Feliciano, la victoria del convencimiento

Feliciano López se clasificó para las semifinales del Masters 1.000 de Toronto tras ganar 6-4, 6-7 (5) y 6-3 a Milos Raonic, el héroe local y número seis del mundo. Fue una demostración de convencimiento, de corazón y ganas. El español salvó nueve bolas de break, todas en el quinto juego del tercer y decisivo set, hasta que se alzó con la victoria. Para el canadiense eso fue un golpe insuperable. El rival del número 25 mundial en la lucha por la final del torneo saldrá del ganador del encuentro entre Roger Federer y David Ferrer.

Por tercera vez en su carrera, el español disputará las semifinales de un torneo de la categoría. A los 32 años, nada refleja mejor la vigencia de una apuesta vertiginosa, que tiene el saque como catapulta y la red como meta, siempre con el ataque como argumento y la defensa como último recurso. El toledano, que nunca logró celebrar un Masters 1.000, se sorprende a sí mismo al ver que el cuerpo le sigue respondiendo en la treintena, elástico en las voleas, plástico en la propuesta, sin graves lesiones que le impidan continuar con un planteamiento que ya tiene pocos defensores: el riesgo del ataque sigue mandando por encima de la seguridad de la defensa y la línea de fondo.

Raonic, que con 23 años pasa por ser uno de los tenistas que dominará el tenis en el futuro, se quedó sin argumentos. El partido creció, vivió y murió en la raqueta del toledano, en sus aciertos y en sus fallos, sin que el servicio y el drive del canadiense tuvieran el dictado de otras tardes. Fue un Feliciano decidido. Un Feliciano capaz de emplear su revés cortado para obligar al gigante canadiense (1,96m) a doblar las rodillas y pensar más allá de lo recomendable. Un Feliciano incontestable al saque. Así llegó el español a las semifinales: con valentía, con pasión, moviéndose con las piernas de un adolescente y el carácter de un veterano.