bien por arriba y se anticipa”. Y Urzaiz remata: “No tiene nada de sobresaliente, pero es un notable en todo, lo que es muy complicado”. Pero eso ya lo sabía Haesaert, el de la boina y gafas, el que ve más que los demás.
Goyvaerts, el otro belga
Fernand Goyvaerts (1938-2004) es el único futbolista belga que se ha enfundado la camiseta del Barcelona. Llegó al conjunto azulgrana en 1962 procedente del Brujas por recomendación de Ladislao Kubala, que conocía sus habilidades con el balón y solicitó su fichaje.
Goyvaerts era jaleado en el Camp Nou cariñosamente con el nombre de Fernando. Jugaba de extremo derecho y fue nombrado mejor extranjero de Primera en la temporada 1964-65. Después Goyvaerts se pasó al acérrimo rival; estuvo dos cursos en el Real Madrid lastrado por las lesiones y se marchó al Elche. Fernand terminó su carrera en 1979 con el Belgian Club. El último servicio para la causa azulgrana fue hacer de traductor de Van Gaal en una gira del Barça por Bélgica dos años antes de su fallecimiento.
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